La violencia lo deslegitima todo. Y hay que frenarla, sin más. No puede ser que unos energúmenos se dediquen a destrozar las calles, a burlar a la Policía y a amenazar las sedes de un partido político. Del mismo modo que tampoco está el Congreso para que lo rodeen.

Dicho esto, como vivimos en un país democrático y se puede seguir diciendo, me parece que la amnistía a quienes cometieron delito y fueron juzgados por el poder judicial de este país -uno de los tres poderes legítimos de toda democracia- es una canallada institucional sin precedentes, por mucho que prediquen paralelismos los que siempre están dispuestos a arrimar el ascua a su sardina y que salga el sol por Antequera. Claro que no es comparable lo que está sucediendo con que gobiernos anteriores –de los dos colores de siempre- también pactaran con los catalanes o los vascos o con que también hubieran indultado a personas. Los pactos existen y forman parte de la democracia, y los indultos también existen y forman parte del orden jurídico. Lo que no existe es que un partido legal tenga que pactar el gobierno de todos con un delincuente fugado fuera del país al que, para colmo, se le va a reconocer solemnemente que los equivocados fuimos todos y no él. Ni en la política, ni en el orden jurídico ni en la lógica más elemental.

Y no, la democracia no ha estallado por los aires ni los auténticos demócratas queremos que estalle nada. Somos demócratas mayores de edad. Pero cualquier acuerdo o pacto consiste en un intercambio de ventajas para que ganen algo las dos partes. De modo que yo me pregunto: ¿aquí qué ganamos el resto de españoles que no somos catalanes independentistas? Creo que quienes ganan, exclusivamente, son los independentistas, por un lado, y el gobierno de Pedro Sánchez por otro. Punto y aparte.

Los primeros han redactado el acuerdo desde el ancho de su embudo, claro, poniendo en ridículo de paso al poder judicial que -repito- es uno de los poderes legítimos de nuestra democracia. El segundo ha transigido con lo que los otros quieran proponer con tal de quedarse en el Gobierno. Con pólvora ajena es siempre fácil disparar, prometer. Aunque sea en favor de una mejor convivencia... Pero, ¿de qué convivencia estamos hablando cuando nos referimos a unos grupos independentistas que no quieren convivir con nosotros, sino que usan esta amnistía como el primer paso para seguir en la carrera de siempre que es la de independizarse y dejar de convivir? Cuando ambos consigan lo que quieren -unos la amnistía y los otros seguir en el gobierno cueste lo que cueste-, el resto de personas de este país que ni queremos independizarnos ni pretendemos gobernar, ¿qué habremos logrado?

Supongo que esa no es la pregunta. Y toda democracia se corrompe cuando empiezan a molestar las preguntas porque se prefieren las respuestas precocinadas.

QOSHE - ¿Quién gana y quién pierde? - Álvaro Romero
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¿Quién gana y quién pierde?

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11.11.2023

La violencia lo deslegitima todo. Y hay que frenarla, sin más. No puede ser que unos energúmenos se dediquen a destrozar las calles, a burlar a la Policía y a amenazar las sedes de un partido político. Del mismo modo que tampoco está el Congreso para que lo rodeen.

Dicho esto, como vivimos en un país democrático y se puede seguir diciendo, me parece que la amnistía a quienes cometieron delito y fueron juzgados por el poder judicial de este país -uno de los tres poderes legítimos de toda democracia- es una canallada institucional sin precedentes, por mucho que prediquen paralelismos los que siempre están dispuestos a arrimar el ascua a su sardina y que salga el sol por Antequera. Claro que no es........

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