Aunque solo se dispararon palabras, lo de ayer en el Consejo de Administración de RTVE fue como la matanza de Puerto Hurraco. Una página de la España negra en forma de lucha por el poder entre dos personajes al servicio del Gobierno.

Matándose entre sí han caído dos criaturas de la Moncloa, cuyo favor se había ido inclinando hacia José Pablo López, director de Contenidos, mientras se iba fragilizando el liderazgo de su rival. La inquina era recíproca. La presidenta interina, Elena Sánchez, fue quien golpeó primero con la inestimable ayuda de los tres consejeros del PP y uno de los dos Podemos.

Insólito, pero cierto: la que había sido niña bonita del Gobierno para enderezar la crisis suscitada hace año y medio con la marcha de Pérez Tornero, acabó aliándose en inesperada pinza con los consejeros nombrados a propuesta del PP para acabar con López. Y a renglón seguido esos mismos consejeros, a propuesta de uno de Podemos (ojo, no el mismo de la votación anterior) acababan haciendo una pinza no menos inesperada con los del PSOE para destituir a Elena Sánchez a cambio de asumir que la presidencia sea rotatoria a partir de ahora entre los miembros que quedan vivos (uno cada seis meses).

El caos está servido. Es lo único garantizado, si tenemos en cuenta que el mandato de la mitad de los consejeros está a punto de caducar y que Moncloa tiene prisa por poner al frente del invento a una persona de su confianza. Ya tenemos dos aspirantes. Los dos de la cuerda del Gobierno, claro (Concepción Cascajosa y Ramón Colom), pero ninguno de los dos tiene asegurados los cinco votos necesarios para salir elegido (ayer tarde se negociaba a la carrera). Esto puede desembocar en un bloqueo parecido al del CGPJ​, donde lo ideológico se mezcla con lo profesional.

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En estos momentos Moncloa ha perdido en RTVE la mayoría que también ha perdido en el Parlamento por fractura en la balcanizada ecuación de poder que pone en peligro el futuro de la legislatura. Los alineamientos son imprevisibles. Y la existencia de dos almas en la familia socialista (López más sanchista y Elena Sánchez más PSOE de toda la vida), así como en Sumar (la de Yolanda Díaz y la de Ione Belarra), se ha proyectado sobre el caos organizativo de RTVE.

No es por el modelo, sino por los modeladores, que han acabado pasándose por el arco del triunfo lo dispuesto en el BOE sobre la naturaleza y el funcionamiento de la corporación (sucesivas actualizaciones de la Ley 17/2006 de la radio y la televisión de titularidad estatal). Basta preguntarse por qué antes que Elena Sánchez cayó Pérez Tornero. Pues porque al Gobierno del PSOE-UP de entonces le dio por creer que Pérez Tornero se había puesto al servicio del PP. Como ahora le ha dado por creer que a la causa no le aportaba nada el hecho de que Elena Sánchez quisiera una televisión pública alejada de los métodos propios de las cadenas privadas para aumentar la audiencia a toda costa.

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Me cuentan que Elena Sánchez había puesto pie en pared a la entrada de la telebasura en la TVE, convencida de que la medida de excelencia en un medio estatal la da un buen servicio a través de sus programas formativos e informativos. Y en ese sentido, al margen del síndrome de Puerto Hurraco que se ha instalado en la cúpula de RTVE, procede reconocer el excelente trabajo de los profesionales de la casa. Y las excelentes coberturas informativas que RTVE viene haciendo a escala nacional e internacional de la actualidad.

Aunque solo se dispararon palabras, lo de ayer en el Consejo de Administración de RTVE fue como la matanza de Puerto Hurraco. Una página de la España negra en forma de lucha por el poder entre dos personajes al servicio del Gobierno.

Matándose entre sí han caído dos criaturas de la Moncloa, cuyo favor se había ido inclinando hacia José Pablo López, director de Contenidos, mientras se iba fragilizando el liderazgo de su rival. La inquina era recíproca. La presidenta interina, Elena Sánchez, fue quien golpeó primero con la inestimable ayuda de los tres consejeros del PP y uno de los dos Podemos.

Insólito, pero cierto: la que había sido niña bonita del Gobierno para enderezar la crisis suscitada hace año y medio con la marcha de Pérez Tornero, acabó aliándose en inesperada pinza con los consejeros nombrados a propuesta del PP para acabar con López. Y a renglón seguido esos mismos consejeros, a propuesta de uno de Podemos (ojo, no el mismo de la votación anterior) acababan haciendo una pinza no menos inesperada con los del PSOE para destituir a Elena Sánchez a cambio de asumir que la presidencia sea rotatoria a partir de ahora entre los miembros que quedan vivos (uno cada seis meses).

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RTVE y el eterno síndrome de Puerto Hurraco

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27.03.2024

Aunque solo se dispararon palabras, lo de ayer en el Consejo de Administración de RTVE fue como la matanza de Puerto Hurraco. Una página de la España negra en forma de lucha por el poder entre dos personajes al servicio del Gobierno.

Matándose entre sí han caído dos criaturas de la Moncloa, cuyo favor se había ido inclinando hacia José Pablo López, director de Contenidos, mientras se iba fragilizando el liderazgo de su rival. La inquina era recíproca. La presidenta interina, Elena Sánchez, fue quien golpeó primero con la inestimable ayuda de los tres consejeros del PP y uno de los dos Podemos.

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El caos está servido. Es lo único garantizado, si tenemos en cuenta que el mandato de la mitad de los consejeros está a punto de caducar y que Moncloa tiene prisa por poner al frente del invento a una persona de su confianza. Ya tenemos dos aspirantes. Los dos de la cuerda del Gobierno, claro (Concepción Cascajosa y Ramón Colom), pero ninguno de los dos tiene asegurados los cinco votos necesarios para salir elegido (ayer tarde se negociaba a la carrera). Esto puede desembocar en un bloqueo parecido al del CGPJ​, donde lo ideológico se mezcla con lo profesional.

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