(A Leonardo y tantos otros, en la inagotable ceniza del tiempo).

Ya sé que el alma de la infancia es el seis de Enero y que las manecillas brincan alborozadas, cuando las legañas se desperezan.

David Harris fue el líder de la resistencia frente al servicio militar obligatorio en los Estados Unidos. Consiguió que unos diez mil jóvenes americanos rompieran sus citaciones para combatir en Vietnam. Aquello ocurrió con la oposición de JFK y justo cuando a Mohammed Alí, -por no alistarse- le birlaron su título mundial.

Sucedió también cuando en las Universidades todavía se enseñaba a pensar. Sartre, Marcuse, y hasta Cioran eran expuestos en los cuadros en blanco y negro que adornaban las aulas, por no citar a Kleimbaun, la autora de aquel “club de los poetas muertos” en cuyo altar se veneraba a Whitman. “Oh Capitán, mi capitán”.

Harris tuvo su propia maldición en forma de síndrome de corazón roto. Poco antes de entrar en la prisión como pago por su insumisión, conoció a Joan Báez, la mítica cantante, que, entre muchas causas perdidas, lideró la emotiva campaña “Conspiracy of Hope”.

Maya Villalobo era sevillana. Con tan solo diecinueve años, el destino la convirtió en una de las primeras víctimas del ataque de Hamas sobre Israel, donde prestaba el servicio militar obligatorio.

En unos días se hubiera abrazado a su padre, Eduardo Villalobos, al que imagino ordenando cada objeto por y para ella, en una habitacion ya herida para siempre.

La utopía es el paso adelante, no un destino, mas une con lazos invisibles seres humanos de generaciones dispares. El antídoto contra las jodidas baldosas amarillas del Mago de Oz.

Hoy que intuyo último milagro de aquellos tres magos de Oriente, quiero dedicar esta columna a ese padre que se quedó contando las horas. Ese Eduardo que soñaba con escalar junto a Maya los interminables peldaños del Benito Villamarín y su Betis. Cuánto no habría dado por encontrar las copas medio vacías y los envoltorios sin contenido de los mantecados, tal cual este instante.

Villalobos tuvo los santos cojones (con perdón), de desplazarse a Israel. Hay dos formas de despedir. La del dolor que no quiere, ni puede estar y la de quien nunca permitiría que su niña partiera sola no se sabe dónde.

Eduardo entrelazó sus dedos y los unió en sus palabras desgarradas, a la garganta de Harris y con ellos John Dos Passos, Hemingway o Chomsky. El aleteo de una mariposa en la isla mínima de Sevilla, puede ser un tsunami al otro lado del universo.

Ya sé que es día de roscos y regalos, pero al fin y al cabo los caramelos ya ni endulzan la nostalgia...

Justo en esta noche, que es refugio frio de la memoria, quiero creer que Maya ha vuelto –sonriente- para abrir los regalos de su padre.

Otros muchos aún se aferran a la esperanza, único antídoto contra el miedo.

Viva Maya...

QOSHE - Maya Villalobos, la sevillana que no murió en Israel - José Luis Escañuela
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Maya Villalobos, la sevillana que no murió en Israel

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07.01.2024

(A Leonardo y tantos otros, en la inagotable ceniza del tiempo).

Ya sé que el alma de la infancia es el seis de Enero y que las manecillas brincan alborozadas, cuando las legañas se desperezan.

David Harris fue el líder de la resistencia frente al servicio militar obligatorio en los Estados Unidos. Consiguió que unos diez mil jóvenes americanos rompieran sus citaciones para combatir en Vietnam. Aquello ocurrió con la oposición de JFK y justo cuando a Mohammed Alí, -por no alistarse- le birlaron su título mundial.

Sucedió también cuando en las Universidades todavía se enseñaba a pensar. Sartre, Marcuse, y hasta Cioran eran expuestos en los cuadros en blanco y negro que adornaban las aulas, por no........

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