Dice Mercedes Arancibia desde Periodistas.es que el año 2023 ha sido particularmente letal para los periodistas que trabajan en las zonas de conflicto. Según los datos recopilados por la Unesco, de los 65 periodistas asesinados este año, 38 se encontraban trabajando en zonas de guerra, en contraste con los veintiocho de 2022 y los veinte de 2021.

El caso es que la mayoría de las muertes han ocurrido en Oriente Medio desde el pasado 7 de octubre. La Unesco tiene documentados diecinueve asesinatos en Palestina, tres en Líbano y dos en Israel. El último trimestre de 2023 ha sido el «más mortífero desde 2007», según declaraciones de Audrey Azoukay, directora de la Unesco.

Pues esto es lo que hay, le tengo dicho a mis alumnos de Periodismo que ésta es una profesión vocacional y sin horarios. El personal que va a la guerra a decirnos lo que allí está pasando es consciente a lo que va. Gracias a ellos nos enteramos de algo y no nos enteramos de muchas cosas más, eso depende de las consignas que les den a los periodistas desde sus empresas. Ya sabemos que en el conflicto de Ucrania, Putin es el malo y Zelenski el bueno. Esta línea simplista de información -que es más bien desinformación- puede matar a un periodista que se halle en el frente. Si vas a una guerra y ya te traes desde casa el guion de la película hecho, en realidad no vas a informar sino a adoctrinar de acuerdo con las líneas de los medios occidentales, no de acuerdo con toda la complejidad del conflicto. En realidad, para eso no hace falta ir. Si llevas un chaleco antibalas con la indicación de que eres de la prensa y te pones delante de un soldado o varios de un bando al que estás continuamente machacando en tu medio y ellos lo saben, nada se pierde en una guerra si alguno de esos combatientes te mete una ráfaga de metralleta en el cuerpo. Sólo es un muerto adicional en una guerra en la que el cadáver de un periodista no vale más que otro cualquiera, dedicamos más atención a la muerte de un periodista que a la de un médico, un enfermero o un voluntario civil.

Los periodistas han sido progresivamente obstaculizados en su labor informativa o deformativa de guerras desde la guerra de Corea en los años 50 del pasado siglo. El profesional del periodismo, el reportero de guerra, ha pasado de meterse en una contienda como le viniera en gana a hacerlo bajo las órdenes del poder. El escritor soviético Iliá Ehrenburg o el norteamericano Ernest Hemingway cubrieron a fondo la guerra civil española. Iban de aquí para allá, desde el bando nacional al republicano. Ehrenburg cuenta en sus memorias episodios de la guerra civil que en el fondo resultan entrañables y hasta berlanguianos, como cuando narra que en un mesón de un camino se juntaron a comer soldados de ambos mandos porque se conocían de la vida civil, hablaron de sus asuntos y al final agarraron sus fusiles y se volvió cada cual a su trinchera correspondiente, a seguir combatiendo entre ellos.

Eso se acabó. Sobre todo, desde la guerra de Las Malvinas, los periodistas aguantan ir en grupo y estar vigilados, como sucedió en la guerra de Irak donde fue asesinado José Couso por el ejército norteamericano. Aun así, las muertes siguen y seguirán y en mayor medida si un profesional representa a un medio que no está informando sino parcializando. También el rigor en la guerra se paga caro, la libertad de información es muy arriesgada. Por su parte, las grandes estrellas de la Comunicación, cuando les da por trasladar su programa al ojo del huracán, se cuidan de ir a sitios lo más seguros posible, como ha denunciado Pérez Reverte en no pocas ocasiones. Desarrollan su espacio y regresan a Madrid.

De todas formas, hay que celebrar la presencia de periodistas en las guerras, gracias a ellos tenemos versiones de los hechos que el historiador se verá obligado después a contrastar si es que quiere escribir la Historia de forma neutral en lugar de seguir modelando mentes según ideologías concretas. Hay que agradecerles por activa y por pasiva que se metan los periodistas en esos avisperos donde no sabes nunca por dónde te puede llegar la muerte. Ahora bien, no es lo mismo, previa documentación, partir de cero que llevar ya definidas las ideas a proyectar sobre los receptores, eso es utilizar a un profesional como carne de cañón, salvo que él se preste con gusto a la manipulación.

QOSHE - Muchos periodistas muertos en guerras - Ramón Reig
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Muchos periodistas muertos en guerras

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23.12.2023

Dice Mercedes Arancibia desde Periodistas.es que el año 2023 ha sido particularmente letal para los periodistas que trabajan en las zonas de conflicto. Según los datos recopilados por la Unesco, de los 65 periodistas asesinados este año, 38 se encontraban trabajando en zonas de guerra, en contraste con los veintiocho de 2022 y los veinte de 2021.

El caso es que la mayoría de las muertes han ocurrido en Oriente Medio desde el pasado 7 de octubre. La Unesco tiene documentados diecinueve asesinatos en Palestina, tres en Líbano y dos en Israel. El último trimestre de 2023 ha sido el «más mortífero desde 2007», según declaraciones de Audrey Azoukay, directora de la Unesco.

Pues esto es lo que hay, le tengo dicho a mis alumnos de Periodismo que ésta es una profesión vocacional y sin horarios. El personal que va a la guerra a decirnos lo que allí está pasando es consciente a lo que va. Gracias a ellos nos enteramos de algo y no nos enteramos de muchas cosas más, eso depende de las consignas que les den a los periodistas desde sus empresas. Ya sabemos que........

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