Desde el siglo XIX, la tuberculosis ha obsesionado a los investigadores médicos y aterrado al resto de una sociedad que llamaba a esta enfermedad ‘la peste blanca’; en España hubo picos de cincuenta mil muertes anuales. Los científicos de principio del siglo XX aseguraban que solo se conseguiría una generación libre de tuberculosis cuando los niños fuesen llevados para su desarrollo a un medio libre de la enfermedad. Y así fue. La primera defensa contra la tuberculosis se destinaba a la infancia. Y es que la mala alimentación, la insalubridad doméstica, la falta de luz y de ventilación en las casas familiares y, desde luego, el contacto constante con allegados adultos y enfermos aconsejaba la separación—al menos temporal— de los niños y del resto de familiares. Así, nace el primer preventorio infantil de España en San Rafael con la denominación de ‘Infanta Isabel’ y bajo el amparo del Real Patronato de Lucha Antituberculosa y de la reina Doña Victoria Eugenia de Battenberg que inauguró el centro el 22 de junio de 1929. Entre los meses de julio y agosto, los primeros residentes del centro fueron 150 niños —en buena medida venidos de Madrid— con edades comprendidas entre los 7 y 10 años. Después, en los meses de septiembre y octubre, acudieron igual número de niñas. Durante el resto del año, la colonia era más reducida y no necesariamente de críos.

El edificio costó la friolera de 800.000 pesetas, fue proyectado gratuitamente por el arquitecto Manuel Cárdenas y la primera dirección médica la componían los doctores segovianos Segundo Gila y José María Ruiz Heras. También insignes médicos madrileños con estrechos lazos en San Rafael participaron del cuidado clínico de la chavalería. Mención destacada tiene el doctor Codina Castellví —que acompañó a la reina en la inauguración del centro— patriarca de una querida familia sanrafaeleña y prestigioso especialista en una enfermedad que combatió, no sólo en el preventorio de San Rafael, sino también desde su dirección médica en el Real Dispensario Antituberculoso Príncipe Alfonso de Madrid. A él, al doctor Codina, le debemos la presencia en nuestra tierra alta segoviana de Rafael Alberti para sanar de su enfermedad pulmonar y que el ilustre literato, hasta entonces dibujante, escribiera aquí su primer libro de poemas, ‘Marinero en tierra’; así lo asegura el poeta en su libro ‘La Arboleda Perdida’: “Allí, entre aquellas montañas del Guadarrama, repleto el corazón del canto soleado de los pinos, renací a la vida” San Rafael entregó al bardo andaluz de El Puerto de Santa María, la vida y el florecimiento de una vocación poética que ya nunca abandonaría. Pero esa es otra historia.

El preventorio tuvo incluso una asistencia sanitaria religiosa asistida por las Hermanas Mercedarias de la Caridad en una época en que Manolo y Juliana, la familia Martín, apodada cariñosamente los Cucos, vivía y trabajaba en el mantenimiento del preventorio y… fabricando ataúdes. ¡Un no parar! Tiempos duros, me dice Jaime Martín, su nieto, en que la campana de la pequeña capilla que las monjas cuidaban en el preventorio bajo la advocación a la Virgen del Carmen tañía tenaz y piadosa por cada una de las docenas de defunciones anuales que, especialmente después de la guerra y ante la falta de suministros, provocaba la enfermedad. Así me lo contaba Javier de la Nava asegurando que la miseria sólo traía un mayor padecimiento. Y llevaba razón.

Hoy, el primer preventorio infantil de España camina hacia los cien años de vida desde su ‘regia’ inauguración. El edificio, atalayado sobre una colina como un castillo de popa varado, ha trillado en muchos campos; preventorio, hospital de sangre, cuartel, centro de internamiento y de formación… ¡qué sé yo! Actualmente tiene una función pública que, ante su potencial, algunos tachan de escasa. No lo sé, pero desde luego, ahí sigue erguido y orgulloso sobre el paraje al que da nombre, manteniendo su imponente presencia y escoltada su entrada por dos miras de piedra que guardan secretos de la lucha por la vida, vicisitudes de dolor, de fe y de esperanza. Son historias del primer preventorio infantil de España, historias que no merecen perderse.

QOSHE - Tuberculosis; el primer preventorio infantil - Luis López
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Tuberculosis; el primer preventorio infantil

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07.02.2024

Desde el siglo XIX, la tuberculosis ha obsesionado a los investigadores médicos y aterrado al resto de una sociedad que llamaba a esta enfermedad ‘la peste blanca’; en España hubo picos de cincuenta mil muertes anuales. Los científicos de principio del siglo XX aseguraban que solo se conseguiría una generación libre de tuberculosis cuando los niños fuesen llevados para su desarrollo a un medio libre de la enfermedad. Y así fue. La primera defensa contra la tuberculosis se destinaba a la infancia. Y es que la mala alimentación, la insalubridad doméstica, la falta de luz y de ventilación en las casas familiares y, desde luego, el contacto constante con allegados adultos y enfermos aconsejaba la separación—al menos temporal— de los niños y del resto de familiares. Así, nace el primer preventorio infantil de España en San Rafael con la denominación de ‘Infanta Isabel’ y bajo el amparo del Real Patronato de Lucha Antituberculosa y de la reina Doña Victoria Eugenia de Battenberg que inauguró el centro el 22 de junio de 1929. Entre los........

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