El presupuesto nacional destina a deporte y recreación el 0,3 % del total y siempre ha estado por ahí, punticos más, punticos menos; ese es el grado de importancia que se le da en la política pública.

Tradicionalmente los presidentes aparecían a la hora de la entrega de la bandera a las delegaciones nacionales que partían a los grandes eventos deportivos o publicaban la llamada de rigor cada vez que un deportista, a pesar del abandono estatal, lograba un milagro como colgarse una medalla u obtener un título mundial.

En el caso del gobierno actual ni eso. Hace unos meses, cuando los nuestros partieron hacia Chile a representarnos en los Panamericanos 2023, el presidente brilló por su ausencia en la entrega de la bandera en una demostración más de que no dimensiona lo que el deporte podría hacer por un país no solo en términos de reconocimiento internacional o de negocio, cosa que solo se puede entender desde la ignorancia, que no es otra cosa que la oportunidad de aprender, sino lo más importante, en términos de generación de valores que puedan servir como espejo para una sociedad mejor.

Esa disciplina, constancia, solidaridad, trabajo en equipo y fortaleza mental al tomar decisiones que tanto les falta (y les ha faltado) a nuestros gobernantes, son valores que se generan a partir de una política de Estado en la que el deporte juega un papel importante. Pero, claro, cultivar valores no es negocio a corto plazo.

Pero no debería sorprendernos la pérdida de la sede de los Juegos Panamericanos. El desinterés por el deporte es de todos, incluidos los que elegimos a los gobernantes. No recuerdo algún debate presidencial en el que el deporte haya sido protagonista. No recuerdo una pieza publicitaria de campaña en la que el deporte haya hecho parte de las promesas de campaña. El deporte no vende para conquistar votos porque, no nos digamos mentiras, ni a los ciudadanos les interesa.

Los canales deportivos de televisión transmiten fútbol y poco más porque a la gente no le interesa nada más. Las cifras de audiencia de otras disciplinas son nulos porque no tenemos cultura deportiva y esa es la consecuencia del desinterés de un colectivo al que le gusta si acaso ver a su selección de fútbol, no sé si para apoyar o más bien para esperar la caída y tirarles dardos a los jugadores, como queriendo expresar sus frustraciones en unos futbolistas a quienes no conocen. Pero esa es otra historia que nada tiene que ver con deporte.

Se perdió una oportunidad histórica de cambiar el rumbo a partir del deporte, pero no nos equivoquemos: la perdimos todos.

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Columna de Antonio Casale: La culpa es de todos nosotros

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08.01.2024

El presupuesto nacional destina a deporte y recreación el 0,3 % del total y siempre ha estado por ahí, punticos más, punticos menos; ese es el grado de importancia que se le da en la política pública.

Tradicionalmente los presidentes aparecían a la hora de la entrega de la bandera a las delegaciones nacionales que partían a los grandes eventos deportivos o publicaban la llamada de rigor cada vez que un deportista, a pesar del abandono estatal, lograba un milagro como colgarse una medalla u obtener un título mundial.

En el caso del gobierno actual ni eso. Hace unos meses, cuando los nuestros partieron hacia Chile a representarnos en los Panamericanos 2023, el........

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