Llevo más de cuarenta años escuchando a diario sufrimiento ajeno y tratando de paliarlo en lo posible. No he tenido más remedio que empatizar mientras escucho a mis pacientes y trato de ayudarlos pero tuve que aprender a resetear mi mente al final del dia si quería poder dormir y descansar y poder seguir atendiendo a mis pacientes de manera eficaz al dia siguiente. Conseguiídesconectar afortunadamente, aunque eso no significa que me haya vuelto impermeable.

Sin embargo hace tres días atendí a una persona de casi noventa años, viuda recientemente, sola completamente y sin familia cercana, con un hijo o hija (uso el masculino y femenino para evitar la identificación de la persona) que desde hace mucho tiempo se olvidó de los padres hasta que se las arregló para acudir a la casa de uno de los progenitores muy enfermo/a y en ausencia del otro arreglárselas para llevarse el dinero que el progenitor enfermo guardaba en la casa. Esa persona ha perdido ya a sus mejores tres amigos y eso añade más dolor a la tragedia.Y además de todo lo dicho esa persona que fue a verme está algo deteriorada cognitivamente. Eso para mas INRI. No es cosa de psicólogo principalmente el caso.

Ante este panorama reconozco que he quedado impactado más allá de la sesión primera al ver tan enorme e injusto sufrimiento. Me pongo en su papel y me horrorizo.

Haré lo que pueda pero mi intervención va a ser muy limitada pues lo que sería necesario no puede ser posible. La sociedad va a lo suyo y es un ente abstracto en el que su caso se diluye.

En fin, que he sentido y sigo sintiendo pena, gran pena por esa persona indefensa, sola, poco a poco incapaz de valerse de una manera digna y con la probabilidad de sentirse abandonada a su suerte a esa edad tan provecta.

Solo he pretendido hacer en voz alta una reflexión y expresar una emoción que se me ha escapado algo de las manos loque es una excepción hasta el momento. Creo que me estoy haciendo viejo. Pero es que últimamente me llegan varios casos de ruina psicológica y me siento incapaz de resolver su dolor, aunque algo les alivie. Esto no era frecuente en una sociedad de hace bastantes años donde las familias más extensas actuaban de colchón y los viejos no vivían tanto tiempo. Los tiempos han cambiado.

QOSHE - ME DA MUCHA PENA - Miguel Silveira
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ME DA MUCHA PENA

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29.02.2024

Llevo más de cuarenta años escuchando a diario sufrimiento ajeno y tratando de paliarlo en lo posible. No he tenido más remedio que empatizar mientras escucho a mis pacientes y trato de ayudarlos pero tuve que aprender a resetear mi mente al final del dia si quería poder dormir y descansar y poder seguir atendiendo a mis pacientes de manera eficaz al dia siguiente. Conseguiídesconectar afortunadamente, aunque eso no significa que me haya vuelto impermeable.

Sin embargo hace tres días atendí a una persona de casi noventa años, viuda recientemente, sola........

© El Comercio


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