El concepto de “lebensraum” trad. “espacio vital” se le atribuye a la obra del insigne geopolítico alemán Friedrich Ratzel, quien lo introdujo en su libro "Politische Geographie" (trad. “Geografía Política”) en 1897. Personalmente lo conocí en instrucción colegial junto a obras de las eminencias R. Kjellén, K. Haushofer; y luego los estudié con placer en Derecho Internacional Público del pregrado universitario. El espacio vital siempre me atrajo por su premisa lógica que coincide con mi convicción sobre las leyes naturales que nos gobiernan como especie humana.​

Ratzel argumentó que los pueblos de las naciones, al igual que los organismos biológicos, necesitaban un "espacio vital" para prosperar y sobrevivir. Este espacio no sólo se refería a la extensión geográfica, sino también a la influencia política y cultural (inmaterial) que una determinada población/nación debería ejercer sobre esa área (material).

En ese contexto, debe rememorarse que el actual departamento de Santa Cruz se erigió por gracia del virrey Hurtado de Mendoza y la visión del capitán Ñuflo de Chavez para fundar en la fecunda tierra de la eterna primavera, de pulmones tropicales, entre llanos Chiquitos y Grigoteños -poblados en diversa fauna, exquisita flora y bravíos naturales- a orillas del Sutó, la Santa Cruz de la Sierra un 26 de febrero de 1561. De esa providencial manera Santa Cruz de la Sierra emergió expectante ante la mirada del orbe.

Este fue el primer momento de intercambio cultural entre conquistadores ibéricos, los naturales pámpidos amazonas y las tierras fecundas. El hombre europeo llegado pudo advertir un presupuesto étnico que si bien acentuaba caracteres unas veces más pronunciadas entre pueblo y pueblo, no dejaban de exhibirse como un conjunto de expresiones alegres reunidas bajo patrones culturales comunes a esta región húmeda, tropical y fundamentalmente llana en su geografía. (Barrios-Gonzales F.R. Identidad Cultural Cruceña. 2011) Hasta aquí nos versamos sobre el elemento material de lo que abarca el espacio vital cruceño.

Como un segundo componente, el inmaterial, debemos señalar que la Cruceñidad no es, necesariamente, la identidad cultural per se Ya que transgrede los parámetros formales que se contienen predominantes en lo identitario. La Cruceñidad es, efecto, el espíritu cultural que se expresa a través de la identidad; es decir, el Mythos. Es la voluntad entendida COMO PRINCIPIO DE LIBERTAD de quienes la sientan parte de sí y la ejercen con alto sentido de pertenencia. Es también, entonces, el Ethos, como la perfilación de la conducta propia de un cierto tipo identitario. La Cruceñidad es la escala valorativa entre la Identidad y el Ser cruceños. (Ídem)

Ergo, la Cruceñidad ha sido manufacturada por la conciencia de quienes se decidieron por protagonizar como seres libres identificados con su cultura y los valores que la misma pregona. Es la comunidad de destino que se erige en la causa de los antepasados y se proyecta por quienes dependen entre sí para la edificación de su hogar, común felicidad; y de su espacio vital.

Y ese espacio vital cruceño que, en los hechos (a falta de censo), estaría albergando a más de 4 millones de almas quienes sustentan el erario público nacional, se ve amenazado por el depredatorio asalto de “los ajenos”. Esos que vinieron por la tierra, por los medios de producción y hasta por el oxígeno; es decir por la salud y las vidas. En ejecución de una forma de neo colonización genocida. Son incompatibles; y, clínicamente, producen más daño que cualquier pandemia.

Concluyo que el espacio vital cruceño -cuyas singularidades fundamentan nuestra Nación boliviana-, debe ser defendido por todos los medios necesarios para salvaguardar su libertad y autodeterminación; ante la ausencia cómplice del ecocida centralismo. Y así preservarlo como patrimonio para que: “De los que entraren se quedarán más de los que querrán, porque hay bien de comer y hospédanles con mucha familiaridad y cortesía (‘)".

QOSHE - El espacio vital cruceño bajo llamas - Franz Barrios
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El espacio vital cruceño bajo llamas

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24.11.2023

El concepto de “lebensraum” trad. “espacio vital” se le atribuye a la obra del insigne geopolítico alemán Friedrich Ratzel, quien lo introdujo en su libro "Politische Geographie" (trad. “Geografía Política”) en 1897. Personalmente lo conocí en instrucción colegial junto a obras de las eminencias R. Kjellén, K. Haushofer; y luego los estudié con placer en Derecho Internacional Público del pregrado universitario. El espacio vital siempre me atrajo por su premisa lógica que coincide con mi convicción sobre las leyes naturales que nos gobiernan como especie humana.​

Ratzel argumentó que los pueblos de las naciones, al igual que los organismos biológicos, necesitaban un "espacio vital" para prosperar y sobrevivir. Este espacio no sólo se refería a la extensión geográfica, sino también a la influencia política y cultural (inmaterial) que una determinada población/nación debería ejercer sobre esa área (material).

En ese contexto, debe rememorarse que el actual departamento........

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