Menos cuando se trata de ver desfiles de moda de caquéxicas con mirada felina, se ve mucha carne femenina en España. Con esto el feminismo no puede, tendría que echar abajo el mercado y a sus millones de seguidoras que o se ríen de las carnes y los huesos que van enseñando sus colegas o simplemente lo tienen asumido e incluso les sirve de diversión. Lo mismo me ocurre a mí con los tíos que anuncian colonias o con los torsos de actores admirados por las féminas cuando los fines de semana los muestran en esas películas que empiezan en la televisión a las 16 horas y terminan cuando terminan después de darnos la correspondiente porción adoctrinadora feminista de los fines de semana que suele resultar patética y contraproducente.

El mundo, el demonio y la carne ya no se distinguen, todo es carne, y de tanta carne hemos agarrado una indigestión que nos provoca nauseas tanto lucimiento y tanta sustitución de supuestos amores ecológicos por fines comerciales a base de sexo implícito. Yo ya estoy como el que oye llover, a veces los spam de mi cuenta de correos se inundan de puterío, no sé qué debo haber hecho, como ahora le toman a uno el email hasta para ir al servicio y no precisamente militar y como servidor no da relieve a los antivirus porque, de todas maneras, entran en el correo como por su casa... No me importa, ¿saben por qué? Porque me gusta ver por dónde va mi sociedad, no me molesta la basura, me sirve de información y formación. En el asunto de la carne, me hace saber lo poco que se avanza en la defensa de la mujer, cómo se va toda la fuerza por la boca, cómo no se puede evitar que la verdad se concentre en las partes bajas. La mujer, sobre todo la mujer, sigue siendo el trozo de carne que acompaña a un producto por más que se empeñen en disimularlo colocando seres con aspecto masculino anunciando por ejemplo detergentes.

Desde el despechugue de Rocío Jurado y las pantorrillas que enseñaba en las tertulias Celia Villalobos cuando era joven me di cuenta de que aquí estaban cambiando las cosas, la carne se abría paso, oh, escándalo, Interviú y otras revistas eran escaparates de glándulas mamarias de todo tipo y la gente se arremolinaba para verlas, sobre todo las de Marisol y Lola Flores. Ya no hace falta, las revistas eróticas que al principio se vendían bajo plástico y después a teta descubierta, han cerrado, cualquiera tiene acceso en Red a la carne y al folgamiento, sea de la edad que sea, y el remate de los tomates nos lo da la Pedroche todos los años, que calienta, pero no quema.

No pasa nada, señores y señoras, nunca pasa nada. Mientras miremos carne no vemos el tuétano que es lo que de verdad tiene alimento. Una vez que se han venido abajo todos los sueños de la modernidad del siglo XX quedan las ilusiones e imaginarios de la posmodernidad del XXI. Es otro cambio para que todo siga igual, con ropaje progresista. Lo que antes era un minusválido ahora es un discapacitado. En efecto, nos estamos convirtiendo en discapacitados mentales, por lo menos, de tanto comer carne y derivados, de tanta batallita intrascendente, de tanto postureo, sectarismo, de tanto ruido y tan pocas nueces como pulula por el ambiente. Satanás ha triunfado, todos somos carne de su carne, hasta Satanás mismo está ahíto de carne y Dios se pregunta dónde se equivocó mientras nos creaba.

QOSHE - El mundo, el demonio y la carne - Ramón Reig
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El mundo, el demonio y la carne

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03.01.2024

Menos cuando se trata de ver desfiles de moda de caquéxicas con mirada felina, se ve mucha carne femenina en España. Con esto el feminismo no puede, tendría que echar abajo el mercado y a sus millones de seguidoras que o se ríen de las carnes y los huesos que van enseñando sus colegas o simplemente lo tienen asumido e incluso les sirve de diversión. Lo mismo me ocurre a mí con los tíos que anuncian colonias o con los torsos de actores admirados por las féminas cuando los fines de semana los muestran en esas películas que empiezan en la televisión a las 16 horas y terminan cuando terminan después de darnos la correspondiente porción adoctrinadora feminista de los fines de semana que suele resultar patética y contraproducente.

El mundo, el demonio y la carne ya no se distinguen, todo es carne, y de tanta carne hemos........

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