El Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo no remonta el vuelo. Aprovecha cada ocasión que se le presenta para demostrar que su única estrategia es la inercia, una corriente generada por las barbaridades del PSOE en la que solo hay que dejarse llevar hasta unas elecciones que sean favorables. Como las olas a las que se confía un náufrago para alcanzar la orilla. Antes que nada, es necesario precisar que se trata de una estrategia política legítima y muchas veces efectiva. La inventó Tancredo en un ruedo, don Tancredo, y luego se adaptó a la política.

El mérito consiste en quedarse quieto, no moverse. También la utilizó mucho Mariano Rajoy y llegó a ganar un ciclo completo de elecciones, las de 2011, cuando el líder socialista de entonces, Rodríguez Zapatero, le ofreció en bandeja un PSOE destrozado, hundido, y un país al borde de la quiebra. Ahí le llegó el momento y llegó a acumular más poder incluso que el que acumuló Felipe González en el mítico octubre socialista de 1982. Siendo presidente del Gobierno de España fue cuando más evidente hizo su estrategia. Decía Rajoy que, a veces, la mejor decisión es no tomar ninguna decisión. Nadie podrá rebatirlo, porque es verdad, solo que es fundamental reparar en la primera parte de la frase: "A veces". Es decir, no siempre. Cuando quedarse quieto se convierte en un modelo de gestión, la consecuencia inevitable es que hay problemas que se pudren, y desaparecen, mientras que otros se agravan exponencialmente. El tancredismo en la oposición lo que provoca es la falta de iniciativa y de sorpresa, todo se encomienda a lo previsible.

Ante el debate de la Ley de Amnistía que pretende aprobar el Gobierno de Pedro Sánchez, lo que se podría esperar de una enmienda a la totalidad del Partido Popular es que se adentrara con valentía e inteligencia en el debate y plantease alternativas constitucionales a la amnistía. O contradicciones insuperables, que existen.

No se trata de repetir que la proposición del PSOE puede ser inconstitucional, que han cambiado de opinión y que lo hacen por los votos de los independentistas… Que sí, que sí, que eso se viene repitiendo desde agosto, cuando resultaba una novedad, pero ¿qué aporta seguir diciendo lo mismo seis meses después? Con la proposición de ley en el Congreso el tiempo es otro, ahora se trata de aceptar el debate, de encararlo y de ofrecer alternativas que desnuden la imposición independentista que ha aceptado el presidente Sánchez.

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Vamos a detalles concretos de cómo podría ser ese debate, al que renuncia el Partido Popular. Por ejemplo, los distintos portavoces socialistas repiten que la amnistía en España es constitucional porque se trata de un recurso legal al que se han acogido otros países de nuestro entorno, como Francia, Portugal, Italia y Alemania, que son los países que siempre citan. Si eso es lo que se pretende, emular a esos países, habría que comenzar por proponer un cambio en la Constitución, ya que la amnistía está recogida en las constituciones de esos países. ¿Está dispuesto el PSOE? En Francia y en Italia, la Constitución dice que la amnistía solo se puede otorgar por ley, con mayorías de dos tercios en el caso de las cámaras italianas. En Portugal, el artículo 161.f de la Constitución, sobre las competencias de la Asamblea de la República, recoge la capacidad de "conceder amnistías y perdones genéricos", que es justo lo contrario de lo que dice la Constitución española, cuando autoriza medidas de gracia, artículo 62.i, y específica "que no podrá autorizar indultos generales".

Si el PSOE quiere una amnistía, ese es el camino constitucional. La enmienda a la totalidad del PP, dado que en todo caso no va a prosperar, sí podría haberse utilizado para meter al Partido Socialista en ese laberinto, del que pretende huir. Y si no quieren adentrarse en un cambio de la Constitución, que acepten una fórmula intermedia, que también incomoda terriblemente a los socialistas. Si la amnistía es necesaria para resolver el conflicto de Cataluña, como dicen eufemísticamente; si es buena para España y para la propia democracia, si tantos son los beneficios comunes, no tendrán reparo alguno en someterla a referéndum. Eso la haría constitucional, la aprobación unánime en referéndum en toda España. ¿Acepta Pedro Sánchez?

