Los de mi generación no fuimos niños criados en el capricho. Nos compraban a veces juguetes o golosinas, pero había que currárselo, ser obedientes, sobre todo no decir nunca que no cuando nos mandaban a la tienda del pueblo o a por hierba para las cabras. Nos premiaban por portarnos bien. A veces me pregunto, cuando voy en el metro, si todos esos chavales que van mirando el móvil han sido premiados con el celular por ser obedientes y trabajadores. Un buen móvil vale entre trescientos y mil euros, que no es moco de pavo. No digo que no sean útiles, pero no creo que sea bueno que un adolescente vaya en el metro y no levante la cabeza en ningún momento del trayecto. Cuando llegan a su destino, se bajan del metro mirando el móvil, suben por la escalera mecánica para salir a la calle y si los sigues han pasado siete pasos de peatones sin dejar de mirar la pantalla del celular. Todavía nos preguntamos que para qué quiere un móvil un adolescente. Le hablé hace unos días a una muchacha de esto y me dijo que no dejan de mirar el móvil en el metro porque no hay paisaje que mirar. Joder, es cierto, llevaba toda la razón. Podrían mirarse entre ellos, charlar sobre el tiempo o de cómo va vestida normalmente la princesa Leonor. Ayer escuché decir en la radio que es muy malo que los niños o los adolescentes nos vean tomar un vaso de vino o una cerveza en casa, porque nos pueden imitar cuando sean mayores. También nos imitan con los móviles, porque cuando voy al médico o al supermercado veo a personas mayores embobadas también con el artilugio. Me llamó la atención ayer mismo cómo en la pescadería de Mercadona de Coria había cuatro mujeres esperando su turno y ninguna miraba el increíble espectáculo de ver cómo la experta dependienta limpiaba unas bacaladillas, las mías. El 66% de los niños de entre diez y quince años dispone de teléfono móvil, según datos del Instituto Nacional de Estadística. Pero el gran problema ahora es que estos mismos niños nos puedan ver tomándonos una cerveza en casa mientras vemos un partido de fútbol o una película. De locos.

QOSHE - Inmóviles ante el móvil - Manuel Bohórquez
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Inmóviles ante el móvil

2 0
30.12.2023

Los de mi generación no fuimos niños criados en el capricho. Nos compraban a veces juguetes o golosinas, pero había que currárselo, ser obedientes, sobre todo no decir nunca que no cuando nos mandaban a la tienda del pueblo o a por hierba para las cabras. Nos premiaban por portarnos bien. A veces me pregunto, cuando voy en el metro, si todos esos chavales que van mirando el móvil han sido premiados con el celular por ser obedientes y trabajadores. Un buen móvil vale entre trescientos y mil euros, que no es moco de........

© El Correo de Andalucía


Get it on Google Play