No toda hada es madrina. De hecho, parece que esa figura, habitual en las versiones edulcoradas de los cuentos infantiles, fue un invento de Madame d’Aulnoy, escritora francesa del siglo XVII que cultivó el relato feérico de modo un tanto empalagoso. De toda madrina, sin embargo, sí se espera que sea un poco hada. Esto es, que se comporte con respecto a sus ahijados como aquello que los tratadistas del género en cuestión denominan una “donante mágica”. Así, si alguien se ofrece como madrina de una determinada localidad, lo que sus habitantes han de asumir es que a partir de ese momento serán abrumados por la titular de la oferta con obsequios caprichosos y soluciones providenciales a los problemas que los aquejan. Y ese es precisamente el rol para el que la ministra de Comercio Exterior y Turismo, Elizabeth Galdo, se ha postulado esta semana ante sus paisanos del Cusco.

De visita en su tierra para una actividad oficial, la ministra protagonizó un áspero intercambio con un reportero que le preguntó por qué había aceptado el cargo. Ofuscada, ella intentó arrebatarle el micro, lo que solo consiguió a medias, y entonces, apremiada por las voces de protesta que empezaban a alzarse a su alrededor, improvisó un discurso que nada tenía que ver con la interrogante que le habían planteado. “¡Yo soy madrina del Cusco, para que lo sepan!”, proclamó. Y, ya envalentonada por el tono vibrante de sus palabras, añadió: “Como madrina, me van a ver muy seguido por acá, [dispuesta] a atender todas las inquietudes”... En honor a la verdad, la única que lucía inquieta a esas horas de la mañana era ella, pero en esta comarca de madrinas regalinas y padrinos oscorimos, más de un lugareño puede haberse tomado la promesa en serio y, en consecuencia, estar aguardando de su parte gestos de largueza y concesiones de excepción.

¿Qué quiso decir la señora Galdo con ese anuncio? ¿Que piensa ejercer el cargo que ostenta con un ligero sesgo a favor del terruño que la vio nacer? Desde Odría y el trato privilegiado que le dispensó a su Tarma natal, no hemos visto en el país experimento semejante. ¿Se vienen acaso exoneraciones de alguna naturaleza para las empresas turísticas y los hoteles que funcionan en la ciudad imperial? ¿Gollerías para el comercio que se desarrolla en el mercado de San Blas o en el de Chinchero? Lo dudamos seriamente. Pensamos, más bien, que la ministra no supo cómo salir del lío en el que se había metido y se lanzó simplemente a parlotear sin libreto.

Algo parecido, además, le sucedió luego en Lima, cuando le tocó explicar ante los medios locales el arrebato que la había poseído el día anterior. “Como ya la prensa se había quedado atrás, quise hablar por el micrófono, dirigir un mensaje a los que se habían quedado atrás [para que supieran que declararía después del evento al que estaba entrando]”, afirmó en una entrevista en RPP. Y se supone que nosotros deberíamos creer que todo lo que intentaba hacer al estirar la mano hacia el aparato era dar un anuncio de servicio público...

En fin, ministros tocados por el don de lenguas han asomado con pertinacia en las páginas de nuestra historia republicana, por lo que el hada enfajinada de este cuento no constituye en realidad un fenómeno que debería llamarnos a asombro. Pero si entre los jóvenes circula desde hace tiempo la expresión “irse en floro” para aludir al desembalse retórico que algunos practican en ciertas situaciones difíciles, no es inverosímil que, dentro de poco y con idéntico propósito, surja también la expresión “irse en Galdo”. Sería un justo homenaje.

QOSHE - El hada enfajinada - Mario Ghibellini
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El hada enfajinada

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27.04.2024

No toda hada es madrina. De hecho, parece que esa figura, habitual en las versiones edulcoradas de los cuentos infantiles, fue un invento de Madame d’Aulnoy, escritora francesa del siglo XVII que cultivó el relato feérico de modo un tanto empalagoso. De toda madrina, sin embargo, sí se espera que sea un poco hada. Esto es, que se comporte con respecto a sus ahijados como aquello que los tratadistas del género en cuestión denominan una “donante mágica”. Así, si alguien se ofrece como madrina de una determinada localidad, lo que sus habitantes han de asumir es que a partir de ese momento serán abrumados por la titular de la oferta con obsequios caprichosos y soluciones providenciales a los problemas que los aquejan. Y ese es precisamente el rol para el que la ministra de Comercio Exterior y Turismo, Elizabeth Galdo, se ha postulado esta semana ante sus paisanos del........

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