Está identificado el problema de Twitter (o X, como se llama ahora): nos terminó de polarizar. Abusamos de nuestro legítimo derecho a opinar y nos convertimos en gritones que queremos imponer nuestra verdad. Eso no es lo más grave. Lo realmente alarmante es que solamente seguimos a los que pueden pensar parecido a nosotros, y a los que no los seguimos para insultarlos sin siquiera darnos la oportunidad de intentar comprender que opinan diferente porque son diferentes y punto.

Yo por ahí no paso hace rato, a pesar de contar con algo más de un millón de seguidores, o de odiadores, o de los dos; ya ni sé. Apenas entro de cuando en cuando para opinar y cierro de inmediato. A decir verdad soy una persona mucho más tranquila desde que lo hago, pero por allá en el fondo de mi cabeza sé que esa cloaca es la expresión legítima de lo que es una parte de la sociedad de hoy, pequeña o grande, no lo sé, pero ruidosa, y esa cloaca representa parte de lo peor que somos como raza humana. Bueno, al menos ahí no se mata la gente, aunque pueda que de ahí salgan a hacerlo. El caso es que trato de bajarle a la opinadera en esta etapa de mi vida. Intento apagar el juez que llevo dentro, para ser un poco más observador. Eso sí que es difícil.

Ahora. Es imposible dejar de opinar. En los primeros párrafos, acabo de leerlos, estoy opinando sobre los que opinan en redes sociales. En fin, escribir esta columna me cuesta más desde que intento observar antes de juzgar. Por fortuna, hay hechos que se opinan solos, o eso parece.

Por ejemplo: la nómina de Millonarios es corta. Hay un gran trabajo detrás de ese proceso, pero cuando faltan dos o tres jugadores, como el jueves pasado en la ida de la Superliga, se nota mucho la diferencia entre titulares y suplentes. Trajeron un par de laterales que no prometen mucho más de lo que daban los que había y un centro delantero goleador en Perú para alternar con el goleador de acá, Leonardo Castro. Se esforzaron en mantener la nómina actual y eso tiene un valor importante. La evidencia demuestra que los dueños arriesgan lo conseguido hasta ahora, porque un equipo grande necesita intentar dar un paso hacia adelante. Contar con los mejores futbolistas. Arriesgar. Esa es la vida en el alto rendimiento.

Al otro lado está Júnior, con su particular manera de lograr las cosas, pero con resultados palpables. El segundo equipo con más títulos en los torneos cortos siempre procura tener un gran arquero y dos goleadores. Invierten para ganar y lo logran frecuentemente. A veces fracasan, no tienen tintas medias. Arriesgan. Están atentos a dar timonazos cuando la situación lo pide. Ahora, la serie va uno a cero y en una de estas el miércoles el que tiene la nómina corta le da la vuelta y los que opinamos lo expuesto líneas arriba quedaremos en entredicho, por eso es mejor no dictar sentencia, al menos no de manera concluyente. Creo que ahí puede estar la clave de la opinión serena.

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Columna de Antonio Casale: Opinar y la Superliga

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22.01.2024

Está identificado el problema de Twitter (o X, como se llama ahora): nos terminó de polarizar. Abusamos de nuestro legítimo derecho a opinar y nos convertimos en gritones que queremos imponer nuestra verdad. Eso no es lo más grave. Lo realmente alarmante es que solamente seguimos a los que pueden pensar parecido a nosotros, y a los que no los seguimos para insultarlos sin siquiera darnos la oportunidad de intentar comprender que opinan diferente porque son diferentes y punto.

Yo por ahí no paso hace rato, a pesar de contar con algo más de un millón de seguidores, o de odiadores, o de los dos; ya ni sé. Apenas entro de cuando en cuando para opinar y cierro de inmediato. A decir verdad soy una persona mucho más tranquila........

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