Tagore decía: «El descanso pertenece al trabajo como los párpados a los ojos», es decir, que descanso-trabajo es un binomio esencial, uno necesita del otro para, sencillamente, ser y tener sentido: como el día y la noche, la carne y la sal, la uña y la piel... Quedarse únicamente con uno de los integrantes de este fundamental dueto podría llevarte a estar en aprietos, pues si únicamente descansamos, lo más probable es que nos aburramos, perderíamos el ritmo de nuestra evolución personal y profesional, nuestras habilidades quedarían obsoletas y perderíamos la noción del término «meta»; por otra parte, si sólo nos dedicamos a trabajar, acabaríamos conjugando muy bien un verbo: agobiar, porque, por más que te guste profundizar en el océano de tu pasión, si lo haces sin el oxígeno de la diversión y las pausas, te terminarías ahogando, pues las facultades se colapsan cuando no descansan. Lo ideal para triunfar es conjugar dósis de trabajo con reposo, es la mejor manera de no acabar en el pozo y generar gozo. De acuerdo que es complicado tener cada día un 50% de trabajo y un porcentaje idéntico de relax, hay jornadas más cargadas que otras, hay momentos en los que necesitamos hacer un esfuerzo extra para llegar a nuestro objetivo pero debemos recordar que, igual de importante, es que sigamos vivos para disfrutarlo. ¿De verdad se podría morir por trabajar? sigue leyendo y te sorprenderás...

En Japón se utiliza el término «Karoshi» para designar a cada uno de los más de 10.000 trabajadores que, cada año, se desploman sobre los escritorios de sus oficinas, víctimas de una dedicación laboral excesiva (más de 70 horas sin parar de trabajar). Es verdaderamente alucinante... Este fenómeno se da en el país Nipón desde 1987, casi 40 años de «Karoshi«... ¿cómo es esto posible?, sí es cierto que tanto el gobierno como la propia empresa indemnizan a la familia del difunto pero, en lugar de actuar a posteriori ¿no habría que actuar a priori? es decir, ¿no habría que impedir que las personas llegasen a tal nivel de estrés mental y emocional que termine por traducirse en paros cardíacos o derrames cerebrales? Desde luego, en las empresas en las que siguen sucediento los «Karoshi», ya no es que no pueda hablarse de «capital humano», ni siquiera de «recurso humano», simplemente existe un «abuso humano».

La realidad del «Karoshi» me parece bestial e inasumible en pleno SXXI, ¿cómo se puede inculcar en la mentalidad de una sociedad que es lícito «entregar el pellejo» en pro de la productividad? porque para que esto lleve sucediendo más de 30 años en un país del primer mundo, no cabe otra que pensar que ha sido concebido como una suerte de «efecto colateral» o sacrificio necesario para la diosa de la competitividad.

Al saber de este tipo de hechos siento tristeza e indignación, ¿la conciencia humana se ha relajado tanto que llega a parecer normal que te caigas desplomado en tu escritorio? Por supuesto que creo necesario tener objetivos en la vida, salir de la zona de confort, aprender, crecer... ¡pero no perecer para conseguir la meta! (y si tu objetivo te exige que «entregues la pelleja», ¡en el intento, ceja! cambia rápidamente de propósito porque te encontrarías ante un objetivo tóxico).

Revisión y renacimiento de la cultura empresarial

En la cultura nipona se concibe como un fracaso personal importante hacia la sociedad el no ser capaz de seguir el ritmo de trabajo que impone una empresa y en lugar de plantear alternativas (lo que podría interpretarse como un síntoma de debilidad), cuando un empleado lleva trabajando 60 horas y siente que, literalmente, no puede más... ¡lo que hace es seguir hasta palmar! ¿cómo interpretamos esto? ¿Como fidelidad absoluta a la empresa, abnegación laboral sin fronteras o estupidez de primera? Los casos de Karoshi se dan en distintos sectores: periodistas, camareros, publicistas, ingenieros... Lo que me lleva a pensar que, tal vez, es el momento de que revisen su cultura empresarial (amén de su escala de prioridades) y que, muy posiblemente, haya que reconstruirla desde sus cimientos para propiciar un sano renacimiento. Retomando la frase de Tagore «El descanso pertenece al trabajo como los párpados a los ojos«, esta cultura empresarial hasta a punto de quedarse sin párpados, y, o se hace algo, o quedará definitivamente, ciega.

QOSHE - Karoshi - María Graciani
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Karoshi

6 6
14.01.2024

Tagore decía: «El descanso pertenece al trabajo como los párpados a los ojos», es decir, que descanso-trabajo es un binomio esencial, uno necesita del otro para, sencillamente, ser y tener sentido: como el día y la noche, la carne y la sal, la uña y la piel... Quedarse únicamente con uno de los integrantes de este fundamental dueto podría llevarte a estar en aprietos, pues si únicamente descansamos, lo más probable es que nos aburramos, perderíamos el ritmo de nuestra evolución personal y profesional, nuestras habilidades quedarían obsoletas y perderíamos la noción del término «meta»; por otra parte, si sólo nos dedicamos a trabajar, acabaríamos conjugando muy bien un verbo: agobiar, porque, por más que te guste profundizar en el océano de tu pasión, si lo haces sin el oxígeno de la diversión y las pausas, te terminarías ahogando, pues las facultades se colapsan cuando no descansan. Lo ideal para triunfar es conjugar dósis de trabajo con reposo, es la mejor manera de no acabar en el pozo y generar gozo. De acuerdo que es complicado tener cada día un 50% de trabajo y........

© El Correo de Andalucía


Get it on Google Play