La legislatura de Sánchez entre mesas, aliados falsos y falsos aliados recuerda sospechosamente a una sesión de partidas simultáneas de ajedrez. Corresponde al presidente del Gobierno emular a los maestros que se ejercitan con varios contrincantes al mismo tiempo. Pasan de mesa en mesa, despachan a los adversarios con movimientos ágiles. Y lo hacen desde una situación de ventaja. No solo porque están de pie, sino porque la jerarquía frente a los voluntariosos aspirantes predispone una famosa sentencia de Bobby Fischer: "La táctica fluye desde una posición superior".

Es interesante la reflexión del ajedrecista estadounidense porque enfatiza las comodidades de Sánchez en un escenario hostil. Podría ser inferior a todos sus aliados si hubiera de gestionarlos en un tablero único, pero los aventaja en las partidas bilaterales. Más todavía cuando sabe intimidarlos con el mejor argumento aglutinador de la legislatura: o yo, o el PP y Vox juntos.

Son el fantasma de la ultraderecha y la sumisión al soberanismo la verdadera argamasa creadora y creativa de Frankenstein II, cuyos miembros —del bazo al meñique— están peor recosidos que hace cuatro años porque colisionan como nunca los intereses de los unos y de los otros.

Acaba de demostrarlo la ruptura violenta de Podemos y Sumar. Y no porque Iglesias haya urdido un sabotaje específico a Pedro Sánchez, pero la venganza contra Yolanda Díaz después de tantas humillaciones repercute en la estabilidad y mayoría parlamentarias del presidente del Gobierno.

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Decía también Fischer que el ajedrez es una guerra en el tablero. Y que el objetivo consiste en aplastar la mente del oponente. Lo ha acreditado Pedro Sánchez en el inventario e historial de aspirantes triturados —el propio Iglesias, Rajoy, Rivera, Casado, Feijóo…—, aunque la naturaleza depredadora del líder socialista no contradice la complejidad de las partidas simultáneas.

Empezando por la que se dirime en Ginebra sin luces ni taquígrafos. El hermetismo de la partida con Puigdemont evoca la opacidad con que Fischer y Spassky dirimieron el gran duelo de la Guerra Fría en Reikiavik.

Su gran ventaja no solo proviene del instinto, sino de la habilidad para cambiar las reglas y adulterar los reglamentos

Sánchez delega en el machaca de Cerdán el desgaste y la humillación que implican negociar en la sordidez de una timba clandestina bajo el arbitraje de un diplomático salvadoreño. Es la mesa de ajedrez más delicada de todas. Y la más influyente. No solo porque rebaja la dignidad del Gobierno a extremos insoportables, sino porque Carles Puigdemont dispone de un temporizador —tictac— que amenaza con reventar la legislatura.

"Jugar contra Bobby [Fischer] no es cuestión de ganar o perder, sino de sobrevivir". Lo decía… Spassky, en alusión a la traumática cumbre islandesa, aunque el aforismo puede aplicarse igualmente a la audacia y al cinismo de Sánchez. Su gran ventaja no solo proviene del instinto y la capacidad evolutiva que le han permitido sobrepasar las situaciones más hostiles, sino de la habilidad para cambiar las reglas y adulterar los reglamentos.

En el ajedrez de Sánchez, las negras abren el juego, los alfiles se mueven lateralmente y el enroque los consuman la reina y el caballo. La ausencia de ética política y el talento de francotirador desequilibran a su favor todas las partidas que tiene delante. Incluidas las que conciernen a la convivencia de las familias nacionalistas. ¿Cómo puede jugarse a la vez con ERC y Junts? ¿Cómo pueden conjugarse los intereses contrapuestos de Bildu y el PNV? ¿Cómo puede satisfacerse contemporáneamente a Sumar y Podemos?

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Ha aprendido Sánchez a desempeñarse en pequeños espacios, superficies claustrofóbicas y situaciones hostiles. Cuestión de hiperlaxitud y de contorsionismo ideológico. Cuestión de estricta supervivencia. Por esas mismas razones, carece de toda credibilidad la oferta de la partida de ajedrez que le ha planteado a Feijóo en beneficio de las grandes cuestiones de Estado y como solución a la crisis del CGPJ. Sánchez ha levantado el muro convirtiendo en torres a los peones de su tablero.

La legislatura de Sánchez entre mesas, aliados falsos y falsos aliados recuerda sospechosamente a una sesión de partidas simultáneas de ajedrez. Corresponde al presidente del Gobierno emular a los maestros que se ejercitan con varios contrincantes al mismo tiempo. Pasan de mesa en mesa, despachan a los adversarios con movimientos ágiles. Y lo hacen desde una situación de ventaja. No solo porque están de pie, sino porque la jerarquía frente a los voluntariosos aspirantes predispone una famosa sentencia de Bobby Fischer: "La táctica fluye desde una posición superior".

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Sánchez y las partidas simultáneas de ajedrez

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11.12.2023

La legislatura de Sánchez entre mesas, aliados falsos y falsos aliados recuerda sospechosamente a una sesión de partidas simultáneas de ajedrez. Corresponde al presidente del Gobierno emular a los maestros que se ejercitan con varios contrincantes al mismo tiempo. Pasan de mesa en mesa, despachan a los adversarios con movimientos ágiles. Y lo hacen desde una situación de ventaja. No solo porque están de pie, sino porque la jerarquía frente a los voluntariosos aspirantes predispone una famosa sentencia de Bobby Fischer: "La táctica fluye desde una posición superior".

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