Aprendemos con la mirada. Miramos y lo que vemos nos enseña. Nos preguntamos por lo que significa y extraemos de lo que vemos conclusiones. Vemos con la inteligencia. La imagen se convierte en una referencia pedagógica que inicia un proceso de preguntas y respuestas, o concreta una idea ya adquirida. Cuando los alumnos piden que pongamos un ejemplo, la inmensa mayoría de las veces nos piden una imagen en la que ver la idea que se transmite.

Durante mi etapa de estudios en Madrid compartí pupitre con un alumno alemán que hacía el doble título de filología española e historia de España. Coincidíamos en una asignatura optativa sobre historia contemporánea en la Universidad de Comillas. Entre las afirmaciones sorprendentes que solía hacer estuvo una que aún me es recurrente. Comentó que ver a un mendigo en la puerta de una iglesia es una imagen necesaria que le hace bien a la sociedad. Le ayuda a recordar que la realidad no es siempre hermosa y adecuada dándonos a todos, una aproximación a la verdad de nuestra identidad. Concluía que sería un problema social que desaparecieran los mendigos de nuestra vista. No podía estar de acuerdo con él y sigo sin estar de acuerdo. Porque me resistía a que aquel mendigo concreto, con nombre y apellidos, con biografía, fuera una mera imagen para sanear el individualismo social. Una persona pobre no es una terapia social que haya que considerar de otra manera distinta que no sea en su vulnerabilidad y precariedad necesitada de atención. Me ocurre igual que cuando escucho la necesidad de ese porcentaje de desempleados necesarios para una economía productiva. Un desempleo tan sostenible como necesario. Me chirría la idea y me desagrada la imagen.

La necesidad de imágenes para el proceso de aprendizaje no justifica el olvido del dolor concreto que padece el protagonista de la escena. Aquella niña oriental que corre desnuda hacia la cámara del fotógrafo buscando ayuda no puede recibir solo el clik de su cámara y la inmortalidad de una imagen que pueda ser premiada en las revistas del primer mundo. Pero ese disparo y la imagen que recoge es una evocación potente de la realidad que muestra un discurso de solidaridad necesario.

Registrar la realidad es importante. Pero no para entretener la mirada con la normalización del dolor ajeno. Sino como lejía que rompe la consistencia de una suciedad social con un grito visible y atronador.

Preparamos la Navidad con detalles visibles que van transformando el ambiente: las luces de la calle, los adornos del árbol, la corona de un adviento en nuestras puertas o en nuestras salas e iglesias, las imágenes de un Belén que juegan con lo entrañable de un acontecimiento bimilerario en el que la pobreza y la solidaridad se convirtió en el marco del nacimiento de Jesucristo. Volveremos a situar las imágenes, como siempre, en un deseo de acoger la novedad eterna que nos grita su amor, sintiéndonos conmovidos y arrastrados a reconstruir nuestras maneras de amar a los demás.

Se justifica una imagen dura si es capaz de modificar la pétrea identidad de nuestro corazón social haciéndonos tiernamente solidarios. Ojalá desaparecieran las imágenes de los mendigos en las puertas de las iglesias y centros comerciales; pero, mientras los mendigos existan, aprendamos.

QOSHE - Ponga un ejemplo, profe… - Juan Pedro Rivero González
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Ponga un ejemplo, profe…

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20.11.2023

Aprendemos con la mirada. Miramos y lo que vemos nos enseña. Nos preguntamos por lo que significa y extraemos de lo que vemos conclusiones. Vemos con la inteligencia. La imagen se convierte en una referencia pedagógica que inicia un proceso de preguntas y respuestas, o concreta una idea ya adquirida. Cuando los alumnos piden que pongamos un ejemplo, la inmensa mayoría de las veces nos piden una imagen en la que ver la idea que se transmite.

Durante mi etapa de estudios en Madrid compartí pupitre con un alumno alemán que hacía el doble título de filología española e historia de España. Coincidíamos en una asignatura optativa sobre historia contemporánea en la Universidad de Comillas. Entre las afirmaciones sorprendentes que solía hacer estuvo una que aún me es recurrente. Comentó que ver a un mendigo en........

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