No se pueden comparar y colocar a la misma altura la guerra de Rusia contra Ucrania -cuyo origen fue la invasión rusa- y el conflicto de Gaza. Eso de equiparar ambos fenómenos con el fin de que Netanyahu tenga un atenuante ante el declarado por nosotros “criminal Putin” con tal de arrimar el ascua a la sardina de nuestro amigo Israel no es fiel al rigor de los hechos. Una guerra enfrenta a dos bandos que poseen ejércitos y alianzas exteriores similares. No es el caso que nos ocupa, ni por asomo. O, si se desea, se puede comparar la situación, esta vez para apostar por Putin y Palestina.

Putin (Rusia, vamos a dejar ya de jugar a la historia nominalista), estaba y está siendo cercada por misiles occidentales de la OTAN sin que fuera ya comunista. La OTAN se formó contra el comunismo encabezado por la URSS y el Pacto de Varsovia, ambos habían dejado de existir. ¿Por qué ese empeño en sitiar a la Rusia heredera de Yeltsin -no de Breznev ni de Andropov- y alejarla así de Europa? ¿Por qué colocarle también bases en Ucrania situando a Moscú a cinco minutos de un misil occidental que puede ser atómico? ¿A qué se estaba jugando aquí? Sí, a eso, a la guerra, era algo que alguien quería desde el 11-S y las Torres Gemelas, se jugaba a la destrucción, a construir un mundo globalizado bajo el mandato de Estados Unidos y su pelele la Unión Europea, a pesar de que históricos políticos europeos no vieran eso con buenos ojos y apostaran por un entendimiento comercial y tecnológico con Rusia como ya se estaba de hecho llevando a cabo con la construcción de los gasoductos Nord Stream 1 y 2 que, oh, casualidad, ya no existen.

Si a mí me colocan en la puerta de mi casa una manada de perros de los llamados peligrosos y yo tengo medios para echarlos de ahí, los echo, por si acaso. Eso intenta Rusia que ya se veía venir el pastel desde 2014. Eso es lo que querían que hiciera para seguir incrementando la tensión y la OTAN (los muertos son lo de menos). Pero Ucrania era un país reconocido cuyos amigos le han enviado miles de millones de dólares y euros que les han arrebatado a sus propios pueblos a los que les han lavado el cerebro a través de los medios de comunicación que no obedecen el rigor periodístico sino el agiprop del sistema mercantil occidental que hasta ha cerrado medios de comunicación rusos para que no podamos recibir unos datos más equilibrados.

Eso es una guerra, lo de Israel es otra historia. Un pueblo sin nación, pisoteado desde 1948. Por tanto, sin ejército, sometido al capricho de otro que sí es una nación respetada y reconocida con aliados relevantes que llevan decenios apoyándola aunque no respete las resoluciones de la ONU sobre Palestina. Su “ejército” se llama Hamas, un ejército clandestino, bajo tierra, radicalizado, que tira cohetes que al lado de las bombas que recibe son petardos de feria. Comete actos terroristas que son respondidos con odio y ánimo de liquidar totalmente a un pueblo. Eso es una matanza. No tiene aliados firmes Palestina porque no es un país ni una nación, no es nada, vive como la dejan los gigantes de al lado y sus ayudantes. Tiene apoyos de bravucones que calientan pero no queman y las típicas manifestaciones occidentales progres contra el vulnerable. Son manifestaciones más caritativas que políticas.

Si Rusia llega a hacer con Kiev lo que Israel con Gaza la guerra de Ucrania hubiera terminado. Pero, ¿para qué querer una Ucrania y un Kiev, tan amado por los rusos, así, como vemos a Gaza? Eso tal vez sea lo que Occidente hubiera deseado. Es curioso, detrás de la guerra de Ucrania está la iglesia ortodoxa. Detrás de la masacre de Gaza, el judaísmo. Seres humanos matando en nombre de un mismo Dios aunque sepamos que eso no es más que una tapadera, que ambos dioses van a quedar siempre a salvo, van a vivir siempre. Los que debemos preocuparnos de verdad somos los que nos salimos del guion marcado por la agitación y propaganda occidentales, un guion vestido de democracia, una vestimenta con varios modelos, según convenga al caso.

Espero que en 2024 termine el conflicto de Ucrania con la victoria parcial de Rusia y la anexión de los territorios que le son más afines y que después de la masacre de Gaza el mundo entero vea que los supervivientes palestinos merecen una tierra libre e independiente en la que poder empezar a vivir con algo de dignidad, respetando a sus vecinos israelitas y viceversa. Si esto es mucho pedir que sigan las bombas y que salga el sol por Antequera, aquí estamos para aguantar lo que sea, en realidad somos parte de todas las guerras hasta que nos invadan de lleno.

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Lo de Ucrania es una guerra, lo de Gaza, una masacre

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01.01.2024

No se pueden comparar y colocar a la misma altura la guerra de Rusia contra Ucrania -cuyo origen fue la invasión rusa- y el conflicto de Gaza. Eso de equiparar ambos fenómenos con el fin de que Netanyahu tenga un atenuante ante el declarado por nosotros “criminal Putin” con tal de arrimar el ascua a la sardina de nuestro amigo Israel no es fiel al rigor de los hechos. Una guerra enfrenta a dos bandos que poseen ejércitos y alianzas exteriores similares. No es el caso que nos ocupa, ni por asomo. O, si se desea, se puede comparar la situación, esta vez para apostar por Putin y Palestina.

Putin (Rusia, vamos a dejar ya de jugar a la historia nominalista), estaba y está siendo cercada por misiles occidentales de la OTAN sin que fuera ya comunista. La OTAN se formó contra el comunismo encabezado por la URSS y el Pacto de Varsovia, ambos habían dejado de existir. ¿Por qué ese empeño en sitiar a la Rusia heredera de Yeltsin -no de Breznev ni de Andropov- y alejarla así de Europa? ¿Por qué colocarle también bases en Ucrania situando a Moscú a cinco minutos de un misil occidental que puede ser atómico? ¿A qué se estaba jugando aquí?........

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