Según alguna encuesta reciente, el PP gana terreno, entre los electores, respecto al PSOE. Sumar pierde posibles votantes, Vox pierde también. Pero lo llamativo no es que el PSOE pierda algo de fuerza o que el PP tenga un horizonte algo más favorable; lo que resulta incomprensible es cómo el PSOE y Sumar no se hunden en esas encuestas.

Pedro Sánchez está metiendo la pata de forma clamorosa. El invento de la amnistía le pasará factura antes o después. Se está abriendo un melón que nadie sabe que sabor tendrá a corto, medio o largo plazo, aunque todo indica que será un pepino. La igualdad entre españoles está en peligro; la separación de poderes es ya una entelequia que convierte nuestra democracia en un producto de segunda clase; los españoles se encuentran en extremos ideológicos gracias a que Pedro Sánchez dice estar recuperando la convivencia en Cataluña (es asombroso cómo está logrando una fractura absoluta en el conjunto de la nación con la excusa de reparar la que crearon una banda de delincuentes con los que ahora quiere pactar). Todo es un disparate que se está llevando a cabo sin un mínimo de decencia política.

Personalmente, no creo que España se vaya a romper por todo esto de la amnistía; lo que sí creo que está en serio peligro en la estabilidad social. La gente en la calle es mala cosa; las redes sociales convertidas en campos de batalla son indicativas del desastre ideológico que vivimos; el enfrentamiento verbal tan grueso al que asistimos entre los propios políticos señala un derrumbe institucional masivo puesto que los representantes del pueblo han perdido la cabeza.

Todo parece estar a punto de ser demolido aunque no pasará; y el problema es la sensación de desbarajuste. Seguiremos aunque instalados en un territorio inestable y deprimente. España se ha convertido en un país extraño, irreconocible para los propios españoles. Lleno de contradicciones que hacen imposible una convivencia normal y saludable. España se está convirtiendo en un país del que nos podemos sentir orgullosos si fingimos no conocer la realidad. Y eso crea mucho dolor a cualquiera que se siente parte de un país que podría seguir siendo maravilloso.