Hay una nueva condición visual en parte del país, se llama presbicia futbolera porque empieza después de cierta edad y para ver mejor hay que alejarse de ciertas conductas.

El domingo pasado, los que vimos el cotejo entre Liverpool y Manchester City despojados de esa nueva “enfermedad”, disfrutamos de principio a fin de uno de los mejores partidos de la temporada de la Premier League, entre el primero y el segundo clasificados hasta la fecha 28. Después del empate 1-1 final, pasaron a ser segundo y tercero porque el Arsenal por diferencia de goles es el nuevo líder del campeonato.

Fue un encuentro muy fiel al estilo de la mejor liga del mundo, con un inicio favorable al City que presionó de tal manera al local que no lo dejaba ni siquiera tener la pelota en los primeros 10 minutos, donde tranquilamente se pudo haber adelantado en el marcador.

La intensidad, la movilidad y el ritmo fueron notables, pero el Liverpool pudo aguantar y desde el minuto 13 sacudirse para empezar a equilibrar las acciones.

Pep Guardiola sabía que tenía una gran oportunidad para vencer a Jürgen Klopp, que no contaba con todos sus soldados a disposición. La nómina ciudadana era sin duda superior en nombres, pero Anfield históricamente siempre ha sido una plaza complicada para cualquiera.

Y llegó el gol de Stones demostrando que Pep también trabaja acciones a balón parado. Cualquiera se cae, pero los Reds se levantaron y pronto ya estaban otra vez dispuestos a dar la pelea. A su manera, por las bandas y con recuperación tras pérdida insistente, conquistando espacios y abriendo otros desde la eficiencia de Endo, Mac Allister y Szoboszlai y la movilidad de sus extremos Díaz y Elliott.

El colombiano fue un martirio para los celestes. Walker todavía debe estar sufriendo dolores de cadera y pesadillas con el guajiro. Los regates, los cambios de ritmo y la velocidad del de Barrancas volvieron trizas la tranquilidad defensiva dispuesta por la derecha.

Hizo un gol que le fue anulado por fuera de lugar de Darwin Núñez y se perdió el que pudo ser el del triunfo cuando ya estaba igualado el marcador. Para el frecuente fastidioso compatriota de redes, que no se sabe separar del fanatismo caníbal, solo ve los resúmenes de los partidos, y se queda con el gol perdido, nada que hacer, indefendible.

Así no se ve el fútbol, amigos. Lo siento. Siguen demostrando que algo tan sencillo no se entiende suficientemente. La actuación del número 7 fue impecable. Es más, en esa acción Ortega achicó muy bien, lo presionaron correctamente y no pudo definir porque no era fácil tampoco.

La presbicia futbolera no se cura, pero se corrige. Alejándose de opinar sin filtro, distanciándose del deseo. Disfrutemos sin ser tan dañinos y entendamos de una vez por todas que una cosa es la cancha y otra jugar desde el sofá de la casa. Si Lucho que es diferente no se puede equivocar un par de veces al más alto nivel, ¿qué le queda a los jugadores promedio?

QOSHE - Presbicia futbolera - Andrés Marocco
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Presbicia futbolera

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13.03.2024

Hay una nueva condición visual en parte del país, se llama presbicia futbolera porque empieza después de cierta edad y para ver mejor hay que alejarse de ciertas conductas.

El domingo pasado, los que vimos el cotejo entre Liverpool y Manchester City despojados de esa nueva “enfermedad”, disfrutamos de principio a fin de uno de los mejores partidos de la temporada de la Premier League, entre el primero y el segundo clasificados hasta la fecha 28. Después del empate 1-1 final, pasaron a ser segundo y tercero porque el Arsenal por diferencia de goles es el nuevo líder del campeonato.

Fue un encuentro muy fiel al estilo de la mejor liga del mundo, con un inicio favorable al City que presionó de tal manera al local que no lo dejaba........

© El Espectador


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