A Pedro Sánchez le escriben la tesis doctoral, le escriben los libros, le asesoran para los discursos y hasta se los escriben también si hace falta. Por el contrario, sus científicos, los científicos españoles a los que él y su gobierno debería no sólo cuidar sino mimar, deben pagar miles de euros por publicar artículos (llamados papers) en lo que denominan revistas científicas de impacto, la inmensa mayoría de las cuales no son españolas, pertenecen a multinacionales angloparlantes o asiáticas que las utilizan para hacer negocio y de paso para elaborar una inmensa base de datos en la que están “controlados” todos los científicos del mundo y sus trabajos que los llevan a cabo con el sudor de su frente y aguantando innumerables requisitos burocráticos.

Algunos de esos científicos -los más politizados y desde sus puestos gestores- protestan contra esta situación, pero no son capaces de enfrentarse al César, al contrario, cantan sus obras, medran y se apuntan a los papers que sobre todo elaboran otros, los que trabajan en silencio, mordiéndose la lengua para lograr llegar más arriba o bien por no meterse en jaleos que los descentren de su verdadera actividad: investigar, estudiar, reflexionar sobre el mundo en su presente y en su devenir.

¿Por qué he dicho al iniciar estas líneas que el presidente es un gorrón y los científicos deben pagar por publicar? Porque mientras al presidente le hacen el trabajo, un científico o grupo de científicos debe elaborar un paper que aporte algo nuevo a la ciencia. Lo envían a una revista que primero decide si es digno de ser examinado por dos o más evaluadores. Si lo creen merecedor de tal requisito, lo someten al análisis de esos dos o más investigadores independientes que, en teoría, ignoran quiénes lo han escrito. Ambos elaboran un informe en el que consta si el trabajo es publicable, si no lo merece o si lo merece siempre que los autores procedan a añadir o quitar algo. Todo ello en el seno de un mar de exigencias burocráticas en fondo y forma. Si por fin va a ser publicado los interesados abonan mil, dos mil, tres mil euros. Y así se hace buen curriculum al pagar si se dispone de liquidez. La ciencia es un negocio como otro cualquiera, si bien, por fortuna, hay revistas que no recaudan por divulgar el conocimiento a pesar de que no suelan ser consideradas de las más relevantes aunque de facto lo sean y lo pasen canutas para seguir adelante.

Conclusión: este es un país donde gobiernan los que medran, los que pían mucho en público pero no hacen nada práctico para remediar el viciado medio ambiente en el que nos desenvolvemos.

Las dos mejores revistas científicas -según la oficialidad burocrática, lo cual no significa que sean las mejores- en el campo de la Comunicación -el mío- que existen en España, van pasar a manos extranjeras. Grandes empresas anglo-asiáticas se van a hacer con ellas después de pagar a sus creadores españoles cantidades de seis cifras. Me alegro por ellos, han hecho su trabajo y mantener una revista de esas es un tremendo desgaste personal y familiar dado el escaso interés que se ofrece en España a quienes hemos fundado revistas académicas. Sin embargo, los científicos sociales de habla hispana y la cultura hispana en general perdemos enteros. Nos hallamos a merced de lo que nos digan otros que es bueno o malo en ciencia mientras personajes como este presidente Sánchez, que tendría que cuidar que no pasara, se dedica a presentar libros que ni siquiera ha escrito y sus palmeros le ríen las gracias.

QOSHE - Presidente gorrón, científicos jodidos - Ramón Reig
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Presidente gorrón, científicos jodidos

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13.12.2023

A Pedro Sánchez le escriben la tesis doctoral, le escriben los libros, le asesoran para los discursos y hasta se los escriben también si hace falta. Por el contrario, sus científicos, los científicos españoles a los que él y su gobierno debería no sólo cuidar sino mimar, deben pagar miles de euros por publicar artículos (llamados papers) en lo que denominan revistas científicas de impacto, la inmensa mayoría de las cuales no son españolas, pertenecen a multinacionales angloparlantes o asiáticas que las utilizan para hacer negocio y de paso para elaborar una inmensa base de datos en la que están “controlados” todos los científicos del mundo y sus trabajos que los llevan a cabo con el sudor de su frente y aguantando innumerables requisitos burocráticos.

Algunos de esos científicos -los más politizados y desde sus puestos gestores- protestan contra esta........

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