Toda Colombia recuerda al actual presidente de la República en campaña afirmando, una y otra vez, que en Colombia todo estaba mal y que la solución a tanto desastre, según él, era su llegada a la Presidencia.

Afirmaciones como “el sistema de salud colombiano es uno de los peores del mundo” o “no hay democracia en Colombia”, sirvieron como lemas de campaña y para crear, de paso, un descontento general y a su vez vender la esperanza de una solución encarnada en la candidatura de Gustavo Petro.

Lo cierto es que acercándose a la mitad de su gobierno, Gustavo Petro no ha logrado demostrar que era el cambio por el que el país votó, al contrario, el país se sume cada día en un sin número de escándalos y de evidencias latentes de la nula capacidad para gobernar.

Quizás solo una cosa esté haciendo el presidente que lo diferencia, en buena medida, de los demás gobiernos y es su constante intención de saltarse las reglas de la democracia, de querer gobernar a su antojo criticando y atacando a los poderes públicos, como cuando el Senado de la República archivó el proyecto de acto legislativo que buscaba regular el cannabis en Colombia y el presidente afirmó que quienes ilegalizan reciben soborno o cuando el presidente criticó al Banco de la República por decidir aumentar las tasas de interés para contener la inflación o más reciente cuando desde el ejecutivo se convocaron marchas en todo el país para presionar a la Corte Suprema de Justicia a que eligiera Fiscal General de la Nación, lo que terminó en un desafortunado bloqueo al Palacio de Justicia con evidentes actos de violencia. Lo extraño del caso es que de vez en cuando, al parecer, cuando se siente con el agua al cuello, el presidente retoma, una y otra vez, la idea de un supuesto golpe de Estado en su contra.

Pero la realidad siempre habla más que los discursos y que los llamados a la comunidad internacional en distintos idiomas alertando de una “ruptura institucional”. Desde el Congreso de la República vemos de forma constante la intención del gobierno en querer gobernar por decreto y en solicitar, insistentemente, facultades extraordinarias para tomar decisiones sin pasar por el debate del legislativo.

La reforma tributaria, el Plan Nacional de Desarrollo, la reforma a la salud, la reforma a la educación, la creación del Ministerio de la Igualdad, reformar el INPEC, asumir funciones de la Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG), asumir nueva función en la distribución y asignación del presupuesto general de la nación después de ser aprobado por el Congreso, son algunos ejemplos.

Particularmente en su tránsito por la comisión séptima de la Cámara de Representantes, me opuse a la aprobación del artículo que en reforma a la salud le otorgaba facultades extraordinarias al presidente de la República, aún así el presidente parece tener la intención de echar andar su reforma al sistema de salud sin que el Congreso haya finalizado el trámite del proyecto, como lo afirmó en el acto de nombramiento del nuevo superintendente Nacional de Salud.

Con todo, las instituciones democráticamente establecidas en Colombia han demostrado ser fuertes y han ejercido el control constitucional a las decisiones del gobierno, así algunos lo quieran ver como oposición política, así desde el gobierno tengan la idea de que el voto en las urnas les otorga poder para emprender cambios profundos saltándose la ley, así la vicepresidenta Francia Márquez afirme que “fueron 500 años de sembrar en nuestro país una política de muerte y desenraizar esa política, tal vez nos tome más tiempo”

Es por esto que preservar la democracia y sus instituciones ha de ser una intención nacional, pues es la democracia la que permite sobrepasar las intenciones particulares y preservar el orden constitucional y legal, preservar la estabilidad del país y buscar caminos de progreso dentro del orden establecido y acordado desde el 91.

QOSHE - Democracia, ¡bendita seas! - Víctor Manuel Salcedo
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Democracia, ¡bendita seas!

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29.02.2024

Toda Colombia recuerda al actual presidente de la República en campaña afirmando, una y otra vez, que en Colombia todo estaba mal y que la solución a tanto desastre, según él, era su llegada a la Presidencia.

Afirmaciones como “el sistema de salud colombiano es uno de los peores del mundo” o “no hay democracia en Colombia”, sirvieron como lemas de campaña y para crear, de paso, un descontento general y a su vez vender la esperanza de una solución encarnada en la candidatura de Gustavo Petro.

Lo cierto es que acercándose a la mitad de su gobierno, Gustavo Petro no ha logrado demostrar que era el cambio por el que el país votó, al contrario, el país se sume cada día en un sin número de escándalos y de evidencias latentes de la nula capacidad para gobernar.

Quizás solo una cosa esté haciendo el presidente que lo diferencia, en buena medida, de los demás gobiernos y es su constante intención de saltarse las reglas de la democracia, de querer gobernar a........

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