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Por Sofía Gil Sánchez - @ladelascolumnas

Hace 37 años se publicó el último editorial de Guillermo Cano Isaza. Antes de ser asesinado por el Cartel de Medellín escribió su último mensaje de Navidad en medio de días llenos de incertidumbre que adornaban un panorama de país devastador.

Han transcurrido casi cuatro décadas desde que la tinta del director del diario El Espectador expresó el sentir de la mayoría de los colombianos cuya ilusión de la navidad como el estado perfecto de la felicidad había sido reemplazada por la violencia que manchó de sangre todos los rincones del país y el terrorismo que derrumbó edificios y vidas. El país resurgió, pero los rezagos de esa época donde la mafia permeó la estética y la ética aún permanecen.

Cómo le explicamos a las víctimas que al país que les costó la vida defender, lo siguen atormentando los fantasmas de su pasado violento. Que las masacres horrendas son noticias cotidianas, que el secuestro es un trabajo común para garantizar el modo de vida, que el sonido de las balas sigue siendo la música de fondo, que no existe cemento que cubra todos los agujeros en las paredes a causa de los enfrentamientos, que los postes siguen adornados por imágenes de desaparecidos, que veremos niños con armas en vez de regalos, que el poder de la corrupción permanece a través de un gobierno que deja a sus ciudadanos a merced de los violentos.

Cómo le explicamos al presidente que un proceso de paz sólo es exitoso si su inauguración son las señales inequívocas de cese de acciones criminales, no las noticias perturbadoras, el llanto de las familias, la desconfianza en la justicia y la imposibilidad de construir un relato verídico para que las víctimas puedan volver a dormir en las noches.

El más esperanzador relato navideño fue opacado por el cuento desgarrador del país de los recuerdos oscuros, el tiempo de unión se convirtió en un conteo de los puestos vacíos en las reuniones familiares, las luces de los alumbrados se asemejan a un intento desesperado de iluminar la oscuridad, la música de los villancicos no es lo suficientemente fuerte para ahogar los gritos de ayuda.

En cada hogar colombiano se cuenta una historia de pérdida, una llena de miedo y desesperación, pero aferrada a la esperanza con un nudo en la garganta. Este diciembre parece un recordatorio amargo de la cruda realidad a la que retornamos y la alegría de la temporada es un lujo que muchos no pueden permitirse.

Los 200 trinos mensuales del candidato eterno que nunca se preparó para gobernar no son suficientes para finalizar con la incertidumbre que enfrentan algunos de no saber si volverán a experimentar la calidez de un abrazo. Sus erráticas afirmaciones no logran que las personas puedan viajar seguras por carretera y disfrutar la alegría de estar junto a quienes aman. Su promesa de convertirnos en una “Potencia Mundial de la Vida” causó que el riesgo en Colombia sea que nos obliguen a permanecer en esta tragedia.

Pedimos el don del equilibrio y la prudencia de todos, para...

En esta ciudad donde el verde está en peligro de extinción,...

El sistema de la salud, de suyo bastante delicado y complejo,...

Ya es notorio que esto no es lo que buscan Petro, el Pacto...

Pedimos el don del equilibrio y la prudencia de todos, para...

En esta ciudad donde el verde está en peligro de extinción,...

El sistema de la salud, de suyo bastante delicado y complejo,...

Ya es notorio que esto no es lo que buscan Petro, el Pacto...

En Medellín nos sentíamos orgullosos de nuestros mandatarios,...

QOSHE - Navidades negras, 37 años después - Sofía Gil Sánchez
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Navidades negras, 37 años después

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22.12.2023

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Por Sofía Gil Sánchez - @ladelascolumnas

Hace 37 años se publicó el último editorial de Guillermo Cano Isaza. Antes de ser asesinado por el Cartel de Medellín escribió su último mensaje de Navidad en medio de días llenos de incertidumbre que adornaban un panorama de país devastador.

Han transcurrido casi cuatro décadas desde que la tinta del director del diario El Espectador expresó el sentir de la mayoría de los colombianos cuya ilusión de la navidad como el estado perfecto de la felicidad había sido reemplazada por la violencia que manchó de sangre todos los rincones del país y el terrorismo que derrumbó edificios y vidas. El país resurgió, pero los rezagos de esa época donde la mafia permeó la estética y la ética aún permanecen.

Cómo le explicamos........

© El Colombiano


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