Cuando se comparan democracia y autocracia se llega, inevitablemente, a conclusiones disímiles. La primera, por lógica, nos gusta porque ante todo, nos brinda libre expresión, libre movilización, libre mercadeo, libertad de escoger y otras tantas cosas que nos liberan de cadenas, mientras que, la segunda, es todo lo contrario.

Claro, justo es reconocer, en el caso colombiano, que pese a tener gobiernos democráticos nunca se preocuparon por evitar esa pobreza extrema que tanto hiere el alma, empezando, como ejemplo, por regiones como el Chocó y la Guajira, donde el Estado rara vez aparece, amén del espíritu corrupto de quienes las han gobernado.

Por cosas como esas y muchas más, la izquierda a través de Gustavo Petro, llegó al poder porque muchos compatriotas, sin ser de esa ideología y otros cansados de tanto abuso gubernamental, de una justicia paquidérmica e injusta y de unos órganos de control coadministrando, decidieron cambiar su voto sin vislumbrar lo que podía vivir Colombia.

Lo cierto es que lo que tanto criticaba el señor Petro como senador y muchos de sus correligionarios, hoy, como gobierno hacen lo mismo o, tal vez, peor, en año y medio y, lo que más preocupa, pretenden quedarse en el poder tal como lo han hecho otros conocidos personajes de las izquierda latinoamericana en sus países. No es necesario mencionarlos, todo el mundo sabe cuáles son.

Hoy el gobierno nacional le rapa a las regiones o, quiere raparle, los recursos que se establecen en el Sistema General de Participaciones, así como tomarse las funciones de la Creg, entre muchas otras cosas que la izquierda, normalmente, se toma para centralizar su poder, es decir, se quiere crear una divergencia y desigualdad territorial.

Eso crearía graves brechas territoriales. En buena hora, Antioquia está liderando una autonomía fiscal (que los impuestos de toda índole se queden en las regiones), para impulsar unos proyectos regionales de vital importancia distintos a comprar carrotanques, por decir algo, que supuestamente no pueden recoger agua donde no la hay.

En fin, lo que se quiere es contar con ingresos en las regiones sin depender de los giros de la nación.
Eso está bien y tal parece que ese arranque antioqueño ha servido para despertar a muchos otros departamentos que sienten la necesidad de auto gestionarse.

QOSHE - Vamos, vamos pastorcito… - Hugo Gamboa
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Vamos, vamos pastorcito…

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02.03.2024

Cuando se comparan democracia y autocracia se llega, inevitablemente, a conclusiones disímiles. La primera, por lógica, nos gusta porque ante todo, nos brinda libre expresión, libre movilización, libre mercadeo, libertad de escoger y otras tantas cosas que nos liberan de cadenas, mientras que, la segunda, es todo lo contrario.

Claro, justo es reconocer, en el caso colombiano, que pese a tener gobiernos democráticos nunca se preocuparon por evitar esa pobreza extrema que tanto hiere el alma, empezando, como ejemplo, por regiones como el Chocó y la Guajira, donde el Estado rara........

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