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Por Diego Aristizábal Múnera
desdeelcuarto@gmail.com

Así como muchos prefieren leerse las cartas, o el tabaco, o tantas otras cosas antes de empezar el año, a mí me gusta iniciar el mío echándome los libros, a ver qué dicen, a ver qué sugieren. El ejercicio es espontáneo en mi biblioteca y es, a la vez, un anzuelo de lectura. Cierro los ojos, y las manos y el azar sugieren lo suyo.

El 2024 empieza así: 1 de enero, viernes: “Que este año me sea dado vivir en mí y no fantasear ni ser otras, que me sea dado ponerme buena y no buscar lo imposible sino la magia y extrañeza de este mundo que habito. Que me sean dados los deseos de vivir y conocer el mundo. Que me sea dado el interesarme por este mundo”. Al parecer, los diarios de Alejandra Pizarnik, que hace mucho los tengo sin leer, porque entre ella y yo hay un asunto personal, me invitan a la reconciliación con su mundo. Lo pongo a un lado, entre la pila de pendientes, pero le doy prioridad. Sigo.

“Con repentino sobresalto comprendí que, aunque éste es el único hombre en el mundo para mí (Ted), aunque estoy dedicando hasta la última fibra de mi ser a amarlo, aún así, sigo siendo fiel a la esencia de mi persona, y sé quién es esa persona... y estoy dispuesta a vivir con ella a través del sufrimiento y el dolor, sin dejar de cantar - aun en medio de la angustia y la pena - el triunfo de la vida sobre la muerte, la enfermedad y la guerra y todas las imperfecciones de mi querido mundo...” Me gusta esta convicción, esta seguridad en sí misma escrita el 29 de abril de 1956 por Sylvia Plath en Cartas a mi madre. Según los dos primeros libros, diarios y correspondencias ocuparán un papel importante en este año bisiesto. Barajo mejor la cosa, me voy a otro costado de la biblioteca, me agacho y tomo un libro que parece pequeño en comparación con los anteriores. Lo abro, casi al principio, y leo:

“Antes de que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la Violencia”. ¡Ay!, no puedo creer que me sorprenda este inicio de La vorágine, de José Eustasio Rivera, que justo cumple cien años de haber sido publicada. Este inicio es uno de mis favoritos, y como si fuera poco, leo más adelante una frase que me dan ganas de estamparla en una camiseta: “El cariño es como el viento; sopla pa cualquier lao”. Buen pretexto para volver sobre este libro, que hace de las suyas en los colegios cuando lo enseñan mal.

Para terminar, pregunto, ¿qué será lo que necesita todo el mundo en estos tiempos? La respuesta es contundente: “Soledad no quiere ya sombreros, ni pianos, ni caballos, ni joyeros, ni ropa, ni un violín, ni chucherías... No quiere, ni siquiera, el mundo entero. Sabía el calcetín sin fin lo que quería. Lo mismo que quería Benjamín: ¡COMPAÑÍA!” Con Un calcetín infinito, de Pedro Mañas, me parece que no hay nada más que decir para que empiece el nuevo año.

La palabra clave es el consenso. Con ella enfrentaremos...

Cuando el gobierno lo manejan personas que no respetan las...

Gustavo Petro cumple este año la mitad de su mandato, pero...

La mejor prueba de que Todos por Medellín no es una iniciativa...

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05.01.2024

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Por Diego Aristizábal Múnera
desdeelcuarto@gmail.com

Así como muchos prefieren leerse las cartas, o el tabaco, o tantas otras cosas antes de empezar el año, a mí me gusta iniciar el mío echándome los libros, a ver qué dicen, a ver qué sugieren. El ejercicio es espontáneo en mi biblioteca y es, a la vez, un anzuelo de lectura. Cierro los ojos, y las manos y el azar sugieren lo suyo.

El 2024 empieza así: 1 de enero, viernes: “Que este año me sea dado vivir en mí y no fantasear ni ser otras, que me sea dado ponerme buena y no buscar lo imposible sino la magia y extrañeza de este mundo que habito. Que me sean dados los deseos de vivir y conocer el mundo. Que me sea dado el interesarme por este mundo”. Al parecer, los diarios de Alejandra Pizarnik,........

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