Vivimos en un mundo lleno de grandes oportunidades pero también con numerosos desafíos por delante. La transformación digital, la irrupción de la Inteligencia Artificial o la necesaria transición energética para encarar el cambio climático son algunos de los retos a corto plazo que nos hemos autoimpuesto como sociedad para dejar un futuro mejor a las próximas generaciones. En este contexto, la formación en el inicio de la carrera laboral y la mejora constante de la cualificación y de la capacitación profesional son más importantes que nunca.

Estos desafíos mencionados, que ya resultaban críticos hace pocos años, han adquirido aún más importancia si cabe tras el "crash pandémico". Sin duda, existe una disociación, tanto temporal como estructural, entre las condiciones necesarias para la empleabilidad, las expectativas de las organizaciones (empresas, instituciones, gobiernos, etc.) y las capacidades y la cualificación reales de los profesionales. Debemos repensar, no sólo el papel que jugamos cada uno de los actores socio-económicos y los propios empleados, sino también el proceso de aprendizaje, de formación y de cualificación que seguimos a lo largo de nuestra vida.

Entre todos, tenemos que seguir dando pasos adelante. El sector público debe afrontar con valentía las elevadas e inasumibles tasas crecientes de desempleo juvenil, rediseñando las políticas activas y pasivas de empleo. Las universidades también deben revisar cuanto antes sus programas formativos para que, además de transmitir conocimiento, puedan aportar a sus alumnos la práctica necesaria para desempeñar los puestos de trabajo que exigen las empresas a los profesionales. Y, por supuesto, las empresas deben recurrir a modelos de formación interna que refuercen la formación con la que reciben y acogen el nuevo talento, para que los profesionales logren adaptarse tanto a las necesidades del negocio como a la cultura corporativa.

Los problemas que nos encontramos en el camino no son pocos, entre los que destaca el elevado número de puestos de trabajo sin cubrir por falta de cualificación y especialización. Además, existe una desafección creciente de las nuevas generaciones en algunos modelos empresariales y, en otros casos, excesivas prisas para que los empleados alcancen el cénit profesional, frente a otras propuestas más interesantes donde hay un desarrollo progresivo de la carrera profesional que prima el esfuerzo, el compromiso y el trabajo en equipo. Llegados a este punto surgen algunas preguntas: ¿Cómo lograr motivar, atraer, fidelizar, a las personas en nuestras empresas? ¿De qué forma podemos optimizar un aprendizaje y formación permanente? ¿Cómo acreditar el conocimiento adquirido durante el desempeño profesional ¿Podemos facilitar el reconocimiento del conocimiento aprendido a lo largo de una experiencia profesional para que el profesional pueda llevarlo a cuestas tanto dentro o como fuera de la empresa en la que se ha generado?

Work Academy, el proyecto pionero que hemos puesto en marcha recientemente en PwC España, creemos que da respuesta a muchos de estos interrogantes. Nuestra apuesta es certificar oficialmente, con un título universitario, el perfil profesional que se desarrolla al trabajar cada una de las divisiones de negocio de la firma (auditoría, consultoría, transacciones y asesoramiento legal y fiscal), y que es el resultado de la formación técnica, de las soft skills y de la formación on the job que se adquiere trabajando con clientes de primer nivel. Para entender la magnitud de la apuesta de PwC solo hay que ver que estimamos que cerca de 4.500 profesionales podrían obtener su título universitario en los próximos cuatro años. En resumen, el propósito de este proyecto es que los empleados que han iniciado o iniciarán su carrera profesional en la firma, además de incrementar sus habilidades y aprender los conocimientos imprescindibles para ejercer de forma competitiva la profesión de auditor, consultor, abogado o fiscalista, tendrán a partir de ahora la posibilidad de obtener un posgrado en una institución educativa, un título que les acompañará durante toda su carrera.

Esta importante inversión beneficia a todos en este proceso de cocreación de valor. En primer lugar, porque formamos mejores profesionales y están en mejores condiciones para afrontar proyectos para clientes que demandan, en el día a día, especialización y experiencia práctica y una adecuada formación intelectual de los equipos. En segundo lugar, porque aumentamos el compromiso y dedicación de gerentes, jefes de equipo, directores y socios en la apreciación, reconocimiento e impulso del trabajo de sus equipos. En tercer lugar, porque potenciamos la fidelización y motivación de nuestros profesionales. Y por último, y no por ello menos importante, porque como firma asumimos un mayor compromiso (medible en tiempo y objetivos) en la trayectoria profesional de nuestros profesionales.

Todo esto hace que Work Academy no sea un programa formativo más o una herramienta innovadora de reclutamiento y selección. Este proyecto formativo es una apuesta estratégica que, además de aspirar a atraer a los mejores profesionales para ofrecer un servicio excelente y diferencial a los clientes, quiere contribuir a la formación de las nuevas generaciones que determinarán cómo será nuestro mundo en un futuro no tan lejano. Como líderes a nivel mundial en servicios profesionales, somos muy conscientes de que son las personas –con su conocimiento, capacidad de respuesta, motivación y compromiso– el verdadero valor y activo que marca la diferencia.

QOSHE - Volver a poner el talento en el centro - Jon Azua
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Volver a poner el talento en el centro

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15.04.2024

Vivimos en un mundo lleno de grandes oportunidades pero también con numerosos desafíos por delante. La transformación digital, la irrupción de la Inteligencia Artificial o la necesaria transición energética para encarar el cambio climático son algunos de los retos a corto plazo que nos hemos autoimpuesto como sociedad para dejar un futuro mejor a las próximas generaciones. En este contexto, la formación en el inicio de la carrera laboral y la mejora constante de la cualificación y de la capacitación profesional son más importantes que nunca.

Estos desafíos mencionados, que ya resultaban críticos hace pocos años, han adquirido aún más importancia si cabe tras el "crash pandémico". Sin duda, existe una disociación, tanto temporal como estructural, entre las condiciones necesarias para la empleabilidad, las expectativas de las organizaciones (empresas, instituciones, gobiernos, etc.) y las capacidades y la cualificación reales de los profesionales. Debemos repensar, no sólo el papel que jugamos cada uno de los actores socio-económicos y los propios empleados, sino también el proceso de aprendizaje, de formación y de cualificación que seguimos a lo largo de nuestra vida.

Entre todos, tenemos que seguir dando pasos adelante. El sector público debe afrontar con valentía las elevadas e inasumibles tasas crecientes de desempleo juvenil, rediseñando las........

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