Tal día como hoy, de 1976, moría un genio del cante andaluz, don José Tejada Martín, el Niño de Marchena. Llevaba ya tres años viviendo en la barriada sevillana de Su Eminencia cuando escuché la noticia en Radio Sevilla y sentí un extraño escalofrío. Ya me gustaba el cante flamenco y quería ser cantaor, pero sabía que no tenía el don. Me di cuenta antes de equivocarme de profesión, a diferencia de otros de mi generación, que siguen aburriendo a las moscas. Mi madre cantiñeaba por lo bajini y tenía una voz entre la Niña de la Puebla, Juanito Valderrama y Marchena. Era un jilguero, aunque herido. Solo cantaba mientras lavaba en el lebrillo del corral o hacía paños de corché. Ella sí escuchó cantar a Marchena en un teatro de Arahal, al que la llevaba mi padre, que era sobre todo valderramero y caracolero.

Me contó mi madre que iban a escucharlo muchas mujeres, “porque era muy guapo”, decía. Y muy de Arahal, por cierto. Visitaba con frecuencia el Casino, donde Pepe Pinto llegó a ser croupier. Allí lo conoció Pastora, en 1919, y catorce años después se casó con él en San Gil. Marchena tuvo grandes amigos en Arahal y cuando iba a Los Tres Gatos, un bar donde paraban los artistas que iban o venían de girar por Málaga o Granada, se metía detrás de la barra a poner cañas y cafés. Dicen que cuando paseaba por la Corredera, con su gorra campera y esos zapatos que se los hacían en Italia, con plataforma, salían las mujeres a los balcones para suspirar y que a veces le pedían un fandanguito, algo que nunca hizo, porque el Maestro no era de esos que cantaban hasta en los carros.

En 2026, se conmemorarán los cincuenta años de su muerte. Alguien de mi pueblo debería pensar en que Arahal tenga un detalle con el artista marchenero, por su amor al pueblo. Lo pondría andando por la Corredera, camino del Casino, con su gorra campera y un jilguero posado en un hombro. Una de esas estatuas de bronce que se colocan en las calles o en un banco de un parque. A tamaño natural, por favor, que no aparezca embebido, como la estatua que le han puesto a Antonio Mairena en una plaza que hoy lleva su nombre, la antigua Plaza de las Flores. Hay que tener un detalle con el genio marchenero, con un cantaor que estuvo toda su vida enamorado del cante de la Niña de los Peines, de raíces familiares arahalenses. Y Pastora Pavón de él, que quede claro. ¿Saben lo que le dijo un día delante del Pinto? “Pepe, a ver si le enseñas a mi marío a respirar”. Lo mató.

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Marchena o el genio del cante andaluz

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04.12.2023

Tal día como hoy, de 1976, moría un genio del cante andaluz, don José Tejada Martín, el Niño de Marchena. Llevaba ya tres años viviendo en la barriada sevillana de Su Eminencia cuando escuché la noticia en Radio Sevilla y sentí un extraño escalofrío. Ya me gustaba el cante flamenco y quería ser cantaor, pero sabía que no tenía el don. Me di cuenta antes de equivocarme de profesión, a diferencia de otros de mi generación, que siguen aburriendo a las moscas. Mi madre cantiñeaba por lo bajini y tenía una voz entre la Niña de la Puebla, Juanito Valderrama y Marchena. Era un jilguero, aunque herido. Solo........

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