A mi edad a todo el mundo senior le ha dado por morirse y me temo que a mí también me agarre esa epidemia. Ya me han cedido dos veces el asiento en el metro y eso es mala señal. Supongo de todas formas que debo dar las gracias dado que los jóvenes no suelen mover sus posaderas en pro de la venerable ancianidad. La muerte de Pablo Herrero, sin embargo, ha sido ya demasiado y sé que aún me quedan por vivir más muertes dolorosas si es que no desfilo yo antes.
A mí me molaban y me molan mucho Los Relámpagos, era uno de mis dos o tres grupos preferidos: Los Relámpagos, Los Pekenikes y Los Canarios. Los demás no estaban mal: bien Los Pasos y en estos tiempos he podido descubrir la obra completa de Módulos gracias a la empresa Ramalama, de José Ramón Pardo, y a YouTube. Tienen temas perfectos los Modulos. En mis tiempos de mozalbete sólo podíamos acceder a singles, nos perdíamos los LP por falta de poder adquisitivo. Eso se acabó, más vale tarde que nunca, no tengo tiempo de escuchar a Rosalía porque estoy ocupado gozando con la música que me perdí en mis años de merecer. Lo siento por Rosalía, escucharla yo sería un honor para ella, estoy seguro.
Pablo Herrero fue uno de los fundadores de Los Relámpagos, un grupo instrumental que primero se dedicaba a acompañar a Miguel Ríos y luego se encontraron a sí mismos por el bien de la música. Fue algo semejante a Cliff Richard y The Shadows en Inglaterra. Nunca he dejado de escuchar a Los Relámpagos y lo bueno es que cuando estaban de moda también les gustaba a mis padres, unían generaciones. El trozo de zarzuela ése al que Mocedades llamó Amor de hombre ya lo habían tocado Los Relámpagos de forma instrumental bastantes años antes bajo su nombre real: La leyenda del beso. No había color entre una versión y otra, a favor de mis Relámpagos.
Los principales impulsores de Los Relámpagos fueron José Luis Armenteros y Pablo Herrero que se separaron del grupo en un momento dado y sin embargo ahí siguieron Los Relámpagos con discos memorables, por ejemplo, Páginas musicales de la Historia de España y Piel de toro. Armenteros y Herreros firmaron algunas de sus canciones en Los Relámpagos como José Luis de Pablos. Ellos compusieron la más conocida: Noche de relámpagos (Nit de Llampecs).
Mis Relámpagos fueron cinco, aunque pasaran por sus filas alguno que otro más: José Luis Armenteros, Pablo Herrero, Ignacio Sánchez Campins, su hermano Juanjo y Ricardo López Fuster. Ya sólo me queda vivo Ignacio. Armenteros y Herrero no sólo compusieron Eva María o Cuéntame -ésta es sobre todo de Armenteros- sino una de las canciones que en Venezuela se tiene como otro de sus himnos populares: Venezuela. Y me parece que sus creadores nunca estuvieron en Venezuela.
Siempre nos dicen que la obra de los finados ilustres queda ahí, pero no es lo mismo saber que quienes te han llevado y te llevan al éter y al cielo están aquí, en la tierra, que te enteres por una fría noticia que se te ha ido con su música a otra parte alguien que se hallaba pegado a uno como el olor de una colonia de pro. De alguna manera, siento que esa música ahora me estremece de otra forma. Por tanto, que Pablo Herrero descanse en paz, que yo descansaré en guerra, no olvido aquellas palabras sabias: la muerte no es algo terrible para quien muere sino para el que sobrevive.
Los Relámpagos han seguido tocando y grabando en el siglo XXI, hasta 2019, por ahora. Eran mis Relámpagos, pero no eran mis Relámpagos. Qué le vamos a hacer, al menos la marca estaba ahí y seguía fresca como una lechuga fresca.
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