La naturaleza es curiosa, no solo en tanto que nos invita a descubrir e investigar sino en cuanto que resulta original, pues en no pocas ocasiones nos sorprende la singularidad de la sencillez, de lo primigenio, de todo aquello que no necesita de fuego de artificio para generar un humano beneficio (entiéndase por tal la reflexión, la emoción, el aprendizaje).

Hoy experimenté uno de esos magníficos momentos de «curiosidad natural» cuando ví un vídeo de como un caracol que se aferraba a una copa de cristal intentaba salvar la «distancia» que lo separaba de la siguiente ( y digo «distancia» porque para el ojo humano el espacio entre copa y copa es una nadería pero desde la «perspectiva caracoril» esa distancia bien podría multiplicarse por mil).

Para ello estiraba su cuello, como si de una mini-jirafa se tratara, hasta que conseguía pegar su cabeza a la siguiente copa. Pasaban unos segundos, hasta que se sentía más afianzado, entonces empezaba a despegar la parte posterior de su cuerpo de la primera copa, donde se encontraba su concha (»su casita») y sin caer al vacío, conseguía llegar a la siguiente copa, ¡parecía como si siempre hubiera estado pegado a ella! ¡Con qué naturalidad concluía después de todo el esfuerzo realizado!

Tras ver aquella «proeza caracoril» casi sentí que tenía delante de mí una metáfora de la vida (sí, sí, ¡no te rías!). Piensa en cuando nos encontramos ante un nuevo RETO, sentimos una REsponsabilidad TOtal en el momento en el que estamos frente a un camino sin transitar, claro... Como le pasaba al caracol, como estamos en todo «el meollo» de la cuestión, nos parece que tenemos por delante un millón de kilómetros (aunque quien lo ve desde fuera, nos dice «¡ánimo, que no es para tanto!»). Vale, cogemos un poco de confianza, le ganamos el primer asalto a la duda, y cuando sentimos que tenemos un punto de apoyo (como le pasaba al caracol pegando su cara a la copa), acertamos a sortear «el hoyo» y logramos llevar al «puerto seguro» lo que más nos importa (en el caso de nuestro amigo el caracol, su «casita»). Pues, en alguna ocasión, hemos hecho de «avanzadilla», asumimos el riesgo para que los que más nos necesitan puedan seguir ampliando su zona de seguridad... Y así, conquistando parcelas de verdad ¡llegamos a nuestra meta! y nos aferramos a ella para degustarla plenamente...

Tenlo presente, si quieres descubrir más sobre ti mismo... ¡Recuerda al caracol y al abismo!

QOSHE - El caracol y el abismo - María Graciani
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El caracol y el abismo

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17.12.2023

La naturaleza es curiosa, no solo en tanto que nos invita a descubrir e investigar sino en cuanto que resulta original, pues en no pocas ocasiones nos sorprende la singularidad de la sencillez, de lo primigenio, de todo aquello que no necesita de fuego de artificio para generar un humano beneficio (entiéndase por tal la reflexión, la emoción, el aprendizaje).

Hoy experimenté uno de esos magníficos momentos de «curiosidad natural» cuando ví un vídeo de como un caracol que se aferraba a una copa de cristal intentaba salvar la «distancia» que lo separaba de la siguiente ( y digo «distancia» porque para el ojo........

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