Acudes a la ITV aterrado. Toca cada dos años y la sensación es muy próxima a la de aquellos tiempos en que, siendo un vago de siete suelas, te presentabas a un examen con todas las papeletas de recolectar otro cate. La Vespa ha cumplido 42 años y, pese a lucir hermosa, siempre cabe que le busquen alguna cosquilla inoportuna. Una holgura, un aceite, una luz fundida. Cuando sales de casa al filo de las ocho no ha amanecido. Antes de la rotonda de Ceares, rumbo a Granda, sientes un ruido sospechoso, como de algo que se ha caído, pero sigues, insensato, adelante. Al aparcar y contemplar tu bólido se consuma el desastre. Ha perdido por el camino la tulipa del foco trasero. La víspera lo abriste para cambiar una bombilla y al cerrarlo quedó, visto está, mal apretado. Preguntas a los examinadores y te sugieren pasar igual la revisión y subsanar el tema en una segunda visita. La inoportuna huelga no les ha torcido el gesto y el técnico es amable en grado sumo. Pero te vas con el suspenso. Vuelves rápido al lugar del ruido, junto a la rotonda de Ceares, y descubres un reguero de virutas rojas, o sea, los restos de lo que fue el foco trasero. Sigues ruta hasta la calle Argandona, compras una tulipa nueva (milagroso que tengan el modelo) y vuelves raudo a Granda, donde tras 45 minutos de espera obtienes el aprobado. ¡Dos años más de vida! Apetece besar la pegatina amarilla donde luce 2026. La Vespa Primavera tiene licencia para cumplir 44.

Unas horas después, acudes feliz con tu inmortal chiquilla al Hospital de Cabueñes. Ha nacido Paula, segunda sobrina nieta. No se le puede pedir más al 17 de enero. Tener diez sobrinos es una gran lotería. Que el mayor de ellos haya tenido su segunda hija es un casus belli en toda regla, pues refuerza el título de ‘tío abuelo’ adquirido a los 47 años. Pero, asumida la tragedia, la felicidad es plena. Impacta franquear la entrada de Hospital de Cabueñes y toparte a todo el mundo con la mascarilla puesta. Un ‘déjà vu’ que retrotrae a maléficos tiempos pandémicos. Pero en la segunda planta llega la alegría de conocer una ‘mica’ de tres kilos y setecientos gramos, con los papinos colorados en su agradable versión durmiente. La noche fue toledana. Pero de día duerme. Está boca arriba con las manucas colocadas como si le hubiera dado el alto la Guardia Civil y de vez en cuando, en un acto reflejo, las mueve hacia arriba. Quizá esté soñando ya con Hacienda. ¡Probe! No sabe lo que le espera. Piensas que está en su minuto 1, en la casilla de salida y está todo por escribir. ¿Cómo será Gijón en 2042 cuando Paula sea mayor de edad? Es momento para el optimismo. Ese año, el 17 de enero le darás una vuelta en la Vespa, si no se ha desintegrado antes. Será una moto sexagenaria y acabará de lograr una pegatina virtual. Paula, seguro que una chica de bandera (¿pelirroja como su madre?), se apretará en el sillín y dirá: «¡Acelera tío!». Y tú, jovial motero de 74, acelerarás.

Publicado en EL COMERCIO el martes 30 de enero de 2024

QOSHE - Paula en Vespa - Adrián Ausín
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Paula en Vespa

8 0
02.02.2024

Acudes a la ITV aterrado. Toca cada dos años y la sensación es muy próxima a la de aquellos tiempos en que, siendo un vago de siete suelas, te presentabas a un examen con todas las papeletas de recolectar otro cate. La Vespa ha cumplido 42 años y, pese a lucir hermosa, siempre cabe que le busquen alguna cosquilla inoportuna. Una holgura, un aceite, una luz fundida. Cuando sales de casa al filo de las ocho no ha amanecido. Antes de la rotonda de Ceares, rumbo a Granda, sientes un ruido sospechoso, como de algo que se ha caído, pero sigues, insensato, adelante. Al aparcar y contemplar tu bólido se consuma el desastre. Ha perdido por el camino la tulipa del foco trasero. La víspera lo abriste para cambiar una bombilla y al cerrarlo quedó, visto........

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