La crisis del vecino país, no tiene precedentes en ese territorio, a tal punto que las autoridades ejecutivas, militares, policiales y de justicia, han parecido desbordadas y en algunos casos desorbitadas y sorprendidas por el accionar masivo de los delincuentes en ese territorio nacional.

Es que parece que las bandas delictivas en Ecuador actuaron a “sus anchas” y “debajo de las narices” de las autoridades de ese país durante años, como si no se hubieran percatado de las dimensiones del problema y les hubieran otorgado licencia para que cada vez se fortalecieran con su accionar delictivo.

Al revisar las cifras, es alarmante pensar que en un país geográficamente pequeño de tan sólo 256.370km2 (una cuarta parte de la extensión de Colombia) y de un poco más de 17 millones de habitantes (la tercera parte de la población colombiana), existan más de 22 bandas delincuenciales de crimen organizado sin estatus ni origen político, que en conjunto se calcula que suman cerca de los 30 mil integrantes, de acuerdo a cifras “conservadoras” de la Fiscalía Ecuatoriana.

Tan solo dos de ellas, las “más poderosas”, suman entre sí más de 15 mil delincuentes en sus filas (Los Choneros con nueve mil y “Los Lobos” con siete mil integrantes), de acuerdo a cálculos de la ONG, Insight Crime.

Pero ¿por qué ha sucedido esto en Ecuador? ¿Cómo se llegó hasta este punto? ¿por qué las autoridades no actuaron con antelación? ¿Se colombianizó Ecuador? ¿Cuál es el riesgo para Colombia?

En primer lugar, son un cumulo de situaciones que por acción, pero especialmente por omisión ha llevado a que la situación desemboque en este lamentable resultado que ha puesto en “jaque” a todo un país y es allí, en la omisión, donde en mi opinión recae la mayor responsabilidad.

Por omisión de actuar contundentemente en la lucha contra la erradicación de los cinturones de miseria, especialmente en la línea costera donde la desigualdad y exclusión sistemática, ha existido históricamente, aun teniendo a su principal polo de desarrollo comercial en la misma, concentrado en la ciudad de Guayaquil, ciudad en la cual si bien en infraestructura ha dado un salto exponencial en las últimas décadas, el tema social a partir de la desigualdad en la distribución de los ingresos, es aún un tema pendiente.

Por omisión también porque durante décadas los diferentes gobiernos de turno, dejaron de lado el fortalecimiento de las fuerzas del Estado, por lo cual hay un evidente letargo en las capacidades operativas, tecnológicas y de inteligencia de la Policía y de las Fuerzas Armadas ecuatorianas.

Por acción el aparato judicial del país, empezando por la Fiscalía y el sistema carcelario, han sido sistemáticamente condescendientes con los procesados por diversos delitos, lo cual ha permitido la acumulación de poder de estas bandas que a diferencia del caso del conflicto armado colombiano, nacen exclusivamente desde y por el narcotráfico.

Entonces ¿Ecuador se está colombianizando como lo han tildado algunos periodistas del vecino país? O por el contrario ¿en Colombia debemos estar atentos para no caer en esta situación?

La respuesta es no, pero sí, porque si bien gracias a la fortaleza disuasiva de nuestra Policía, Fuerzas Militares y demás agencias de seguridad del Estado, en Colombia en las últimas dos décadas no hemos sufrido un embate de tal magnitud, pero no podemos ocultar que si hay algunas similitudes no solo con la Colombia de los años 80´s, sino también en algunos casos con la actual.

Hoy en nuestro país, el sistema carcelario no es un verdadero sistema penal disuasivo y correctivo del delincuente, a tal punto que las penitenciarías se han convertido en un centro operativo de las bandas delincuenciales.

De igual forma, hoy el Estado colombiano, no tiene un verdadero control del delito, empezando porque el principal ente investigativo del país, la Fiscalía General de la Nación, no arroja resultados contundentes en materia de esclarecimiento del delito, presentando el 96% de impunidad en lo referente a delitos como homicidio, secuestro, etc, y del 93% para los casos de corrupción, de acuerdo a cifras entregadas por la Fundación Ideas para la Paz.

Colombia tiene unas fuerzas armadas bien equipadas, entrenadas y con capacidad de disuasión, sin embargo esto no es suficiente, si no se fortalece urgentemente el sistema judicial, penitenciario e investigativo (Fiscalía) y se realizan con voluntad política inversiones sociales de impacto que busquen reducir la desigualdad en el país, no podemos descartar que afrontemos en un futuro un fenómeno parecido al de Ecuador.

Por útlimo, el Valle del Cauca debe estar “alerta” ante el anuncio del Presidente de Ecuador, de liberar 1.500 presos en la frontera con Colombia, pues este departamento es el principal receptor de migraciones de toda índole del suroccidente colombiano, y esta no sería la excepción, por lo tanto se deben poner en marcha todos los protocolos para este tipo de situaciones, pues es una población “sui generis” que tiene altas probabilidades de reincidencia en el delito y puede convertirse en una amenaza de seguridad adicional a las que ya afrontamos los vallecaucanos.

QOSHE - Colombia, Ecuador, Fiscalía y el Valle - Victor Manuel García
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Colombia, Ecuador, Fiscalía y el Valle

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17.01.2024

La crisis del vecino país, no tiene precedentes en ese territorio, a tal punto que las autoridades ejecutivas, militares, policiales y de justicia, han parecido desbordadas y en algunos casos desorbitadas y sorprendidas por el accionar masivo de los delincuentes en ese territorio nacional.

Es que parece que las bandas delictivas en Ecuador actuaron a “sus anchas” y “debajo de las narices” de las autoridades de ese país durante años, como si no se hubieran percatado de las dimensiones del problema y les hubieran otorgado licencia para que cada vez se fortalecieran con su accionar delictivo.

Al revisar las cifras, es alarmante pensar que en un país geográficamente pequeño de tan sólo 256.370km2 (una cuarta parte de la extensión de Colombia) y de un poco más de 17 millones de habitantes (la tercera parte de la población colombiana), existan más de 22 bandas delincuenciales de crimen organizado sin estatus ni origen político, que en conjunto se calcula que suman cerca de los 30 mil integrantes, de acuerdo a cifras “conservadoras” de la Fiscalía Ecuatoriana.

Tan solo dos de ellas, las “más poderosas”, suman entre sí más de 15 mil delincuentes en sus filas (Los Choneros con nueve mil y “Los Lobos” con siete mil integrantes), de acuerdo a cálculos de la ONG, Insight........

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