Feria
La noche del sábado pasado, en Sevilla, era la noche del alumbrado (la noche del pescaíto, tal como se dice aquí). Casi toda la ciudad se preparaba para ir a la Feria –salvo los taciturnos y existencialistas y siesos, que los hay y entre los que me cuento– y se oía ese zumbido maravilloso de la calle que bulle de agitación y prisas y palmas y ganas de diversión. Es el mismo sonido que se oye cuando va a pasar la Cabalgata de Reyes: el sonido inconfundible de la felicidad humana. Pero justo en ese momento, a 7000 kilómetros de aquí, Irán había empezado a lanzar los drones y los........
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