En estos momentos, el presidente no está reflexionando a media luz sobre la salud de nuestra democracia, doliente y solo. Y tampoco tiene su agenda suspendida. Está trabajando.

Está cambiando la agenda para organizarse la clase de operación de enaltecimiento personal que buscan los caudillos populistas en sus periodos crepusculares.

Derrotado en las urnas, secuestrado por los socios, y rodeado por la sombra de la corrupción, Sánchez solo puede parodiarse a sí mismo y hacer de Sánchez.

Está asustado. Tiene miedo porque siente su autoimagen grandiosa manchada para la posteridad. Por eso huye, como siempre, hacia adelante, tratando de amedrentar sin explicar. Y por eso, al mismo tiempo, está disfrutando.

Mucho que perder y nada claro que ganar

Infantilmente, pretende castigar a la sociedad encerrándose en el armario, jugueteando con la fantasía de que las vidas ajenas no podrían continuar sin él, y amenazando con no regresar si la aclamación no está a la altura de lo que merece.

Un presidente que piensa que su situación anímica es más importante que los problemas de su país no es un líder apto para gobernar, pero sí puede ser un chantajista emocional.

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El órdago infantil del narcisista Rubén Amón

Esta operación parece un movimiento ofensivo. Sin embargo, no es más que una maniobra defensiva, disruptiva, y desesperada, que puede descifrarse desde los objetivos políticos y los ingredientes narrativos.

Por fuera de la razón democrática, recurriendo a la sentimentalización que victimiza a quien debe dar explicaciones, se busca la distracción masiva de la opinión pública para hurtarle a la ciudadanía el derecho a conocer la verdad, se señala a periodistas, jueces, y adversarios políticos, para promover el guerracivilismo, y se prepara el terreno para exigir la completa impunidad a todo su entorno personal.

Este espectáculo busca la exhibición de una fuerza que no es real. Tendrá audiencia. Tensará. Y acabará el lunes generando alivio a los sectarizados. Ahora bien, no terminará siendo más que el reflejo de una creciente debilidad.

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El falso honor herido de Pedro Sánchez Javier Caraballo

El serial que Sánchez nos está proyectando a los españoles es un plagio. Lo emitió antes Cristina Fernández Kirchner. Así que es fácil predecir lo que viene, incluso capítulo por capítulo. Vamos a ello.

Episodio 1: el 'shock'

Miércoles. Salta la noticia judicial. Y, tras ella, lo sobrenatural. El gran apagón, el eclipse total porque ni siquiera hay imagen. No hay más que una carta extendiendo lo inédito, la impresión de vacío.

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Los más cercanos tampoco sabían nada, las especulaciones se desatan, arden los móviles, zozobra, nadie sabe nada. El líder sufriente se ha retirado a reflexionar nada menos que cinco días. No para dar explicaciones sino para desviar el foco de la atención presentándose como una víctima.

¿Esto merece o no merece la pena? La disyuntiva pretende hacer tabla rasa sobre la gravedad de todo lo publicado hasta el momento. El presidente del Gobierno impone un dilema de culebrón para que descarrile la verdad.

Sobre esa falsa encrucijada se prepara la narrativa de la redención. En esta historia no habrá ningún tipo de renuncia. El líder resurgirá renovado desde el retiro como un mártir que finalmente triunfa sobre la adversidad clamando venganza.

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Para la adversidad hacen falta adversarios. Ahí les tenéis. La madre de todas las conjuras contra el padre de todos los españoles. Las derechas. La prensa. La judicatura. La oposición. Los enemigos del amor son los enemigos de Sánchez.

Episodio 2: la llamada a la acción

Amanece el jueves, pero el eclipse continúa. En medio del sentimiento de orfandad que sienten las tropas y quiso extenderse al país entero, suena una voz a los cuatro vientos. El verbo de la autoridad moral que le queda al socialismo. Zapatero señala al camino: hay que moverse.

