El enlatado discurso de la Moncloa relaciona la fumata blanca de la amnistía con el levantamiento del vuelo de un Gobierno acorralado por la corrupción (caso Koldo) y los chantajes del independentismo. Pero también avanza la percepción de que el manual de resistencia ya no da más de sí.

"La legislatura empieza ahora", según el relato oficial. Y Sánchez vuelve a estar encantado de haberse conocido: "El tiempo se le va a hacer muy largo a la oposición", dice. A mal tiempo buena cara. Sin embargo, tiene entre pocos y ningún motivo de celebrar nada, pues el segundo trimestre del año se presenta bastante negro para el señor de la Moncloa.

Me explico:

Dentro de tres días la ley de amnistía aparca en la Cámara Alta, donde el PP espera con los colmillos afiliados. El Senado va a ser la incansable caja de resonancia de los objetores de la ley. Dos meses de campaña contra la obra predilecta del Gobierno, muy cuestionada por los jueces llamados a aplicarla.

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Feijóo forzará más citas con Von der Leyen para vigilar su "compromiso" contra la amnistía Ana Belén Ramos

Mientras, los independentistas catalanes siguen ejerciendo su capacidad de extorsión política. Ahora quieren quedarse otra parte del Estado "represor" (independencia fiscal y referéndum de autodeterminación) a cambio de apoyar los PGE. Sin embargo, dicen haber apostado por dar cuerda a la legislatura. "Siempre que se cumpla lo prometido", advierte el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés.

Item más: el goteo de detalles sobre el caso Koldo no da tregua, con una comisión de investigación que mañana se abrirá en el Senado. El amiguete de Cerdán, Ábalos y Sánchez ha reaparecido en los medios de comunicación y ya cuenta cosas en primera persona. Desde su encierro, donde se lame las heridas, arropado por su madre, dice que Ábalos es "socialista de verdad" y "una bellísima persona". No como otros, insinúa respecto a quienes le dan por desechable.

Manifestantes contra la amnistía este sábado en Madrid. (Europa Press/Fernando Sánchez)

Lo que duele: Galicia, Barbate, Koldo, Ábalos, Armengol, Delcy, Puigdemont, Marruecos (ay, Marruecos) etc. Demasiado peso en las alas de Sánchez. Alas de hierro, como las de Patricia Yarros en su Empíreo.

Y demasiados frentes. La corrupción pone a prueba la coherencia de sus socios de izquierdas (Sumar y Podemos, básicamente). Una exigua mayoría parlamentaria pro-amnistía que no se corresponde con una clara mayoría social contraria. El latente malestar en las filas de un PSOE amordazado e irreconocible. Los independentistas catalanes diciendo que se ha cerrado una partida y ya estamos en otra, pues la amnistía la pagaron por adelantado con el apoyo a la investidura y ahora toca ponerle precio al favor de apoyar los PGE.

Con la vista puesta en las urnas europeas, cuyas encuestas vienen confirmando el declive electoral del PSOE, la pregunta sale sola: ¿A qué viene el triunfalismo del Gobierno tras las furtivas negociaciones en Suiza con Junts sobre la amnistía?

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El discurso oficial quita importancia al hecho de que estamos ante una ley de amnistía cuestionada por unos jueces que se deben al principio de legalidad y no a los pactos de dos trapisondistas. Me parece que a Sánchez y a Puigdemont se les acabó el crédito de sus respectivos seguidores. Pueden seguir acariciándose los oídos, pero el caso es que jueces y magistrados son ajenos a los planes de venta del Estado por el plato de lentejas de los siete escaños de Junts para el reenganche de Pedro Sánchez en la Moncloa.

El enlatado discurso de la Moncloa relaciona la fumata blanca de la amnistía con el levantamiento del vuelo de un Gobierno acorralado por la corrupción (caso Koldo) y los chantajes del independentismo. Pero también avanza la percepción de que el manual de resistencia ya no da más de sí.

"La legislatura empieza ahora", según el relato oficial. Y Sánchez vuelve a estar encantado de haberse conocido: "El tiempo se le va a hacer muy largo a la oposición", dice. A mal tiempo buena cara. Sin embargo, tiene entre pocos y ningún motivo de celebrar nada, pues el segundo trimestre del año se presenta bastante negro para el señor de la Moncloa.

Me explico:

Dentro de tres días la ley de amnistía aparca en la Cámara Alta, donde el PP espera con los colmillos afiliados. El Senado va a ser la incansable caja de resonancia de los objetores de la ley. Dos meses de campaña contra la obra predilecta del Gobierno, muy cuestionada por los jueces llamados a aplicarla.

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Y demasiados frentes. La corrupción pone a prueba la coherencia de sus socios de izquierdas (Sumar y Podemos, básicamente). Una exigua mayoría parlamentaria pro-amnistía que no se corresponde con una clara mayoría social contraria. El latente malestar en las filas de un PSOE amordazado e irreconocible. Los independentistas catalanes diciendo que se ha cerrado una partida y ya estamos en otra, pues la amnistía la pagaron por adelantado con el apoyo a la investidura y ahora toca ponerle precio al favor de apoyar los PGE.

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Demasiado peso en las alas de Sánchez

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11.03.2024

El enlatado discurso de la Moncloa relaciona la fumata blanca de la amnistía con el levantamiento del vuelo de un Gobierno acorralado por la corrupción (caso Koldo) y los chantajes del independentismo. Pero también avanza la percepción de que el manual de resistencia ya no da más de sí.

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