Hace un par de meses, cuando iba saliendo de una droguería con medicinas para mi esposo por poco me quedo sin dedos. Así como suena, sin exagerar.

En la puerta del sitio,un ciudadano que se bajaba de su moto, pretendía entrar al mismo establecimiento, este ciudadano no se quitó el casco, procedió a empujar la puerta sin fijarse que otra persona iba saliendo y se llevó por delante mis dedos. Al escuchar que me quejaba se limitó a decir: “que pena”.

El ciudadano siguió su camino con el casco puesto, acción que me generó además de miedo, preocupación, ¿cómo le voy a increpar a alguien que lleva tapada su cara, que entra a un sitio sin fijarse a quien se lleva por delante?, le grité que prestara atención y no escuché de vuelta nada porque opté por irme con la medicina que necesitaba.

Pero si me quedé enojada mucho tiempo, hasta que una vez calmados los ánimos me pregunté qué fue lo que me molestó además del dolor en los dedos de mi mano derecha durante cerca de 4 horas.

Entendí que nos estamos habituando a justificar las acciones y reacciones de los demás porque queremos ser “políticamente correctos”, entonces uno escucha en la calle respuestas como estas: que si “el pobre niño robó fue porque tenía hambre”, “si alguien mató fue porque se puso nervioso y el otro se las dio de valiente” y así sucesivamente.

Ahora le sumamos que si alguien decide tomar justicia por mano propia además de ir en contra de la ley, está vulnerando los derechos humanos de su victimario.

La poca credibilidad en el sistema judicial hace que a diario la respuesta a la inseguridad sea el conocido “masaje” o la “paloterapia”. He escuchado a varias personas decir “al paso que vamos, vamos a terminar pidiéndole permiso a los delincuentes para salir a la calle”.

Pienso que el gran centro de todo este miedo social que empezamos a vivir en masa, se remite a la falta de educación y de cultura ciudadana.

Creo que mientras a los ciudadanos no se nos exija la cultura ciudadana como algo vital para la convivencia, vamos no sólo a tener casos como este sino más graves: los que fuman y contaminan el ambiente de otros, los que dejan las heces de sus mascotas en cualquier lugar, los que manejan de manera irresponsable en las vías y como sucedió hace 2 días en la Av Roosvelt con 36 cuando un motociclista empujó a otra para tener la vía libre ocasionándole heridas y dejándola en la calle.

De esa gente tan “creativa” estamos rodeados, gente que piensa que hacer fila es una estupidez, gente que hace parqueo frente a los garajes en las calles, gente que parquea en doble línea, gente que decide hacer visita en sus carros en vías de doble sentido, gente que se para en los ascensores y no deja salir a los demás para entrar primero. ¡Gente que ya no es gente! Sin duda el corregir estas fallas y muchísimas más que de seguro se me escapan no va a contribuir con la paz mundial, pero de seguro si va a hacer más llevadera la vida de muchos otros que en su día a día, atienden a otras personas, enseñan, salvan vidas y después de pasar por esas situaciones tendrán menos peso para cumplir con sus roles.

En gran parte nosotros mismos podemos hacer la diferencia, y que cuando otra persona vea nuestro error nos lo pueda decir sin temor a recibir un golpe o quizás un balazo, porque por ejemplo lleva un casco en la cabeza ocultando su rostro.

Las razones del motociclista para andar con casco por la calle, aunque no vaya en la moto pueden ser prácticas: para que quitárselo si no se va a demorar, y cualquier otra justificación, que tenía que irse rápido, pero después de los episodios de inseguridad que hemos vivido, más de uno se la va a pensar cuando vea que se bajan motociclistas con su casco puesto y entran a un lugar.

Mientras los ciudadanos sigamos justificándonos unos a otros, vamos a tener un motivo o una razón para faltarle al otro.

TW: guerreroisabel

QOSHE - El afán de la cultura ciudadana - Isabel Guerrero García
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El afán de la cultura ciudadana

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17.02.2024

Hace un par de meses, cuando iba saliendo de una droguería con medicinas para mi esposo por poco me quedo sin dedos. Así como suena, sin exagerar.

En la puerta del sitio,un ciudadano que se bajaba de su moto, pretendía entrar al mismo establecimiento, este ciudadano no se quitó el casco, procedió a empujar la puerta sin fijarse que otra persona iba saliendo y se llevó por delante mis dedos. Al escuchar que me quejaba se limitó a decir: “que pena”.

El ciudadano siguió su camino con el casco puesto, acción que me generó además de miedo, preocupación, ¿cómo le voy a increpar a alguien que lleva tapada su cara, que entra a un sitio sin fijarse a quien se lleva por delante?, le grité que prestara atención y no escuché de vuelta nada porque opté por irme con la medicina que necesitaba.

Pero si me quedé enojada mucho tiempo, hasta que una vez calmados los ánimos me pregunté qué fue lo que me molestó además del dolor en los dedos de mi mano derecha durante........

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