No podemos estar callados, no podemos estar quietos. Hay que hacer algo y tiene que ser desde las tripas. Las redes se llenan de antorchas, por los móviles comienzan a prenderse las convocatorias y los mensajes del “No pasarán”.

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“¿No pasarán?”. En menos de 24 horas. El centro de la narración ha descendido desde el corazón hacia las tripas. Se pasa de comerciar con las emociones a hurgar en los instintos. El gen de la supervivencia, mítico y real, del Partido Socialista, entra en combustión. La organización entera, de arriba abajo, entra en modo de combate y todos los comandos se activan.

Comando de intoxicación mediática: presente.

Comando de agitación en redes: presente.

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Comando orgánico: presente.

Comando operativo: presente.

Comando discursivo: presente.

Episodio 3: la gran simulación

Amanece, sin luz, el sábado por la mañana. El comando operativo ha cumplido su trabajo. Los autobuses han llegado de todos sitios. Diez mil personas. El comando de intoxicación mediática se prepara para contarle al país que la imagen que verán de la militancia es la imagen del pueblo entero. La aclamación popular está dispuesta. Referencia: Venezuela.

Dentro de la sede se celebra el Comité Federal. El comando orgánico también ha cumplido su misión. Uno a uno, todos los referentes del partido se arrodillan a los pies de un líder que no está. La fusión es completa. Las personas pierden su individualidad, se uniforman, se funden con el mártir.

Merece la pena, claro que sí, tanto es así que la política y hasta la vida solo merecen la pena si tú estás. No nos dejes. Fuera del templo el mensaje es igual, menos solemne pero más aguerrido. Ferraz se nos cuenta en las teles como el espejo de asfalto de todas las calles.

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Por ti, haremos lo que sea si tú vuelves. Vuelve, por favor, hazlo por lo que más quieras. ¿Qué tenemos que hacer para que vuelvas? El comando de agitación en redes despliega sus alas: en la izquierda entera el fervor, y hacia la derecha la ira completa.

Episodio 4: el clímax

Reaparece el líder y surge el milagro. Por primera vez en la historia de la humanidad, amanece a las doce de la mañana. El discurso administra sádicamente la espera, dosifica la esperanza hasta que la redención cristaliza en palabras que quieren oler a solemnidad. Sacrificio: 45 segundos para televisión y redes sociales.

El líder se sacrifica por todos nosotros. Y todos tenemos que sacrificar por el líder. Sacrificarnos no ya de cara a las dos próximas elecciones, sino del todo. Hasta el final porque estamos enfrentándonos a un mal que nunca terminará. Nuestro final o el suyo.

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Esto puede no acabar nunca, pero hay que empezar desde ya. Cada mañana, la luz que nos devuelve el líder señalará la hora en que los adversarios del mártir, de la iglesia, y del país, sean sacrificados en la plaza pública.

Episodio 5: la guerra

El combate es lo que llega.

En estos momentos, el presidente no está reflexionando a media luz sobre la salud de nuestra democracia, doliente y solo. Y tampoco tiene su agenda suspendida. Está trabajando.

Está cambiando la agenda para organizarse la clase de operación de enaltecimiento personal que buscan los caudillos populistas en sus periodos crepusculares.

Derrotado en las urnas, secuestrado por los socios, y rodeado por la sombra de la corrupción, Sánchez solo puede parodiarse a sí mismo y hacer de Sánchez.

Está asustado. Tiene miedo porque siente su autoimagen grandiosa manchada para la posteridad. Por eso huye, como siempre, hacia adelante, tratando de amedrentar sin explicar. Y por eso, al mismo tiempo, está disfrutando.

Infantilmente, pretende castigar a la sociedad encerrándose en el armario, jugueteando con la fantasía de que las vidas ajenas no podrían continuar sin él, y amenazando con no regresar si la aclamación no está a la altura de lo que merece.

Un presidente que piensa que su situación anímica es más importante que los problemas de su país no es un líder apto para gobernar, pero sí puede ser un chantajista emocional.