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Pero hay más. Si hablamos de la legalidad en esos países, también hay que decir que, por ejemplo, en Portugal están prohibidos los partidos regionalistas, de la misma forma que en Alemania son ilegales los partidos contrarios a la Constitución, algo que no ocurre en España porque nuestra Constitución no es militante. En Francia, encontramos otro paralelismo interesante: está prohibida la enseñanza oficial en otro idioma diferente al francés. No debemos olvidar que los dos nacionalismos más desleales de la democracia española, vascos y catalanes, también consideran parte de su territorio varias provincias francesas, Iparralde y la Catalunya Nord, pero curiosamente solo se enfrentan al Estado español, que es el que aplica una descentralización política y administrativa equiparable a la de los países federales. En definitiva, que las comparaciones deben ser completas, porque la elección parcial de la legislación vecina puede encerrar una burda trampa, como es el caso.

Luego están las formas. Es tan elemental lo del Partido Popular, tan de dejarse llevar por la corriente, que ha presentado una enmienda a la totalidad a la ley de amnistía, que nada tiene que ver con la amnistía. Esta es una técnica viciada que el Gobierno de Pedro Sánchez utiliza frecuentemente y que supone, abiertamente, un menosprecio democrático y parlamentario. Se aprueba por decreto ley, que solo está reservado a asuntos de urgencia, una ley ómnibus, de doscientas o trescientas páginas, con innumerables reformas que nada tiene que ver entre sí, y que se tramitan en el Congreso de los Diputados sin contar los informes consultivos pertinentes del Consejo de Estado, el Consejo Fiscal o el del Poder Judicial.

Es tan estéril que, de catorce folios, el PP le dedica trece folios a la exposición de motivos y uno solo a las modificaciones del Código Penal

Desde luego que nada tiene que ver una cosa y otra, pero el vicio es el mismo. En la enmienda a la totalidad del PP solo se habla de la amnistía en el larguísimo preámbulo, pero repitiendo los argumentos políticos multiplicados en innumerables comparecencias. Es tan estéril que, de catorce folios, el PP le dedica trece folios a la exposición de motivos y uno solo a las modificaciones de artículos del Código Penal, que nada tienen que ver con la materia que se trata. Para colmo de cinismo, incluso le reprochan al Grupo Socialista lo mismo que hacen ellos: "De manera bastante insólita, la Proposición [de la amnistía] dedica ocho de sus quince folios a tratar de justificar la constitucionalidad del texto. No lo consigue". En fin, que para rematar el engrudo añaden unos párrafos con la propuesta de algunas reformas penales, que merecerían debates por sí mismas, pero que nada tienen que ver con la amnistía. Es más, algunas de esas medidas propuestas por el PP, como la ilegalización de partidos políticos, ofrece también muchas dudas sobre su constitucionalidad.

Ha trascendido que en el PSOE de Pedro Sánchez están gratamente sorprendidos de la oposición que está realizando el PSOE. No solo es previsible, con lo que no le plantea ningún quebradero de cabeza para contrarrestarla, sino que le añaden regalos semanales que, inesperadamente, les sirven para justificar sus tropelías legislativas por sus acuerdos con los independentistas. La semana pasada fue la torpe explicación del mediador para resolver el bloqueo del Poder Judicial, un acierto extravagante, como se definió aquí. Y ahora esa singular enmienda a la totalidad en la que se incluye una medida, la ilegalización de partidos políticos, que raramente puede ser constitucional. Entre esos regalos, y la colaboración incondicional de Santiago Abascal y sus muchachotes bravucones y rabiosos, los socialistas están que no se lo creen. No es de extrañar. Podemos compartir con ellos la extrañeza de que se reúnan tantos cerebros del Partido Popular, los de Feijóo, Tellado, Pons, Semper, Bendodo, Gamarra, Arenas, y que siempre acaben pariendo un ratón.

El Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo no remonta el vuelo. Aprovecha cada ocasión que se le presenta para demostrar que su única estrategia es la inercia, una corriente generada por las barbaridades del PSOE en la que solo hay que dejarse llevar hasta unas elecciones que sean favorables. Como las olas a las que se confía un náufrago para alcanzar la orilla. Antes que nada, es necesario precisar que se trata de una estrategia política legítima y muchas veces efectiva. La inventó Tancredo en un ruedo, don Tancredo, y luego se adaptó a la política.

El mérito consiste en quedarse quieto, no moverse. También la utilizó mucho Mariano Rajoy y llegó a ganar un ciclo completo de elecciones, las de 2011, cuando el líder socialista de entonces, Rodríguez Zapatero, le ofreció en bandeja un PSOE destrozado, hundido, y un país al borde de la quiebra. Ahí le llegó el momento y llegó a acumular más poder incluso que el que acumuló Felipe González en el mítico octubre socialista de 1982. Siendo presidente del Gobierno de España fue cuando más evidente hizo su estrategia. Decía Rajoy que, a veces, la mejor decisión es no tomar ninguna decisión. Nadie podrá rebatirlo, porque es verdad, solo que es fundamental reparar en la primera parte de la frase: "A veces". Es decir, no siempre. Cuando quedarse quieto se convierte en un modelo de gestión, la consecuencia inevitable es que hay problemas que se pudren, y desaparecen, mientras que otros se agravan exponencialmente. El tancredismo en la oposición lo que provoca es la falta de iniciativa y de sorpresa, todo se encomienda a lo previsible.

Ante el debate de la Ley de Amnistía que pretende aprobar el Gobierno de Pedro Sánchez, lo que se podría esperar de una enmienda a la totalidad del Partido Popular es que se adentrara con valentía e inteligencia en el debate y plantease alternativas constitucionales a la amnistía. O contradicciones insuperables, que existen.

No se trata de repetir que la proposición del PSOE puede ser inconstitucional, que han cambiado de opinión y que lo hacen por los votos de los independentistas… Que sí, que sí, que eso se viene repitiendo desde agosto, cuando resultaba una novedad, pero ¿qué aporta seguir diciendo lo mismo seis meses después? Con la proposición de ley en el Congreso el tiempo es otro, ahora se trata de aceptar el debate, de encararlo y de ofrecer alternativas que desnuden la imposición independentista que ha aceptado el presidente Sánchez.

Vamos a detalles concretos de cómo podría ser ese debate, al que renuncia el Partido Popular. Por ejemplo, los distintos portavoces socialistas repiten que la amnistía en España es constitucional porque se trata de un recurso legal al que se han acogido otros países de nuestro entorno, como Francia, Portugal, Italia y Alemania, que son los países que siempre citan. Si eso es lo que se pretende, emular a esos países, habría que comenzar por proponer un cambio en la Constitución, ya que la amnistía está recogida en las constituciones de esos países. ¿Está dispuesto el PSOE? En Francia y en Italia, la Constitución dice que la amnistía solo se puede otorgar por ley, con mayorías de dos tercios en el caso de las cámaras italianas. En Portugal, el artículo 161.f de la Constitución, sobre las competencias de la Asamblea de la República, recoge la capacidad de "conceder amnistías y perdones genéricos", que es justo lo contrario de lo que dice la Constitución española, cuando autoriza medidas de gracia, artículo 62.i, y específica "que no podrá autorizar indultos generales".

Si el PSOE quiere una amnistía, ese es el camino constitucional. La enmienda a la totalidad del PP, dado que en todo caso no va a prosperar, sí podría haberse utilizado para meter al Partido Socialista en ese laberinto, del que pretende huir. Y si no quieren adentrarse en un cambio de la Constitución, que acepten una fórmula intermedia, que también incomoda terriblemente a los socialistas. Si la amnistía es necesaria para resolver el conflicto de Cataluña, como dicen eufemísticamente; si es buena para España y para la propia democracia, si tantos son los beneficios comunes, no tendrán reparo alguno en someterla a referéndum. Eso la haría constitucional, la aprobación unánime en referéndum en toda España. ¿Acepta Pedro Sánchez?

