La Puebla del Río era esta mañana un desierto, como un pueblo fantasma. A lo mejor en Coria, me dije. Igual. Va a ser en Palomares, donde dos huevos son tres pares. Tampoco, era esta mañana como uno de esos pueblos de Castilla donde no quedan ni pájaros. Apurando el último cartucho en Almensilla, allí había un bar abierto con una terraza cubierta y calentador de butano, que fue como cuando alguien perdido en desierto divisa a lo lejos un oasis y se vuelve loco pegando saltos y dando las gracias a todos los santos. ¿Por qué no hay bares de guardia en los pueblos, como hay farmacias? Lo de menos es la cerveza o el aguardiente, que eso es para los muy de pelos en pecho. Después de una Nochevieja durmiendo en el sofá, soportando programas malos y los petardos del vecindario, una tostá con aceite de oliva extra y jamón de bellota son alimentos tan necesarios como la mejor medicina que te puedan vender en una farmacia. A precio de oro, por cierto, que vas con un dolor de tripa y cuando te dicen lo que vale una cajita de supositorios de vaselina te curas milagrosamente. No puede ser que tengas que recorrer cuatro pueblos en bicicleta para que te pongan una rebaná de pan campero empapada en buen aceite. Mañana abren ya todos los bares, cientos de tabernas y tabancos, y a lo mejor tendríamos que quedarnos en casa para que sepan lo mal que se pasa un día de Año Nuevo, con los gorriones con bufanda y las tórtolas con toquilla, en los pinos de la Puebla, sin un buen papelón de calentitos o medio mollete empapado en aceite. Un café por la mañana muy temprano, negro o teñido con leche, es la mejor ingesta del día. Salir con niebla y un frío insoportable y que no haya ni un bar abierto, es un castigo demasiado duro, por muy malo que hayamos sido en Nochevieja. Yo, por ejemplo, me quedé dormido a las once y media en el sofá y me desperté una hora más tarde, cuando ya había pasado todo. O sea, los clásicos programas de fin de año, que ya no son como eran hace medio siglo, con Gila, Fernando Esteso, Pajares, Concha Velasco y Juanito Valderrama. No sé a cuántos detendrían anoche, pero habría que haber llenado cuatro furgones de periodistas especializados en torturarnos en Nochevieja y dejarlos en la selva una larga temporada. Feliz Año Nuevo.

QOSHE - En busca de la tostá perdida - Manuel Bohórquez
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En busca de la tostá perdida

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01.01.2024

La Puebla del Río era esta mañana un desierto, como un pueblo fantasma. A lo mejor en Coria, me dije. Igual. Va a ser en Palomares, donde dos huevos son tres pares. Tampoco, era esta mañana como uno de esos pueblos de Castilla donde no quedan ni pájaros. Apurando el último cartucho en Almensilla, allí había un bar abierto con una terraza cubierta y calentador de butano, que fue como cuando alguien perdido en desierto divisa a lo lejos un oasis y se vuelve loco pegando saltos y dando las gracias a todos los santos. ¿Por qué no hay bares de guardia en los pueblos,........

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