Los últimos días han estado marcados por una convulsión política por causa de diversos factores.

Por un lado la oposición al gobierno parece arreciar cada vez más desde diferentes frentes sus posturas por cuenta de sus diferencias ideológicas con el Presidente, y hay que decirlo, en muchos de estos casos estas posturas han carecido de la profundidad de debate necesaria en cuanto argumentos y solidez descriptiva y demostrativa.

Por otro lado están los mismos funcionarios de gobierno, que en diversos casos no se han puesto de acuerdo entre ellos mismos e incluso han trascendido disputas internas, que en situaciones puntuales comienzan a traspasar las diferencias políticas a tomar tintes judiciales, como lo ha sido la novela protagonizada por Laura Sarabia y Armando Benedetti o la última de ellas cuyos actores principales son Gerardo Vega, ex director de la Agencia Nacional de Tierras y Jhenifer Mojica, actual Ministra de Agricultura, situaciones donde reinan las acusaciones en “doble vía”.

Y parece que no fuera suficiente con lo anterior, pues se ha abierto un nuevo frente de manera innecesaria por cuenta del propio Presidente de la República, reforzado por la Vicepresidenta Francia Márquez y secundado por los más acérrimos seguidores del primer mandatario, como por ejemplo el pastor y ex precandidato presidencial, Alfredo Saade, quienes han manifestado que el cambio no se logra en solo cuatro años y que el pastor no ha dudado en poner sobre la mesa la reelección de Gustavo Petro.

Es claro que en un país estructural y profundamente desigual como Colombia, con tantas deudas históricas con numerosos grupos poblacionales como los campesinos, indígenas, afros y con regiones enteras como el Pacífico, los llanos orientales, el bajo Cauca o el Magdalena medio y bajo, una transformación y reivindicación de derechos económicos y sociales no se logran en cuatro años.

Sin embargo volver a la discusión, por cierto innecesaria y dañina, sobre la reelección, es dar tres pasos hacia atrás, una situación que de manera arbitraria, por medio de comprobadas prácticas delictivas en el Congreso como las descubiertas a partir de la llamada “Yidis-política” donde se repartieron hasta notarías, se logró una reelección y casi, de no ser por la Corte Constitucional habríamos caído en una segunda reelección, una situación que sin duda ha dejado una huella profunda en la desestabilización institucional del país, especialmente en el importantísimo sistema de pesos y contra pesos entre los poderes Legislativo (es decir el Congreso), Judicial y el Ejecutivo, este último liderado por la figura del Presidente y que desde entonces tomó aún más relevancia en la vida política nacional.

Al traer nuevamente esa discusión, no solo hace daño a la institucionalidad, sino que afecta de manera directa la imagen del gobierno nacional, pues hoy de acuerdo a diversas encuestadoras, no solo nacionales, sino internacionales, la gestión del Presidente no goza de una aceptación que sea especialmente alta y eso redunda en un doble golpe a la imagen y favorabilidad de Gustavo Petro.

Lo anterior no significa que la agenda propuesta por Petro no pueda ser puesta en discusión, legítima por cierto, en las próximas elecciones a través de candidatos abanderados de las mismas y que la pongan en consideración del electorado, no solo en las elecciones presidenciales sino de Congreso, pero es allí donde se debe llevar la discusión, en el marco del ejercicio electoral y no a través del calor de los micrófonos o de las redes sociales.

Es en ese momento, es decir en 2026, donde los colombianos deben tomar la decisión de reelegir a Gustavo Petro, no desde su persona, sino desde la idea de desarrollo que ha planteado, es en ese momento donde los colombianos harán la verdadera encuesta.

QOSHE - ¿Reeleción de Petro? - Victor Manuel García
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¿Reeleción de Petro?

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29.02.2024

Los últimos días han estado marcados por una convulsión política por causa de diversos factores.

Por un lado la oposición al gobierno parece arreciar cada vez más desde diferentes frentes sus posturas por cuenta de sus diferencias ideológicas con el Presidente, y hay que decirlo, en muchos de estos casos estas posturas han carecido de la profundidad de debate necesaria en cuanto argumentos y solidez descriptiva y demostrativa.

Por otro lado están los mismos funcionarios de gobierno, que en diversos casos no se han puesto de acuerdo entre ellos mismos e incluso han trascendido disputas internas, que en situaciones puntuales comienzan a traspasar las diferencias políticas a tomar tintes judiciales, como lo ha sido la novela protagonizada por Laura Sarabia y Armando Benedetti o la última de ellas cuyos actores principales son Gerardo Vega, ex director de la Agencia Nacional de Tierras y Jhenifer Mojica, actual Ministra de Agricultura,........

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