En una esquina de la Milla de Oro de Medellín, un niño indígena, solo, es invisible para los transeúntes en una noche de fin de semana. Ni su estatura ni el tamaño de sus pies descalzos ni sus brazos esqueléticos revelan su edad. ¿Cinco, siete, diez años?

—¿Dónde están tu mamá… y tu papá?

Los ojos opacos, hundidos en sus cuencas, miran hacia la nada. Su pelo, escaso, se agita al viento como flequillo de diente de león. No entiende el español.

QOSHE - 680 niños (que no deberían estar) muertos - Ana Cristina Restrepo Jiménez
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