Fidel Castro se inventaba todos los días un atentado en su contra. Supuestamente lo intentaron cientos de veces, pero no lo consiguieron. Alrededor de éste y otros cuentos se forjó el mito del “hombre invencible, el líder que desafiaba a la muerte a cada instante, el sobreviviente que enfrentaba las constantes conspiraciones del imperio, por dignidad y por amor a su pueblo”.

Justamente por instrucciones de los asesores cubanos, Evo Morales quiso hacer lo mismo con el caso terrorismo, el montaje más burdo, el mayor acto de manipulación de justicia, el despliegue más grande de poder que hizo el régimen del cocalero.

Su objetivo no sólamente era descabezar a la oposición que había encontrado en Santa Cruz la fuerza necesaria para impedir el avance de la dictadura, sino crear la idea de que había planes macabros para asesinarlo, para deshacerse de él y de sus planes de luchar por los pobres y excluidos y que además, había un a gigantesca conspiración contra su proyecto político indigenista, igualitario, etc. etc.

Era su manera de transmitirle al mundo la imagen de un espadachín solitario que estaba batiéndose a duelo con monstruos y dragones que se habían organizado para impedir que el líder indígena portador de una superioridad moral tenga éxito en la refundación de Bolivia.

Todos conocen perfectamente en enorme apoyo internacional que recibió Evo Morales y la posición contemplativa que asumió Estados Unidos hacia su gobierno, contra el que jamás levantó un dedo, ni siquiera en respuesta a los constantes ataques recibidos o por el auge del narcotráfico auspiciado por el masismo, un tema especialmente sensible para los norteamericanos.

A Evo Morales le pasó lo mismo que a Fidel Castro, que se confió demasiado en la imagen proyectada en el mundo y en las leyendas conspirativas que creó a su alrededor, especialmente en el famoso embargo, al que todavía hoy, el comunismo cubano culpa de todas sus desgracias.

Todos los errores y fracasos del “proceso de cambio” son producto exclusivo de sus propias torpezas. No ha habido un líder en Bolivia en torno al cual se hayan alineado los astros de manera tan prodigiosa para conseguir la transformación del país, pero tampoco ha existido ninguna administración tan desastrosa, que echó a perder cada una de las oportunidades que tuvo para cambiar el rumbo de fracaso de los bolivianos.

El peor legado del caso terrorismo ha sido la corrupción de la justicia, pues justo en este proceso el MAS adoptó y perfeccionó todas las mañas que hoy sigue aplicando el gobierno de Luis Arce, que seguramente tratará de usar este tema en la lucha política que lleva adelante contra Evo Morales, a quien le llegará su momento, tarde o temprano, ya sea dentro o fuera del país. Él es un autor confeso y junto todos quienes participaron de esta patraña tendrá que pagar, porque todos los crímenes se pagan.

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El oscuro legado del caso terrorismo

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16.04.2024

Fidel Castro se inventaba todos los días un atentado en su contra. Supuestamente lo intentaron cientos de veces, pero no lo consiguieron. Alrededor de éste y otros cuentos se forjó el mito del “hombre invencible, el líder que desafiaba a la muerte a cada instante, el sobreviviente que enfrentaba las constantes conspiraciones del imperio, por dignidad y por amor a su pueblo”.

Justamente por instrucciones de los asesores cubanos, Evo Morales quiso hacer lo mismo con el caso terrorismo, el montaje más burdo, el mayor acto de manipulación de justicia, el despliegue más grande de poder que hizo el régimen del cocalero.

Su objetivo no sólamente era descabezar a la oposición que había encontrado en Santa........

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