Que me estaba acordando de cuando Alfonso Guerra fue a El hormiguero y le dio por decir que el humor de ahora no era como el de antes, que no hay chistes de enanos ni de maricas (él dijo homosexuales). Enseguida salieron los puritanos progres a crucificarlo. Yo pienso parecido al Guerra, tranquilos, ya sé que soy una especie en extinción y pronto se van a quedar solos estos amigos del algodón que no engaña, limpiadores de toda suciedad. Son como ese progre ridiculizado por José Mota a cuya puerta llamó Santiago Segura para meterle en su apartamento una partida de inmigrantes del pueblo saharaui por su solidaridad con el desfavorecido; una señora que se había quedado sin hogar y hasta un burro por su solidaridad con los animales (que lo han quitado de YouTube), pasando por un par de operarios que se llevan del apartamento todos los aparatos electrónicos para cumplir el deseo del progre de ahorrar energía. El muchacho puritano había estado haciendo eso que se llama activismo cibernético desde su sillón arreglando el mundo por Twitter (hoy X) y le tomaron la palabra.

Así es el puritanismo actual, “justicia, señor, pero por mi casa, no”. Se reúnen en sanedrín y sentencian que ya Guerra no les representa ni es digno de estar en el PSOE porque ha faltado a la dignidad de enanos y homosexuales, ellos no, ellos quieren una sociedad pura, de tan pura, idiota, donde se aplique la misma cultura que le han inculcado a ellos: “Niño/a, si no quieres la tortilla, mamá te hace un filete, pero no te preocupes”. El infantilismo y la adolescencia actual no tienen barreras, estos se creen que por un chiste -que puede ser a costa del propio Guerra o como le pasara a Fernando Morán, ministro de Asuntos Exteriores- o por los chascarrillos sobre leperos, vamos a odiar a diestro y siniestro. No, torquemadas míos, ya sabéis por la película El club de los poetas muertos -que tanto os gustó- que nos reímos con y no de. Los leperos convirtieron sus chistes en un festival y Ocaña, rey del carnaval de Sevilla a finales de los 70, me dijo cuando lo entrevisté que lo llamara maricón y no gay que era una cursilada.

Cuando a las 23 horas comenzaba en Canal Sur Radio el programa El Pelotazo, en 2002, el Yuyu y los suyos me hacían reír en la cama y me dormía la mar de relajado. Pronostiqué un exitazo para el espacio y acerté. Lo que más me preocupaba era que uno de los personajes imitaba al futbolista gaditano Kiko Narváez que saludaba utilizando la palabra “maricona” o similar y el presentador, Ángel Acién, se ponía a cien de lo incómodo que se sentía. Ya estaba ahí, flotando, la censura de los malajes, la Junta progre vigilaba a Canal Sur. Luego, los mejores de El Pelotazo, que eran los gaditanos, se fueron a la SER en 2011 a protagonizar El larguero y La cámara de los balones y después se largaron de allí. Han sido sustituidos por un grupo de “humor sevillano” que, a excepción de Fran Ronquillo, a veces casi me hacen llorar de pena y tengo que cambiar el dial.

Por otra parte, llegan las Navidades, ya no son las mismas sin Martes y Trece. Varias escenas de su humor hoy sería impensable que se emitieran. El humor o es ingenioso y transgresor con lo establecido o no es humor, es niñería. Los viejos estaremos para el arrastre pero tenemos una ventaja: podemos comparar. Solemos tirar para lo nuestro por la edad y la visión cercana de la muerte y, sin embargo, tener el privilegio de comparar es un placer. Claro que hay buenos humoristas hoy -debe haberlos, yo no sé quiénes son-, ahora bien, se ve demasiado un humor de la tarta en la cara y nada más, o chistes con mamá, papá y la abuelita de protagonistas.

Parece como si estuviéramos delante de unas generaciones que nunca rompen el cordón umbilical y que no cuentan chistes en grupo y, menos, chistes transgresores. Si así fuera, siempre sale el Torquemada de turno a quemarte. No hacen falta los chistes, la sociedad actual es chistosa, lo que ocurre es que los chistes se ven en pantalla a través de Tik Tok y otras atracciones. Es la sociedad que va de pantalla en pantalla y tiro porque me toca y cuando la sacan de las pantallas -que también censuran- y ven a un Alfonso Guerra se rasga las vestiduras, se tapa la cara, te da un rapapolvo y una bofetada porque se creen sus sacerdotes que somos todos como ellos, viejos prematuros que, presuntamente, son los únicos que se mueren de amor por los demás.

QOSHE - Los humoristas esaboríos, tiene razón Guerra - Ramón Reig
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Los humoristas esaboríos, tiene razón Guerra

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04.12.2023

Que me estaba acordando de cuando Alfonso Guerra fue a El hormiguero y le dio por decir que el humor de ahora no era como el de antes, que no hay chistes de enanos ni de maricas (él dijo homosexuales). Enseguida salieron los puritanos progres a crucificarlo. Yo pienso parecido al Guerra, tranquilos, ya sé que soy una especie en extinción y pronto se van a quedar solos estos amigos del algodón que no engaña, limpiadores de toda suciedad. Son como ese progre ridiculizado por José Mota a cuya puerta llamó Santiago Segura para meterle en su apartamento una partida de inmigrantes del pueblo saharaui por su solidaridad con el desfavorecido; una señora que se había quedado sin hogar y hasta un burro por su solidaridad con los animales (que lo han quitado de YouTube), pasando por un par de operarios que se llevan del apartamento todos los aparatos electrónicos para cumplir el deseo del progre de ahorrar energía. El muchacho puritano había estado haciendo eso que se llama activismo cibernético desde su sillón arreglando el mundo por Twitter (hoy X) y le tomaron la palabra.

Así es el........

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