Sé que no me interesa nada poner un titular de este corte, pero en cuarenta y cinco años escribiendo jamás he tenido en cuenta lo que me interesaba o no decir. Este señor me avergüenza. O sea, el presidente del país donde nací y en el que vivo. Ahora, con la presentación ayer de su nuevo libro, Tierra firme, que no leería ni con una pistola en la nuca. No me interesa nada de lo que pueda decir en un libro y menos si se lo ha presentado Jorge Javier Vázquez, lo que demuestra la catadura del mozo que nos gobierna. ¡Delante de catorce ministros, como si estuvieran de vacaciones! Y, por cierto, ninguno en la toma de posesión del nuevo presidente argentino, Javier Milei, representando a nuestro país y acompañando al rey Felipe VI. ¿Todo se le consiente a Sánchez? Eso parece. Ayer dijo que ya no hay un problema territorial en España. Entonces, ¿por qué la amnistía que se ha sacado de la manga para seguir en la mamela del poder? A ver lo que dice esta mañana Patxi López, porque no creía en la amnistía y dijo que era anticonstitucional. Estará leyendo el libro de su jefe, supongo. O el de Irene Lozano, ¿no? ¿Hay algo de verdad en Sánchez? NI el título del libro es suyo, sino de Matilde Asensi. Sánchez es una barca a la deriva y escribe un libro con el título Tierra firme. Es un cachondo mental. Tiene enamorado a Arturo Pérez-Reverte, así que no se extrañen si su próxima novela versa sobre el presidente. ¿Qué está pasando en nuestro país? Periodistas detrás de políticos corruptos que no admiten preguntas y riéndole las gracias a un presidente mentiroso que ni siquiera es capaz de elegir un epígrafe original para un libro con negro que se lo ha presentado un señor que vive de los chismes y la basura de famosos y vividores. Era patética la imagen de ayer de Sánchez junto a Jorge Javier Vázquez. ¿No se cansa el líder socialista de avergonzarnos? Es increíble lo del alboroto literario con el libro que firma este señor, pura narrativa soñadora. Sánchez y su cuento de hadas permanente. Abascal se ha pasado con lo de verlo colgado de los pies por el pueblo. Pro vamos, que muy bien no puede acabar.