Esta operación parece un movimiento ofensivo. Sin embargo, no es más que una maniobra defensiva, disruptiva, y desesperada, que puede descifrarse desde los objetivos políticos y los ingredientes narrativos.

Por fuera de la razón democrática, recurriendo a la sentimentalización que victimiza a quien debe dar explicaciones, se busca la distracción masiva de la opinión pública para hurtarle a la ciudadanía el derecho a conocer la verdad, se señala a periodistas, jueces, y adversarios políticos, para promover el guerracivilismo, y se prepara el terreno para exigir la completa impunidad a todo su entorno personal.

Este espectáculo busca la exhibición de una fuerza que no es real. Tendrá audiencia. Tensará. Y acabará el lunes generando alivio a los sectarizados. Ahora bien, no terminará siendo más que el reflejo de una creciente debilidad.

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Miércoles. Salta la noticia judicial. Y, tras ella, lo sobrenatural. El gran apagón, el eclipse total porque ni siquiera hay imagen. No hay más que una carta extendiendo lo inédito, la impresión de vacío.

Los más cercanos tampoco sabían nada, las especulaciones se desatan, arden los móviles, zozobra, nadie sabe nada. El líder sufriente se ha retirado a reflexionar nada menos que cinco días. No para dar explicaciones sino para desviar el foco de la atención presentándose como una víctima.

¿Esto merece o no merece la pena? La disyuntiva pretende hacer tabla rasa sobre la gravedad de todo lo publicado hasta el momento. El presidente del Gobierno impone un dilema de culebrón para que descarrile la verdad.

Sobre esa falsa encrucijada se prepara la narrativa de la redención. En esta historia no habrá ningún tipo de renuncia. El líder resurgirá renovado desde el retiro como un mártir que finalmente triunfa sobre la adversidad clamando venganza.

Para la adversidad hacen falta adversarios. Ahí les tenéis. La madre de todas las conjuras contra el padre de todos los españoles. Las derechas. La prensa. La judicatura. La oposición. Los enemigos del amor son los enemigos de Sánchez.

Amanece el jueves, pero el eclipse continúa. En medio del sentimiento de orfandad que sienten las tropas y quiso extenderse al país entero, suena una voz a los cuatro vientos. El verbo de la autoridad moral que le queda al socialismo. Zapatero señala al camino: hay que moverse.

No podemos estar callados, no podemos estar quietos. Hay que hacer algo y tiene que ser desde las tripas. Las redes se llenan de antorchas, por los móviles comienzan a prenderse las convocatorias y los mensajes del “No pasarán”.

“¿No pasarán?”. En menos de 24 horas. El centro de la narración ha descendido desde el corazón hacia las tripas. Se pasa de comerciar con las emociones a hurgar en los instintos. El gen de la supervivencia, mítico y real, del Partido Socialista, entra en combustión. La organización entera, de arriba abajo, entra en modo de combate y todos los comandos se activan.

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Amanece, sin luz, el sábado por la mañana. El comando operativo ha cumplido su trabajo. Los autobuses han llegado de todos sitios. Diez mil personas. El comando de intoxicación mediática se prepara para contarle al país que la imagen que verán de la militancia es la imagen del pueblo entero. La aclamación popular está dispuesta. Referencia: Venezuela.

Dentro de la sede se celebra el Comité Federal. El comando orgánico también ha cumplido su misión. Uno a uno, todos los referentes del partido se arrodillan a los pies de un líder que no está. La fusión es completa. Las personas pierden su individualidad, se uniforman, se funden con el mártir.

Merece la pena, claro que sí, tanto es así que la política y hasta la vida solo merecen la pena si tú estás. No nos dejes. Fuera del templo el mensaje es igual, menos solemne pero más aguerrido. Ferraz se nos cuenta en las teles como el espejo de asfalto de todas las calles.

Por ti, haremos lo que sea si tú vuelves. Vuelve, por favor, hazlo por lo que más quieras. ¿Qué tenemos que hacer para que vuelvas? El comando de agitación en redes despliega sus alas: en la izquierda entera el fervor, y hacia la derecha la ira completa.

