Opinión

domingo, 24 marzo 2024 | 06:00

El viernes fue negro de nuevo para la causa migrante que sufrió ataques físicos directos en el río por parte de militares y policías bajo el gobierno de Texas empeñados en que no ingresen a su país.

También un accidente carretero en la Chihuahua-Juárez le arrebató la vida a un padre de familia y dejó lesionada gravemente a su esposa y a uno de sus hijos. En el desamparo completo son desarrollados esos viacrucis de sur a norte.

No es la primera vez que observamos imágenes de militares estadounidenses “combatiendo” con fiereza contra migrantes en la línea fronteriza Juárez-El Paso, pero no por comunes las escenas dejan de provocar un extraordinario impacto emocional social.

Tenemos fotos al respecto en versión digital de lo acontecido durante los últimos días captadas por periodistas de El Diario. Son dramas actuales ocurridos en el Río Bravo, en la célebre puerta o acceso 36, pero increíblemente repetidos con enfrentamientos similares a lo largo de la región.

Toda la semana fue de extraordinaria tensión. El viernes de plano explotó la crisis cuando los militares estadounidenses solo pudieron contener el tumulto con balas de goma, antimotines y golpes.

En julio del 2019 presenciábamos aquellos estrujantes “disturbios” en la joroba del puente Paso del Norte. Desde entonces hacia acá son recurrentes hechos similares.

Recién acabamos de plantear en este espacio dominical la resurgida, o permanente, crisis de personas en situación de movilidad.

Reanudamos el tema porque no vemos luz alguna al final del túnel y sí militares de Texas tomando por el cuello y golpeando a los extranjeros, o aventando contra ellos rollos de alambres con púas más peligrosas que navajas de afeitar. Las balas de goma ocasionaron abundante sangrado en los rostros de los extranjeros .

Tampoco notamos intención alguna de dichas personas por quedarse en sus países resignados a morir de hambre por pobreza, o a ser asesinados en medio de irracionales dictaduras políticas, ingobernabilidad y la violencia que azota sus lugares de origen.

Agotan justo su última esperanza de vida en sobrehumanos peregrinajes por miles de kilómetros aferrados a su trébol de cuatro hojas, al sueño americano del que les platican sus parientes en Estados Unidos, o saben de él por amistades o por noticias.

La migración se torna salvaje ante semejantes características; por tanto, debería ser incluida entre las prioridades de los gobiernos que son tránsito y destino. No es así.

Los países centroamericanos no albergan, expulsan; México solo ha mostrado interés sobre el tema con retórica demagógica y Estados Unidos permanece atenazado entre radicalismos.

Por un lado los hitlerianos preocupados por el costo de los extranjeros a su economía aunque de sus escuálidos países engordan a su banco central; en el otro, importantes sectores solidarios que repiten como inacabable Padre Nuestro que de migrantes ha creado Norteamérica su fortaleza.

Muchos inflexibles pochos hoy pseudo ultranacionalistas ayer fueron extranjeros. La oportunidad de seguir viviendo que hoy piden los que claman ayuda arrastrándose bajo las atemorizantes alambradas la pidieron ayer padres y/o abuelos de esos intolerantes. No figurarían en actas de nacimiento sus apellidos latinos pegados a nombres anglosajones sin aquella apertura.

Son graves los radicalismos, los fanatismos, los intereses económicos y/o los conflictos político-electorales en todo el continente, pero no son mayores a la desperdiciada capacidad de todos los regímenes por dar cauce a la situación.

Si al inicio del presente análisis decimos que no hay luz al final del túnel es porque si bien los gobiernos tienen la capacidad de ir a la solución de fondo en esta problemática que es creciente, desafortunadamente la realidad indica que en su agenda no aparece el tema con la seriedad del tamaño existente.

Remitidos como botón de más muestra solo a Chihuahua tenemos las historias sin fin ocurridas en el bordo fronterizo del lado mexicano, en el Río Bravo y a lo largo de la conocida valla norteamericana.

De aquel lado observamos la ruda política de contención, los intentos de contención ; de este lado, prácticamente ya desaparecieron los agentes de migración mientras cientos de personas recorren de manera cotidiana el bordo y el río. Tampoco hay presencia de policías municipales, estatales, ni Guardia Nacional, ni Ejército.

Es una responsabilidad estrictamente del Gobierno federal, pero hasta con obstinación ese Gobierno federal ha descansado la carga en los gobiernos locales y en la sociedad aunque sin atribuciones para controlar y organizar la

avalancha humana que a diario registra incidentes de toda naturaleza, desde los enfrentamientos en el río, fallecimientos en las carreteras, amputaciones por caídas del tren hasta agresiones a balazos, a golpes, desapariciones y secuestros por parte del otro gran problema, el tráfico de personas.

Son regularmente 500, mil y hasta dos mil extranjeros movilizados en la ciudad, más aquellos que permanecen en albergues esperando por años sus “citas” para revisión de solicitudes de asilo.

