Pedro Sánchez estará en Asturias el próximo lunes. El presidente llega en el momento en el que las relaciones entre el Gobierno de España y el Principado son más tensas. Nunca se había vivido una situación así desde que Adrián Barbón está al frente del Ejecutivo regional. Tampoco con otros presidentes autonómicos socialistas, aunque sí con la FSA, en tiempos en los que el SOMA dominaba en el partido y se sentía agraviado por decisiones o inhibiciones del Gobierno central. No obstante, en aquella época, el sindicato y la FSA tenían valedores en Madrid, algo que no ocurre con el ‘sanchismo’ asturiano desde que Adriana Lastra pasó a la condición de diputada rasa.

La causa del choque entre gobiernos reside en la construcción de las infraestructuras del Estado en nuestra región. Es un tema clásico, que siempre resultó conflictivo, porque para los asturianos hay una larga lista de incumplimientos, retrasos y agravios que se remonta a los tiempos de la preautonomía, mientras que todos los gobiernos centrales pensaron que invertían demasiado en Asturias para el rendimiento que se obtenía por habitante, por tonelada, por voto. Los argumentos del Ministerio de Transportes se interpretaron como disculpas, hasta que en el último año una serie de hechos encadenados que empezaron con el escándalo de los trenes de la red de ancho métrico y llegan hasta el renuncio a construir el vial de Jove soterrado, provocaron el choque entre el Principado y el ministerio.

En vísperas de la visita de Pedro Sánchez, desde ambas partes se trata de atenuar la tensión con declaraciones amables, que es tanto como decir poco creíbles. Guillermo Peláez, consejero de Hacienda y portavoz del Gobierno regional, dice que «hay un diálogo constante en defensa de los intereses de Asturias». De ser así, y a juzgar por los resultados, cabe añadir que la interlocución es muy poco fructífera. El portavoz dice que «siempre hubo relaciones fluidas», por eso se suspenden las obras en el nudo de Serín y el presidente del Principado se entera por los periódicos. Más que explicar lo que sucede, el consejero convierte sus declaraciones en una clase de urbanidad para adultos. Desde el Ministerio de Transportes venden dosis de la misma medicina: «La relación es buena para solucionar los problemas de Asturias». No entiendo cómo tenemos el AVE más lento de España, la conexión portuaria por carretera más retrasada del mapa y una obra mínima –nudo de Serín, un millón de presupuesto– que lleva cinco años y no finalizó.