Inverosímil la noticia sobre la prohibición de libros de Isabel Allende y Gabriel García Márquez en escuelas de la Florida.
Esa medida respaldada en la ley HB 1467 de marzo de 2022, censura reconocidas obras: “La casa de los espíritus”, “Más allá del invierno”, “Crónica de una muerte anunciada” y “El amor en los tiempos del cólera”, argumentando que tales novelas tienen contenidos pornográficos.
Uno no entiende que ocurra esto en pleno siglo XXI y en el país que se jacta de garantizar las libertades. Los legisladores imponen su autoritarismo a través de normas obsoletas y ridículas.
La censura vulnera la honorabilidad de las casas editoriales y el prestigio de las academias de la lengua española, reversando la educación hacia los tiempos del oscurantismo medieval, ya superado en el mundo.
Ese tiempo que los legisladores malgastan en rebuscar censuras para la literatura, deberían aprovecharlo en la discusión de leyes hacia un verdadero mejoramiento del sistema educativo y para garantizar lugares seguros a los escolares expuestos en una sociedad de tiroteos protagonizados por desquiciados, cuyo instinto violento, tal vez sea consecuencia de extremas represiones familiares, educativas y sociales.
Lo chistoso del asunto está en que los ponentes de las leyes de censura, ni siquiera hayan leído una página de los libros que prohíben, y si de pronto deletrearon algún párrafo, no entendieron la contextualización de la obra, ni la intención literaria y el sentido de la narración.
Si avanzan estas restricciones a la lectura en el país con estatua de la libertad, llegará el momento que los demás emulen tal morronguería.