La pobreza no es virtud, tampoco es un alago el ser menesteroso que cause pena al dadivoso, sin embargo, es virtuoso quien se genera el sustento con trabajo, produciendo riqueza que genera bienestar a los suyos y a los que lo colaboran. La riqueza producto del trabajo y el talento es bendita a los ojos de Dios, pues el esfuerzo se premia con abundancia que se multiplican generando más riqueza. Por el contrario, quien teniendo talento no genera riqueza se le castiga por su ocio y falta de sacrificio.

No es lo mismo generar riqueza que atesorarla. Lo primero se obtiene del trabajo propio, del riesgo de la inversión, la producción de bienes y servicios, los empleos que se generan, lo cual produce ganancias que se convierten en ahorro, consumo o reinversión. Lo segundo atesora riqueza por avaricia, especulación, usura o el tráfico de influencias, que hasta podría no ser ilegal, pero de dudosa legitimidad. En suma, la riqueza obtenida en el marco de la ética y la transparencia es legítima, a más de su legalidad.

La lucha contra la corrupción, la legitimación de ganancias ilícitas, el enriquecimiento ilícito y el tráfico de influencias, se han convertido en delitos transnacionales condenados por Convenios de Naciones Unidas y Acuerdos entre varios grupos de naciones de los cuales Bolivia hace parte. Lo mismo se ha replicado desde la Organización de Estados Americanos a través de la Convención Interamericana contra la Corrupción. La norma vinculante de mayor trascendencia está referida al Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) sobre control de las finanzas para evitar blanqueo de capitales, fuga de divisas y traslado de ganancias ilícitas, así como la transparencia corporativa e identificación de beneficiarios finales.

El año pasado el Congreso de los Estados Unidos, el país más capitalista del mundo, aprobó una histórica Ley Anticorrupción considerada la más importante de los últimos años. La Ley de Transparencia Corporativa que prohíbe la existencia de empresas anónimas (de beneficiarios desconocidos), que tienen ahora la obligación de transparentar la información sobre sus propietarios, accionistas y beneficiarios finales, siendo ésta una de las más importantes victorias de la sociedad civil y los organismos promotores de la transparencia y la lucha contra la corrupción. Estas medidas de fomento de la transparencia están en concordancia con los esfuerzos de la Organización de las Naciones Unidas, el Banco Mundial, el FMI y muchas otras organizaciones como Transparencia Internacional. Estas son medidas contundentes y efectivas contra la corrupción global y las finanzas ilícitas.

En Bolivia se observa que las regulaciones que norman la actividad corporativa privada están básicamente limitados a su conformación societaria, obligaciones fiscales, y obligaciones con la autoridad reguladora de empresas (AEMP). En el régimen tributario hay muchos vacíos y agujeros negros en regímenes especiales como el Régimen Simplificado, el Régimen de Transporte Unificado y el Régimen Agropecuario Unificado, los cuales no están obligados a llevar controles contables, se manejan a través de personas naturales, conocidos como “palos blancos” y gozan de exenciones tributarias ajenas al control fiscal. Estas condiciones convierten a esos sectores en refugio ideal de capitales ilícitos productos del narcotráfico, el contrabando y la corrupción.

Todo el control estricto recae en las empresas formales del Régimen Tributario General, que constituyen menos del 30% de los registros fiscales, por cuanto una pequeña o mediana empresa industrial de confecciones de entre 10 y 20 trabajadores debe cumplir con el pago de todos los impuestos directos, indirectos, el régimen laboral y de seguridad social, incluido los subsidios además de sujetarse a todas las reglas financieras, mientras una tienda de electrónicos en el mercado informal, de no menos de 50 mil dólares de capital operativo, no tiene ninguna obligación fiscal ni laboral; lo mismo que un agricultor de 1000 hectáreas divididas en cinco parcelas de 200 hectáreas puede generar un ingreso bruto superior al medio millones de dólares, con una carga fiscal irrisoria. El problema sin embargo no son los contribuyentes sino un régimen tributario discriminatorio e inequitativo que fomenta la corrupción y evasión fiscal.

No obstante los progresos a través de varias regulaciones durante el último decenio los avances cualitativos en la lucha contra la corrupción, el enriquecimiento ilícito y la ausencia de transparencia siguen siendo escasos y mantienen la tarea pendiente para el Estado y su Sociedad, prueba de ello son los innumerables casos que se suceden a diario donde entidades públicas y empresas privadas se ven comprometidas en actos de corrupción hasta en la compra de medicamentos, equipos de protección personal, ambulancias o desayuno escolar, demostrando la cualidad inhumana y perversa de los corruptos.

Es necesario entonces, profundizar en nuestras entidades corporativas privadas la cultura de la ética y la transparencia a través de normas y procesos internos que aseguren, o al menos minimicen, los riesgos de actos de corrupción en las relaciones con los privados o el Estado. Una nación prospera es aquella con menos inequidad, con oportunidades iguales para todos, sin discriminación social ni económica, donde el Estado asegure los mismos beneficios para todos en función de su trabajo y sacrificio.

QOSHE - Ética y transparencia legitiman riqueza - Antonio Rocha
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Ética y transparencia legitiman riqueza

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27.11.2023


La pobreza no es virtud, tampoco es un alago el ser menesteroso que cause pena al dadivoso, sin embargo, es virtuoso quien se genera el sustento con trabajo, produciendo riqueza que genera bienestar a los suyos y a los que lo colaboran. La riqueza producto del trabajo y el talento es bendita a los ojos de Dios, pues el esfuerzo se premia con abundancia que se multiplican generando más riqueza. Por el contrario, quien teniendo talento no genera riqueza se le castiga por su ocio y falta de sacrificio.

No es lo mismo generar riqueza que atesorarla. Lo primero se obtiene del trabajo propio, del riesgo de la inversión, la producción de bienes y servicios, los empleos que se generan, lo cual produce ganancias que se convierten en ahorro, consumo o reinversión. Lo segundo atesora riqueza por avaricia, especulación, usura o el tráfico de influencias, que hasta podría no ser ilegal, pero de dudosa legitimidad. En suma, la riqueza obtenida en el marco de la ética y la transparencia es legítima, a más de su legalidad.

La lucha contra la corrupción, la legitimación de ganancias ilícitas, el enriquecimiento ilícito y el tráfico de influencias, se han convertido en delitos transnacionales condenados por Convenios de Naciones Unidas y Acuerdos entre varios grupos de naciones de los cuales Bolivia hace parte. Lo mismo se ha replicado desde la........

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