Pero hay más. Si hablamos de la legalidad en esos países, también hay que decir que, por ejemplo, en Portugal están prohibidos los partidos regionalistas, de la misma forma que en Alemania son ilegales los partidos contrarios a la Constitución, algo que no ocurre en España porque nuestra Constitución no es militante. En Francia, encontramos otro paralelismo interesante: está prohibida la enseñanza oficial en otro idioma diferente al francés. No debemos olvidar que los dos nacionalismos más desleales de la democracia española, vascos y catalanes, también consideran parte de su territorio varias provincias francesas, Iparralde y la Catalunya Nord, pero curiosamente solo se enfrentan al Estado español, que es el que aplica una descentralización política y administrativa equiparable a la de los países federales. En definitiva, que las comparaciones deben ser completas, porque la elección parcial de la legislación vecina puede encerrar una burda trampa, como es el caso.

Luego están las formas. Es tan elemental lo del Partido Popular, tan de dejarse llevar por la corriente, que ha presentado una enmienda a la totalidad a la ley de amnistía, que nada tiene que ver con la amnistía. Esta es una técnica viciada que el Gobierno de Pedro Sánchez utiliza frecuentemente y que supone, abiertamente, un menosprecio democrático y parlamentario. Se aprueba por decreto ley, que solo está reservado a asuntos de urgencia, una ley ómnibus, de doscientas o trescientas páginas, con innumerables reformas que nada tiene que ver entre sí, y que se tramitan en el Congreso de los Diputados sin contar los informes consultivos pertinentes del Consejo de Estado, el Consejo Fiscal o el del Poder Judicial.

Es tan estéril que, de catorce folios, el PP le dedica trece folios a la exposición de motivos y uno solo a las modificaciones del Código Penal

Desde luego que nada tiene que ver una cosa y otra, pero el vicio es el mismo. En la enmienda a la totalidad del PP solo se habla de la amnistía en el larguísimo preámbulo, pero repitiendo los argumentos políticos multiplicados en innumerables comparecencias. Es tan estéril que, de catorce folios, el PP le dedica trece folios a la exposición de motivos y uno solo a las modificaciones de artículos del Código Penal, que nada tienen que ver con la materia que se trata. Para colmo de cinismo, incluso le reprochan al Grupo Socialista lo mismo que hacen ellos: "De manera bastante insólita, la Proposición [de la amnistía] dedica ocho de sus quince folios a tratar de justificar la constitucionalidad del texto. No lo consigue". En fin, que para rematar el engrudo añaden unos párrafos con la propuesta de algunas reformas penales, que merecerían debates por sí mismas, pero que nada tienen que ver con la amnistía. Es más, algunas de esas medidas propuestas por el PP, como la ilegalización de partidos políticos, ofrece también muchas dudas sobre su constitucionalidad.

Ha trascendido que en el PSOE de Pedro Sánchez están gratamente sorprendidos de la oposición que está realizando el PSOE. No solo es previsible, con lo que no le plantea ningún quebradero de cabeza para contrarrestarla, sino que le añaden regalos semanales que, inesperadamente, les sirven para justificar sus tropelías legislativas por sus acuerdos con los independentistas. La semana pasada fue la torpe explicación del mediador para resolver el bloqueo del Poder Judicial, un acierto extravagante, como se definió aquí. Y ahora esa singular enmienda a la totalidad en la que se incluye una medida, la ilegalización de partidos políticos, que raramente puede ser constitucional. Entre esos regalos, y la colaboración incondicional de Santiago Abascal y sus muchachotes bravucones y rabiosos, los socialistas están que no se lo creen. No es de extrañar. Podemos compartir con ellos la extrañeza de que se reúnan tantos cerebros del Partido Popular, los de Feijóo, Tellado, Pons, Semper, Bendodo, Gamarra, Arenas, y que siempre acaben pariendo un ratón.

