Hoy quiero hablar de Cali pasando por alto la importancia de la “cogida de caña” de Germán Vargas Lleras al presidente Petro, al decirle que estaba de acuerdo con su propuesta de Asamblea Constituyente siempre y cuando, además de revocar el Congreso se acortara el actual período presidencial.

Magistral. Como diría el chapulín: “No me hagas eso”.
Por otro lado, debo decir que no estoy de acuerdo con quienes critican al alcalde Alejandro Eder, a quién tildan de ser débil en su gobernanza.

No es fácil llegar a una administración con una herencia terrible, donde el sentido de pertenencia estuvo ausente en todos los niveles.

Eder ha tenido que dedicarse a organizar un plan de trabajo en el que se fijan misiones y objetivos de recuperación de la ciudad, igual a lo que ha realizado Federico Gutiérrez en Medellín.

Empezó por aceptar invitaciones de Corea del Sur y Malasia, donde logró presentar a la ciudad como el bastión principal del Pacífico, lo que dejó magnífica impresión en los asiáticos, logrando compromisos de ayuda tecnológica de alto nivel más otras inmensas posibilidades que permitirán avances en infraestructura.

Igualmente, se ha movido por los lados del BIC buscando recursos para terminar proyectos urbanísticos inconclusos y empezar otros que le sirvan a Cali para recuperar su dignidad y modernismo.

Para nuestro alcalde es difícil su labor en las condiciones recibidas. Debe recuperar lo que se perdió, entre otras la cultura ciudadana, la cobertura educativa y la honesta aplicación del PAE.

Como caleño, tengo la seguridad que lo logrará. Eso sí, debe exigirle a sus colaboradores inmediatos y mandos medios, mejor trato a sus subalternos para que trabajen con ganas y amor por la ciudad; más información de proyectos a la ciudadanía; esta debe estar bien informada para evitar conjeturas injustas y maledicentes. Funcionario que no de la talla debe hacerse a un lado.

Es la mejor manera de que al alcalde le vaya bien. Asimismo, buscar y lograr una buena sinergia con el Concejo, para que, conjuntamente, logren recuperar lo que antes se denominaba la Sucursal del Cielo.