Reaparece el líder y surge el milagro. Por primera vez en la historia de la humanidad, amanece a las doce de la mañana. El discurso administra sádicamente la espera, dosifica la esperanza hasta que la redención cristaliza en palabras que quieren oler a solemnidad. Sacrificio: 45 segundos para televisión y redes sociales.

El líder se sacrifica por todos nosotros. Y todos tenemos que sacrificar por el líder. Sacrificarnos no ya de cara a las dos próximas elecciones, sino del todo. Hasta el final porque estamos enfrentándonos a un mal que nunca terminará. Nuestro final o el suyo.

Esto puede no acabar nunca, pero hay que empezar desde ya. Cada mañana, la luz que nos devuelve el líder señalará la hora en que los adversarios del mártir, de la iglesia, y del país, sean sacrificados en la plaza pública.

El combate es lo que llega.

QOSHE - El tardosanchismo quema las naves. Así serán los próximos episodios - Pablo Pombo
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El tardosanchismo quema las naves. Así serán los próximos episodios

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26.04.2024

En estos momentos, el presidente no está reflexionando a media luz sobre la salud de nuestra democracia, doliente y solo. Y tampoco tiene su agenda suspendida. Está trabajando.

Está cambiando la agenda para organizarse la clase de operación de enaltecimiento personal que buscan los caudillos populistas en sus periodos crepusculares.

Derrotado en las urnas, secuestrado por los socios, y rodeado por la sombra de la corrupción, Sánchez solo puede parodiarse a sí mismo y hacer de Sánchez.

Está asustado. Tiene miedo porque siente su autoimagen grandiosa manchada para la posteridad. Por eso huye, como siempre, hacia adelante, tratando de amedrentar sin explicar. Y por eso, al mismo tiempo, está disfrutando.

Mucho que perder y nada claro que ganar

Infantilmente, pretende castigar a la sociedad encerrándose en el armario, jugueteando con la fantasía de que las vidas ajenas no podrían continuar sin él, y amenazando con no regresar si la aclamación no está a la altura de lo que merece.

Un presidente que piensa que su situación anímica es más importante que los problemas de su país no es un líder apto para gobernar, pero sí puede ser un chantajista emocional.

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Esta operación parece un movimiento ofensivo. Sin embargo, no es más que una maniobra defensiva, disruptiva, y desesperada, que puede descifrarse desde los objetivos políticos y los ingredientes narrativos.

Por fuera de la razón democrática, recurriendo a la sentimentalización que victimiza a quien debe dar explicaciones, se busca la distracción masiva de la opinión pública para hurtarle a la ciudadanía el derecho a conocer la verdad, se señala a periodistas, jueces, y adversarios políticos, para promover el guerracivilismo, y se prepara el terreno para exigir la completa impunidad a todo su entorno personal.

Este espectáculo busca la exhibición de una fuerza que no es real. Tendrá audiencia. Tensará. Y acabará el lunes generando alivio a los sectarizados. Ahora bien, no terminará siendo más que el reflejo de una creciente debilidad.

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El serial que Sánchez nos está proyectando a los españoles es un plagio. Lo emitió antes Cristina Fernández Kirchner. Así que es fácil predecir lo que viene, incluso capítulo por capítulo. Vamos a ello.

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Miércoles. Salta la noticia judicial. Y, tras ella, lo sobrenatural. El gran apagón, el eclipse total porque ni siquiera hay imagen. No hay más que una carta extendiendo lo inédito, la impresión de vacío.

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¿Esto merece o no merece la pena? La disyuntiva pretende hacer tabla rasa sobre la gravedad de todo lo publicado hasta el momento. El presidente del Gobierno impone un dilema de culebrón para que descarrile la verdad.

Sobre esa falsa encrucijada se prepara la narrativa de la redención. En esta historia no habrá ningún tipo de renuncia. El líder resurgirá renovado desde el retiro como un mártir que........

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