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La respuesta torpe y simple del PP a la amnistía

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07.01.2024

El Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo no remonta el vuelo. Aprovecha cada ocasión que se le presenta para demostrar que su única estrategia es la inercia, una corriente generada por las barbaridades del PSOE en la que solo hay que dejarse llevar hasta unas elecciones que sean favorables. Como las olas a las que se confía un náufrago para alcanzar la orilla. Antes que nada, es necesario precisar que se trata de una estrategia política legítima y muchas veces efectiva. La inventó Tancredo en un ruedo, don Tancredo, y luego se adaptó a la política.

El mérito consiste en quedarse quieto, no moverse. También la utilizó mucho Mariano Rajoy y llegó a ganar un ciclo completo de elecciones, las de 2011, cuando el líder socialista de entonces, Rodríguez Zapatero, le ofreció en bandeja un PSOE destrozado, hundido, y un país al borde de la quiebra. Ahí le llegó el momento y llegó a acumular más poder incluso que el que acumuló Felipe González en el mítico octubre socialista de 1982. Siendo presidente del Gobierno de España fue cuando más evidente hizo su estrategia. Decía Rajoy que, a veces, la mejor decisión es no tomar ninguna decisión. Nadie podrá rebatirlo, porque es verdad, solo que es fundamental reparar en la primera parte de la frase: "A veces". Es decir, no siempre. Cuando quedarse quieto se convierte en un modelo de gestión, la consecuencia inevitable es que hay problemas que se pudren, y desaparecen, mientras que otros se agravan exponencialmente. El tancredismo en la oposición lo que provoca es la falta de iniciativa y de sorpresa, todo se encomienda a lo previsible.

Ante el debate de la Ley de Amnistía que pretende aprobar el Gobierno de Pedro Sánchez, lo que se podría esperar de una enmienda a la totalidad del Partido Popular es que se adentrara con valentía e inteligencia en el debate y plantease alternativas constitucionales a la amnistía. O contradicciones insuperables, que existen.

No se trata de repetir que la proposición del PSOE puede ser inconstitucional, que han cambiado de opinión y que lo hacen por los votos de los independentistas… Que sí, que sí, que eso se viene repitiendo desde agosto, cuando resultaba una novedad, pero ¿qué aporta seguir diciendo lo mismo seis meses después? Con la proposición de ley en el Congreso el tiempo es otro, ahora se trata de aceptar el debate, de encararlo y de ofrecer alternativas que desnuden la imposición independentista que ha aceptado el presidente Sánchez.

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De por qué acierta el PP con el Poder Judicial Javier Caraballo

Vamos a detalles concretos de cómo podría ser ese debate, al que renuncia el Partido Popular. Por ejemplo, los distintos portavoces socialistas repiten que la amnistía en España es constitucional porque se trata de un recurso legal al que se han acogido otros países de nuestro entorno, como Francia, Portugal, Italia y Alemania, que son los países que siempre citan. Si eso es lo que se pretende, emular a esos países, habría que comenzar por proponer un cambio en la Constitución, ya que la amnistía está recogida en las constituciones de esos países. ¿Está dispuesto el PSOE? En Francia y en Italia, la Constitución dice que la amnistía solo se puede otorgar por ley, con mayorías de dos tercios en el caso de las cámaras italianas. En Portugal, el artículo 161.f de la Constitución, sobre las competencias de la Asamblea de la República, recoge la capacidad de "conceder amnistías y perdones genéricos", que es justo lo contrario de lo que dice la Constitución española, cuando autoriza medidas de gracia, artículo 62.i, y específica "que no podrá autorizar indultos generales".

Si el PSOE quiere una amnistía, ese es el camino constitucional. La enmienda a la totalidad del PP, dado que en todo caso no va a prosperar, sí podría haberse utilizado para meter al Partido Socialista en ese laberinto, del que pretende huir. Y si no quieren adentrarse en un cambio de la Constitución, que acepten una fórmula intermedia, que también incomoda terriblemente a los socialistas. Si la amnistía es necesaria para resolver el conflicto de Cataluña, como dicen eufemísticamente; si es buena........

© El Confidencial


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