Lo que sí hay que reconocerle a la Mazzucato es que expone sus tesis con firmeza y convencimiento. En su último libro, escrito en conjunto con la economista inglesa Rosie Collington, argumentan que las consultorías “son un gran engaño, que debilita a las empresas, infantiliza a los gobiernos, y pervierte la economía”. Una reciente reseña del libro de Mazzucato y Collington, afirma que las ‘consultorías’ “exponen su nefasta influencia en el modo en que se gestionan hoy las empresas y los gobiernos. Demuestran que la actual dependencia de nuestras economías de firmas como McKinsey & Company, Deloitte o KPMG frena la innovación, nubla la responsabilidad empresarial y política y obstaculiza nuestra misión colectiva de detener el colapso climático…

Mientras aplican un barniz de autoridad, lo que provocan en sus clientes es el arraigo del pensamiento a corto plazo y una merma de sus conocimientos especializados y su capacidad de aprender”. Mi experiencia personal es que las consultorías en el sector privado sí pueden jugar un papel importante, ya que la visión crítica de un tercero le puede permitir tanto a la administración como a los accionistas entender que el norte que ha asumido la empresa puede ser el camino equivocado.

Lo que muchos en este gobierno han hecho es malinterpretar a la Mazzucato en el sentido de afirmar que lo que ella propone es el casi dominio total de la economía por parte del sector público. ¡Eso no es cierto! En la entrevista que se llevó a cabo la semana pasada en el Hay Festival en Cartagena, la economista señala que el Estado no debe corregir los mercados, debe es formarlos. Tampoco comulga Mariana Mazzucato con la tesis del Ministerio de Hacienda que son las empresas las culpables de la inflación: “La inflación masiva en el mundo se dio cuando las compañías de alimentos y energía tuvieron utilidades enormes, y no porque hubieran hecho algo para ello, sino por factores externos”. Para la economista italiana es absolutamente fundamental que haya un Estado fuerte trabajando de la mano de un sector privado igualmente fuerte, sector que en últimas es el que está creando la riqueza para distribuir: “La izquierda se ha preocupado mucho por la redistribución y sí, es importante, me importa, pero tiene que haber algo para redistribuir. Crear cosas nuevas, innovar. Sin confundir el precio por el valor de las cosas, hay que redefinir lo que tiene valor para crearlo y poderlo redistribuir. Mientras solo la derecha hable de riqueza e innovación, y solo la izquierda piense en pobreza, igualdad y redistribución, no hay forma de ganar las elecciones y cumplir con lo prometido”.

En una entrevista con el periodista Rafa de Miguel, del diario El País de España en el 2021, la Mazzucato fue igualmente asertiva: “La izquierda se ha vuelto muy perezosa. Fíjese en Latinoamérica, por ejemplo, en Venezuela. En Europa tenemos el mismo problema, pero a un nivel diferente. Todo el discurso se centra en la redistribución. No existe una narrativa progresista adecuada que explique bien de dónde surge la riqueza. Yo creo cada vez más en la necesidad de hablar de la predistribución. Cómo somos capaces de crear más valor, de un modo diferente, en vez de esperar a recoger los restos. Todo eso necesita un discurso y una discusión diferentes. Por supuesto que necesitamos una política fiscal progresiva, para redistribuir, pero la agenda progresista necesita centrarse tanto también en la creación de riqueza. Si solo te centras en esto último, no habrá nada que redistribuir. Y además es aburrido, como mensaje. Siempre resultará mucho más atractivo un emprendedor como Elon Musk, o cualquier empresario de Silicon Valley”.

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Mariana Mazzucato y la creación de riqueza

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31.01.2024

Lo que sí hay que reconocerle a la Mazzucato es que expone sus tesis con firmeza y convencimiento. En su último libro, escrito en conjunto con la economista inglesa Rosie Collington, argumentan que las consultorías “son un gran engaño, que debilita a las empresas, infantiliza a los gobiernos, y pervierte la economía”. Una reciente reseña del libro de Mazzucato y Collington, afirma que las ‘consultorías’ “exponen su nefasta influencia en el modo en que se gestionan hoy las empresas y los gobiernos. Demuestran que la actual dependencia de nuestras economías de firmas como McKinsey & Company, Deloitte o KPMG frena la innovación, nubla la responsabilidad empresarial y política y obstaculiza nuestra misión colectiva de detener el colapso climático…

Mientras aplican un barniz de autoridad, lo que provocan en sus clientes es el arraigo del pensamiento a corto plazo y una merma de sus conocimientos........

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