Un día de la pasada semana encontré una cruz tirada en el pavimento de la calle de Los Molinos. Al principio no iba a recogerla por mi aversión a lo que ha pasado por desconocidas manos ajenas pero ¿quién tiene la valentía suficiente como para dejar tirado un símbolo por muy de baja calidad que sea el metal empleado en su elaboración? Era pequeña, y mostraba dos agujeros en su norte y sur, testigos de los antiguos clavos que le habían servido de sujeción.

Yo voy encontrando similares cruces heridas por todos los caminos que transito. Aparecen en mi vida y no, necesariamente, formados por algún tipo de material. La mayoría son intangibles aunque demuestran cómo nos desprendemos de lo que ya no nos significa beneficio o lo que, al contrario, percibimos perjudicial para nuestra comodidad o ambición. Los ejemplos se acumulan durante todo el año pero se hacen más patentes en días de celebraciones navideñas por la repetición hipócrita de estereotipos en forma de engañosos deseos sin contenido vital.

¿Quién no tiene un antiguo amigo al que ahora ha felicitado por la navidad pero del que no ha tenido noticias, ni él a su vez, a lo largo del año que se va? ¿Dónde has estado cuando enfermé y necesité una mano amiga entre las mías? ¿Qué hacías cuando tu compañía hubiese aliviado mis problemas? ¿Por qué no me preocupé de los tuyos?

Acciones de este tipo, repetidas en nuestra conciencia, serán las que nos caractericen en el libro del año que termina. El lenguaje que hayamos usado no tendrá tanta importancia como su contenido y éste es tan frágil que podemos ir por ahí perdiéndolo en cualquier esquina. Como la cruz que he encontrado en mitad de una calle.

La satisfacción es una actitud vital profundamente reñida con la mala conciencia. Nadie puede despedir un año que termina con alegría y esperar al que viene con esperanza si no tiene en su debe suficientes justificaciones de todo lo que haya hecho y bien. De modo que aún nos quedan unos pocos días para saldar las deudas morales de tanta despreocupación (y bastante cabreo) con amigos, vecinos y familia. Aunque tendremos que darnos prisa.

La cruz ya luce esplendorosa después de una pasada con ese algodón impregnado que limpia el metal mientras te va dejando las uñas para el arrastre. Recordándome, ella, que vigilará mis avances a ver si durante el 2024 progreso adecuadamente…

QOSHE - Una cruz en el suelo - Mary Cejudo
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Una cruz en el suelo

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28.12.2023

Un día de la pasada semana encontré una cruz tirada en el pavimento de la calle de Los Molinos. Al principio no iba a recogerla por mi aversión a lo que ha pasado por desconocidas manos ajenas pero ¿quién tiene la valentía suficiente como para dejar tirado un símbolo por muy de baja calidad que sea el metal empleado en su elaboración? Era pequeña, y mostraba dos agujeros en su norte y sur, testigos de los antiguos clavos que le habían servido de sujeción.

Yo voy encontrando similares cruces heridas por todos los caminos que transito. Aparecen en mi vida y no, necesariamente, formados por........

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