Sin duda, el debate sobre las infraestructuras en Asturias ha vuelto con fuerza. Los años de crisis económica y predominio de lo social, parecen haber dado paso a un tema que nos gusta especialmente. O sea, hablar de carreteras, trenes, plazos o proyectos. En efecto, durante la segunda década de este siglo se hablaba más de la protección a las personas, puesto que el hormigón, después del estallido de la burbuja inmobiliaria, quedó muy tocado. Dicho de otra forma: era visto como sinónimo de corrupción y despilfarro. A esto, y de forma decisiva, contribuyó también una política presupuestaria que menguó considerablemente la partida dedicada a inversiones. A la postre, era donde siempre se recortaba hasta dejarla exigua. Sin embargo, ahora mismo es lo contrario. Animados por una recaudación fiscal récord, junto con el maná de los fondos europeos, se distribuyen millones de euros por doquier. O sea, todo lo que no se había hecho antes quiere reactivarse, a la vez que se incorporan nuevas obras. Eso sí, en Asturias seguimos teniendo pendiente lo mismo (Ronda Norte de Oviedo, Plan de Vías de Gijón, autovía del Suroccidente, etcétera) con la única salvedad de la variante de Pajares. Hecho clave y que ha reactivado el discurso sobre las infraestructuras, hasta hacerlas el tema central de la política asturiana.

Digo más, a esta efervescencia ha contribuido que el Gobierno central sigue incumpliendo sus compromisos con nuestro paraíso natural. Algo que no es nada nuevo. Quizá en la actualidad tenga un eco mediático superior -ver el bochorno de los trenes que no cabían por los túneles- pero que no deja de ser un «déjà vu». Recuerden las polémicas por los continuos retrasos en la autovía del Cantábrico con tramos estancados (Unquera-Llanes) durante muchísimos años. Lo que nuestro presidente, Adrián Barbón, llama «incredulidad» al anunciar un determinado plazo desde el Ministerio de Transportes, antes se valoraba como «agravios comparativos» con otras comunidades que siempre acababan primero. Lo de que el Principado reclamará a Madrid porque «Asturias es lo primero» (Barbón dixit), ya lo hemos escuchado más de una vez. Por cierto, con escaso éxito como históricamente se demuestra. Son discursos, pues, que dejan un cierto sabor… a nada. Es decir, a que seguiremos igual hasta que volvamos a indignarnos, con una afrenta si cabe mayor. Vean si no lo que ha pasado en Gijón con el vial de Jove.

@balbuenajm

QOSHE - Sabor a nada. - Jose Manuel Balbuena
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Sabor a nada.

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03.04.2024

Sin duda, el debate sobre las infraestructuras en Asturias ha vuelto con fuerza. Los años de crisis económica y predominio de lo social, parecen haber dado paso a un tema que nos gusta especialmente. O sea, hablar de carreteras, trenes, plazos o proyectos. En efecto, durante la segunda década de este siglo se hablaba más de la protección a las personas, puesto que el hormigón, después del estallido de la burbuja inmobiliaria, quedó muy tocado. Dicho de otra forma: era visto como sinónimo de corrupción y despilfarro. A esto, y de forma decisiva, contribuyó también una política presupuestaria que menguó........

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