Vinicius José Paixao de Oliveira Junior Vin José de Oliveira do Nascimento (julio, 2000, Sao Gonçalo, Brasil) más conocido en el mundo del futbol por Vinicius a secas, quiere demostrar que España es un país racista. No lo va a conseguir por mucho que se empeñe en base a los cánticos racistas que le dedicaron en mayo del año pasado los seguidores del Valencia en Mestalla.

¿Por ser negro o por ser Vinicius?

Esa es la cuestión. La de un vulgar provocador sin causa. Con el inocente atrevimiento de quien seguramente nunca se interesó por los más recientes estudios sobre psicología de masas, el famoso jugador del Real Madrid volvió este sábado a Mestalla para disputar más con el público (esta vez no hubo insultos racistas) que con los jugadores del equipo contrario.

Eso ya sería suficiente para mandarlo al rincón de pensar. Pero lo que desbordó su temeraria conducta, con efectos extradeportivos (de orden público, sin ir más lejos) fue celebrar un gol haciendo el antiguo gesto del black power (empoderamiento racial del activismo afroamericano en los años sesenta del siglo pasado) mirando desafiante a una grada que no había dejado de abuchearle desde el minuto uno.

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De psicología de masas debe saber Vinicius tanto como de lo que pedagogos e historiadores llaman “contextualización”. Ni falta que le hace, seguramente, pero al menos debería preguntarse por qué compañeros suyos, orgullosos de sus raíces como Camavinga, Mendy o Rüdiger no han sido objeto de insultos raciales en Valencia. También le sugiero que dedique un minuto de su tiempo a descubrir la influencia cero del factor racial entre los jugadores del Valencia, algunos tan queridos como Diakhabi, que tiene a sus seguidores pendientes de su grave lesión.

Vinicius debería preguntarse por qué compañeros suyos, como Camavinga, Mendy o Rüdiger no han sido objeto de insultos raciales

Si alguien cree que eso de la “supremacía blanca” figura entre los muchos defectos y las muchas políticas abominables de esta España nuestra partida en dos, de las alas quietas, de las vendas negras (ay, Cecilia), es que está tan necesitado de hacérselo mirar como el empeño de Vinicius a tomar al valencianismo como una legión de racistas peligrosos.

El deporte es —debe ser— una escuela de valores. Incluye el respeto al perdedor y la elegancia del ganador. En el campo, en las gradas y en los vestuarios. También en los despachos. Dicho sea porque hace menos de un año, tras el partido de Mestalla donde sonaron los “cánticos racistas” contra Vinicius, Florentino Pérez sentó a su lado al futbolista en el palco presidencial.

Hacer bandera de la indefensión del muchacho no contribuyó a calmar los ánimos que llegaron recalentados al partido del sábado, el público se abstuvo de insultarle con alusiones raciales. Esta vez se limitaron a llamarle “tonto”, “llorón” y “mentiroso”.

Que un futbolista se encare con el público porque cuatro cafres se les caliente la boca por cuenta de la identidad ideológica, racial, sexual o religiosa, es un problema de educación por ambas partes. A veces convertir la anécdota en categoría produce monstruos de la razón, como ocurría con los muy fecundos sueños de Goya. Y hacer pasar a los valencianos por un pueblo racista, porque respondió a las provocaciones de Vinicius (insisto, por ser Vinicius, no por ser negro) no deja de ser eso, una categoría deformada en el mundo del deporte español.

Vinicius José Paixao de Oliveira Junior Vin José de Oliveira do Nascimento (julio, 2000, Sao Gonçalo, Brasil) más conocido en el mundo del futbol por Vinicius a secas, quiere demostrar que España es un país racista. No lo va a conseguir por mucho que se empeñe en base a los cánticos racistas que le dedicaron en mayo del año pasado los seguidores del Valencia en Mestalla.

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Esa es la cuestión. La de un vulgar provocador sin causa. Con el inocente atrevimiento de quien seguramente nunca se interesó por los más recientes estudios sobre psicología de masas, el famoso jugador del Real Madrid volvió este sábado a Mestalla para disputar más con el público (esta vez no hubo insultos racistas) que con los jugadores del equipo contrario.

Eso ya sería suficiente para mandarlo al rincón de pensar. Pero lo que desbordó su temeraria conducta, con efectos extradeportivos (de orden público, sin ir más lejos) fue celebrar un gol haciendo el antiguo gesto del black power (empoderamiento racial del activismo afroamericano en los años sesenta del siglo pasado) mirando desafiante a una grada que no había dejado de abuchearle desde el minuto uno.

Puño y brazo disparados hacia el cielo. Tiene su antecedente en la icónica foto de dos atletas estadounidenses, Tommi Smith y John Carlos, sobre el pódium de los 200 metros lisos, en los Juegos Olímpicos de Mexico (octubre, 1968). La estampa dio la vuelta al mundo como silencioso, justo y necesario grito de la negritud civilmente acorralada en Estados Unidos por abominables políticas segregacionistas.

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Hacer bandera de la indefensión del muchacho no contribuyó a calmar los ánimos que llegaron recalentados al partido del sábado, el público se abstuvo de insultarle con alusiones raciales. Esta vez se limitaron a llamarle “tonto”, “llorón” y “mentiroso”.

Que un futbolista se encare con el público porque cuatro cafres se les caliente la boca por cuenta de la identidad ideológica, racial, sexual o religiosa, es un problema de educación por ambas partes. A veces convertir la anécdota en categoría produce monstruos de la razón, como ocurría con los muy fecundos sueños de Goya. Y hacer pasar a los valencianos por un pueblo racista, porque respondió a las provocaciones de Vinicius (insisto, por ser Vinicius, no por ser negro) no deja de ser eso, una categoría deformada en el mundo del deporte español.

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¿España racista?: Vinícius, al rincón de pensar

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04.03.2024

Vinicius José Paixao de Oliveira Junior Vin José de Oliveira do Nascimento (julio, 2000, Sao Gonçalo, Brasil) más conocido en el mundo del futbol por Vinicius a secas, quiere demostrar que España es un país racista. No lo va a conseguir por mucho que se empeñe en base a los cánticos racistas que le dedicaron en mayo del año pasado los seguidores del Valencia en Mestalla.

¿Por ser negro o por ser Vinicius?

Esa es la cuestión. La de un vulgar provocador sin causa. Con el inocente atrevimiento de quien seguramente nunca se interesó por los más recientes estudios sobre psicología de masas, el famoso jugador del Real Madrid volvió este sábado a Mestalla para disputar más con el público (esta vez no hubo insultos racistas) que con los jugadores del equipo contrario.

Eso ya sería suficiente para mandarlo al rincón de pensar. Pero lo que desbordó su temeraria conducta, con efectos extradeportivos (de orden público, sin ir más lejos) fue celebrar un gol haciendo el antiguo gesto del black power (empoderamiento racial del activismo afroamericano en los años sesenta del siglo pasado) mirando desafiante a una grada que no había dejado de abuchearle desde el minuto uno.

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De psicología de masas debe saber Vinicius tanto como de lo que pedagogos e historiadores llaman “contextualización”. Ni falta que le hace, seguramente, pero al menos debería preguntarse por qué........

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