En la carta a los Reyes Magos que el gobierno de España nos muestra a través de los discursos de Pedro Sánchez consta una apuesta por una España que invierte en investigación, sobre todo en investigación aplicada, la otra, la que se desarrolla en Ciencias Sociales y Humanidades, no se considera aplicada, no se presume como experimental, sólo sirve para que los informativos digan una y otra vez lo mismo acerca del fracaso escolar, el acoso a niños y mujeres, el maltrato, la baja natalidad, el uso del móvil o de las redes sociales, etc. Siempre lo mismo, estudios sociales hay a patadas, soluciones reales muchas menos, las soluciones reales exigen medidas que van más allá de retoques de maquillaje y para eso no hay lo que hay que tener con vistas a acometerlo.

Existen otras investigaciones en humanidades, ignoradas, las que nos mostrarían el camino de una sociedad realmente nueva no interesan como no interesa el periodismo a fondo, es asunto de minorías. Sea el que sea el campo en el que se investiga la realidad es que sufrimos unos problemas comunes: la investigación en España está sometida a un alud de condicionamientos burocráticos de tal calibre que provoca unas ganas enormes en los investigadores de tirar la toalla. El investigador es un futbolista que no sólo saca el córner sino que además tiene que ir a rematarlo.

El investigador tiene que trabajar en un ambiente relajado, su patria debería ser su laboratorio y su familia. El investigador no es jun gestor, ni un administrativo y no tiene más remedio que serlo. Y no cobra por ello. En numerosas ocasiones se ve obligado a llevar a cabo una especie de tráfico de influencias para lograr que subvencionen su trabajo desde arriba. No sólo hay que presentar un magnífico proyecto sino moverlo entre bastidores. Hay auténticos maestros en eso, lobbies vinculados a éste u otro partido que parten con ventaja a la hora de lograr subvenciones oficiales. Quedarse esperando que te concedan o no una partida para investigar no siempre es suficiente. Es decir, no se puede ejercer de investigador puro, de estudioso que espera justicia para su trabajo de años, no es raro que se exija algo más que no todas las personas están capacitadas para alcanzar si es que hablamos de investigadores de verdad, los que dedican su vida a una meta, los que rellenan y envían montones de papeles a su destino y prosiguen con su callada labor, la que están obligados a hacer: estudiar e investigar.

El investigador no es un captador de inversiones, es un intelectual que vive para sus fines científicos. No está hecho para que le pidan que “milite” en una u otra tribu cercana a tales o cuales personas de escalones altos, la misión de un investigador es ser valorado por su trabajo en función de su dedicación y ser apoyado más y más si se estima conveniente una vez que un comité independiente de la política y el politiqueo universitario así lo estimara. Y la misión de un investigador de referencia es unir, no separar a sus colegas en virtud de sus filias y fobias.

Hay cuatro factores que espantan de su trabajo a los buenos investigadores: uno, la tremenda carga burocrática que está pensada para la comodidad de los funcionarios, no para estimular al que tiene capacidad de investigador. Dos, las “tribus”, jefes y jefecillos que le limitan su libertad de investigar si ofrece resistencia a entrar por el aro de sus consignas. Tres, los contactos que se ve obligado a llevar a cabo en la administración pública para intentar que su proyecto sea examinado con mayor interés y no se desestime por cuestiones presupuestarias a pesar de que se informe positivamente sobre él desde un punto de vista científico. Cuatro, en caso de que el investigador sea además docente, el desastroso nivel cultural en que se encuentran los estudiantes universitarios conduce a desear desaparecer de la escena académica.

La sombra y la atracción por una jubilación que no se desea en realidad, aparece. Y así es como se pueden perder talentos senior -y jóvenes- muy importantes mientras que, por otro lado, se buscan talentos en el exterior que pueden estar desde hace años delante de tus propias narices, en la misma universidad española.

QOSHE - El investigador no es un captador de capital - Ramón Reig
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

El investigador no es un captador de capital

4 10
01.12.2023

En la carta a los Reyes Magos que el gobierno de España nos muestra a través de los discursos de Pedro Sánchez consta una apuesta por una España que invierte en investigación, sobre todo en investigación aplicada, la otra, la que se desarrolla en Ciencias Sociales y Humanidades, no se considera aplicada, no se presume como experimental, sólo sirve para que los informativos digan una y otra vez lo mismo acerca del fracaso escolar, el acoso a niños y mujeres, el maltrato, la baja natalidad, el uso del móvil o de las redes sociales, etc. Siempre lo mismo, estudios sociales hay a patadas, soluciones reales muchas menos, las soluciones reales exigen medidas que van más allá de retoques de maquillaje y para eso no hay lo que hay que tener con vistas a acometerlo.

Existen otras investigaciones en humanidades, ignoradas, las que nos mostrarían el camino de una sociedad realmente nueva no interesan como no interesa el periodismo a fondo, es asunto de minorías. Sea el que sea el campo en el que se investiga la realidad es que sufrimos unos........

© El Correo de Andalucía


Get it on Google Play