En la capital Chihuahua sigue creciendo más allá de 300 personas un campamento instalado desde hace un mes. Ha registrado una agresión a balazos en el interior de una las casas de campaña y pleitos cotidianos con vecinos de la zona y clientes de una tienda de conveniencia básicamente por el desorden que genera el acumulamiento de basura y la falta de baños donde los extranjeros puedan desahogar sus necesidades fisiológicas.

Escribimos aquí que el jefe del Instituto Nacional de Migración (INM) en el país, Francisco Garduño, ha culpado a los empleados de la institución en esta frontera por haber acabado con su posibilidad de acceder a cargos legislativos de elección debido al proceso penal que enfrenta por su irresponsabilidad en la mayor tragedia migrante en la historia de esta frontera ocurrida justo hace casi 12 meses, el 27 de marzo del año pasado. Costó la vida de 40 personas el incendio en el ahora desaparecido centro de detención de extranjeros.

Esa actitud de indolencia y que increíblemente siga al frente del organismo a pesar de las muertes y a pesar de permanecer sujeto a proceso penal, obviamente vinculado a proceso pero en libertad bajo fianza, serían pruebas suficientes para demostrar que, en efecto, no existe en la agenda del régimen federal la migración como tema prioritario a pesar del potencial riesgo ordinario.

La problemática es de cabo a rabo del país, desde la frontera sur hasta la frontera norte, incluida de paso la Ciudad de México con idéntica problemática de hacinamiento en colonias del Centro Histórico.

Y si “Paco”, como afectuosamente lo llama el presidente Andrés Manuel López Obrador, está más preocupado por la pérdida de su posibilidad para ser diputado o senador que por las víctimas del 27 de marzo, menos le preocupará que el organismo por él encabezado sea funcional en beneficio de los extranjeros en nuestro país y de la propia sociedad mexicana que debe alternar con ellos de una u otra forma mientras se desplazan caminando, por tren, por Ubers, camiones etc. a lo largo de la República.

Hace unos días nombró como delegada del INM en el estado no a una especialista en la materia, sino a una incondicional en asuntos personales, Esther Martínez.

Ella, por su lado, trajo del estado de Hidalgo también a su propio incondicional, pero con negro historial como jefe policiaco en aquella entidad, Uriel de Jesús Moreno Castro, a cargo ahora de la oficina en la ciudad de Chihuahua.

Así comprendemos por qué la crisis sigue desbordada. Hay funcionarios, sí con atribuciones, pero sin interés y evidentemente sin recursos para al menos dirigir asertivamente el imparable flujo de personas junto con los gobiernos municipales y estatales.

Muy indignada la Federación con la aplicación en Estados Unidos de la polémica SB4, pero en México la crítica realidad sobre el tema exhibe que su retórica cuando mucho llega a discursiva.

Ahí están los hechos incontrovertibles.

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Más desastre a tres días del trágico 27M

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24.03.2024

Opinión

domingo, 24 marzo 2024 | 06:00

El viernes fue negro de nuevo para la causa migrante que sufrió ataques físicos directos en el río por parte de militares y policías bajo el gobierno de Texas empeñados en que no ingresen a su país.

También un accidente carretero en la Chihuahua-Juárez le arrebató la vida a un padre de familia y dejó lesionada gravemente a su esposa y a uno de sus hijos. En el desamparo completo son desarrollados esos viacrucis de sur a norte.

No es la primera vez que observamos imágenes de militares estadounidenses “combatiendo” con fiereza contra migrantes en la línea fronteriza Juárez-El Paso, pero no por comunes las escenas dejan de provocar un extraordinario impacto emocional social.

Tenemos fotos al respecto en versión digital de lo acontecido durante los últimos días captadas por periodistas de El Diario. Son dramas actuales ocurridos en el Río Bravo, en la célebre puerta o acceso 36, pero increíblemente repetidos con enfrentamientos similares a lo largo de la región.

Toda la semana fue de extraordinaria tensión. El viernes de plano explotó la crisis cuando los militares estadounidenses solo pudieron contener el tumulto con balas de goma, antimotines y golpes.

En julio del 2019 presenciábamos aquellos estrujantes “disturbios” en la joroba del puente Paso del Norte. Desde entonces hacia acá son recurrentes hechos similares.

Recién acabamos de plantear en este espacio dominical la resurgida, o permanente, crisis de personas en situación de movilidad.

Reanudamos el tema porque no vemos luz alguna al final del túnel y sí militares de Texas tomando por el cuello y golpeando a los extranjeros, o aventando contra ellos rollos de alambres con púas más peligrosas que navajas de afeitar. Las balas de goma ocasionaron abundante sangrado en los rostros de los extranjeros .

Tampoco notamos intención alguna de dichas personas por quedarse en sus países resignados a morir de hambre por pobreza, o a ser asesinados en medio de irracionales dictaduras........

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